Por Álvaro Guerrero
La obra cinematográfica de Richard Linklater tiene un aspecto apacible, pausado, lo que conduce lentamente a enfrentar de lleno las amarguras a que pueden conducir ciertos sueños vitales que los seres humanos tienen en común durante sus vidas. Uno de los rasgos autorales más significativos de Linklater radica en la energía tan especial que irradian y sobre las que se sostienen los pilares de sus películas. El trabajo con el uso de la iluminación intenta recuperar la atmósfera de la luz natural, la idea de cotidiano salpicado de instantes (más que “momentos”) dramáticos, que en un conjunto sutil, no “presionado” por las expectativas de lo que va a ocurrir, van tornando las cosas hacia determinadas direcciones en las vidas de sus personajes.
En cuanto a su trilogía desde la cual la obra de teatro Antes se ha inspirado, desde Antes del amanecer, estrenada en 1995, hasta el cierre con Antes del anochecer, del 2013, podría decirse que cada película es un proceso donde dos seres que se gustan, se comunican hablando copiosamente, gesto que esconde tanto como da cuenta de la tensión sexual o amorosa, así como de la necesidad, mas inconsciente probablemente, de generar recuerdos para el futuro, vivir para tener algo que contarse a sí mismos en ese porvenir. Por eso la pregunta por el ¿qué habría pasado sí?…, emerge en el centro, en especial en la historia de cierre, cuando las opciones de cambiar de vida junto a un “otro” imaginario, disminuyen, y se tiende a hacer un recuento de lo vivido juntos, en un contexto vital donde los miedos solo han sido cambiado por otros.
Toda esa premisa se desarrolla en Antes en un tiempo mucho más acotado, el de los tres actos del teatro. La obra presenta así mismo tres conversaciones clave de una pareja, interpretada por Juanita Ringeling y Gabriel Urzúa, desde que, veinteañeros, se conocen en un tren viajando por Europa, pasando por los “treintas” cuando vuelven a encontrarse en Roma (ella es italiana), ciudad a la que él ha viajado desde Chile a propósito de una exposición de fotografías de ella, hasta el último acto, ambientado 20 años después del primer encuentro.
La diferencia, y el desafío, son evidentes a la hora de escribir el texto dramático y poder montarlo en escena. Primero hay que concentrar la acción significativamente emocional que dé en las teclas precisas para procesar el tiempo existencial de estos dos seres en un todo, de forma que de la totalidad podamos recurrir o evocar sus partes con soltura, con espontaneidad. Cada proceso vital de las películas respectivas en un solo acto. Y vuelvo ahora con el tema de la iluminación. El cine de Linklater persigue la luz natural, y en cierto modo espiritual o sencillamente anímica, pero apaciblemente vital. El teatro, en cambio, es oscuro por naturaleza. La luz baña las figuras diferenciándolas de esa oscuridad con algo de espíritu fantasmal, como si los actores y escenografía siempre estuvieran dialogando y negociando su identidad temporal entre la proximidad, la presencia escénica, inmediata del presente, con la fuerza que tira hacia el pasado, como cuentos que se relatan, aunque estén ambientados en un futuro lejano. Antes saca buen partido de la arqueología en la vida de una pareja, con una evocación poética entre existencial y un leve dejo fantasmal, de algo que se resiste a desaparecer en el tiempo y el espacio.
Gran parte de la potencia dramática de cada acto en Antes, aúna la intimidad que logra Urzúa con su personaje soñador, algo introspectivo, y Ringeling como una mujer más libre en ademanes pero siempre contenida por fantasmas (nada de lo cual logra restarles frescura y realismo a sus encuentros) con el espacio escénico de carácter más abstracto en cuanto a su disposición espacial muy horizontal: un ancho espacio donde los actores pueden moverse, y en el cual sin embargo parecen concentrar sus movimientos en lugares determinados, a veces muy en el rincón de uno de los extremos del escenario, dejando todo el resto libre y vacío. Al principio ese espacio alargado recuerda la idea de un vagón de tren, después, en conjunto con la iluminada ventana-pantalla también horizontal del fondo, al negativo cinematográfico y el cine, y finalmente, al tiempo detenido versus el paso de él.
Por momentos el manejo de las luces no parece encontrar total sintonía con los cambios temporales radicales en las vidas de los protagonistas, en especial en algunos instantes de transición como el inicio del tercer acto, que se acompaña de fuertes luces de brillo pálido, proyectadas desde la base donde se encuentra la ventana. Por aquella, al más puro estilo de TeatroCinema, ambos actores cruzan el espacio teatral cinético en una escena en particular, y este es uno de los mejores y más lúdicos momentos de aprovechamiento del diseño teatral al servicio de lo contado. Los movimientos de los actores en escena y la disposición en la que se reúnen para desarrollar diálogos, primero nostálgicos de un futuro por venir, de las ansias por conocerse, luego cada vez más escépticos e incluso ásperos, durísimos, se dan con precisión, tino y naturalidad.
La magia de los dos intérpretes y sus circunstancias, concentrada en especial en el primer y último acto, que son también antónimos emocionales rotundos pero con verosimilitud innegable, termina dando la feliz sensación de haber asistido a una pequeña epopeya en la vida de dos, que a pesar del cansancio, el hastío, los sueños truncos y el miedo a separarse para “siempre”, logran sobrevivir no gracias a la desesperación o la costumbre, sino a volver a hacerse esa pregunta que articula el tiempo desde las perspectivas del pasado, presente y futuro: qué hubiera pasado si en vez de hacer “eso”, hubiéramos optado por “aquello”. La emoción surgida de la acumulación del tiempo sintetizada con un sentido de la responsabilidad de lo que se afronta en cada oportunidad “no perdida”.
Ficha técnica
Título: Antes
Autor: Antonio Zizis
Dirección: Rodrigo Sepúlveda
Asistencia de dirección: Daniela Espinoza
Elenco: Juanita Ringeling, Gabriel Urzúa
Diseño: Lauren Lemaitre
Diseño audiovisual: Matías Carvajal
Realización escenográfica: Joel Banda y Sebastián Marroquín
Realización vestuario: Javiera Labbé
Asistente de montaje en iluminación: Francisco Jara
Asistente de iluminación: Cristóbal Manríquez
Operador Técnico: Diego Betancourt
Producción general: Alessandra Massardo
Asistente de producción: Paula Galleguillos
Compañía: The Cow Company
Edad recomendada: + 15 años
Duración: 80 minutos
Coordenadas
Teatro Mori Bellavista
Constitución 183, Providencia
Del 3 de octubre al 8 de noviembre
Viernes y sábado, a las 20:30 horas
Entrada general $15.000
Descuentos sobre valor general:
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