Por Ignacia Pezoa
Quitapenas es la primera exposición en solitario de los artistas visuales Florencia de la Maza y Matías Yunge, ganadores del premio MAVI UC y Premio del Público Antenna 2024. A través de obras que mezclan distintos materiales y formatos montaron una invitación a reencontrarse con la sensibilidad y las creencias de la infancia.
El título hace referencia a unos muñecos tradicionales de Guatemala, a los que las niñeces les confían sus miedos y preocupaciones antes de dormir. Conversamos con la dupla artística sobre el vínculo de sus obras con la infancia, el proceso creativo tras la exposición y la importancia de entender el mundo adulto con ojos de niño o niña.
¿Cómo nació la idea de trabajar esta figura de los “quitapenas” como eje central de la exposición? ¿Qué les atrajo de este objeto, que igual es pequeño, pero tiene mucha energía mística?
Florencia de la Maza: Con Matías llevamos trabajando juntos dos años, pero todo lo que hemos hecho en este tiempo tiene que ver con la infancia, entonces en un momento cuando estábamos pensando en cómo íbamos a proceder con esta exposición empezamos a hablar sobre nuestras experiencias de la infancia y estábamos muy movidos por el tema de cómo las niñeces tienen unas experiencias sensibles que uno pierde en la adultez y llegamos al tema de los miedos nocturnos, desde ahí a las cosas que hacíamos para poder calmar estos miedos. En mi caso yo siempre tenía que despedirme de todos los objetos que tenía en mi habitación, dormir de cierta manera porque si dormía de otra manera iba a ser mala suerte: había muchas cosas que eran como rituales. Y Matías tuvo quitapenas en su infancia, que le trajo su papá de un viaje, y ahí cuando llegamos a ese momento, que Mati lo puede contar mejor que yo, es una experiencia muy hermosa.
Matías Yunge: Cuando chico hubo una época en la que yo tenía hartas pesadillas, y mi papá justo tuvo un viaje a Guatemala – que son de ahí los quitapenas – y nos trajo a mis hermanas y a mí. Para mí era muy especial e importante el ritual de sacarlos de la bolsita de lana en la que vienen, los ponía en la cama y les hablaba y les pedía que me quitaran las pesadillas, y después los volvía a guardar, los ponía debajo de la almohada, y como que de verdad funcionaba. Eso era muy impresionante para mí, sentía que eran más que solo los muñequitos chiquititos, sino eran como seres. Me los imaginaba como personas adultas, un poco. No sé si como dioses, pero quizás entre personas adultas y seres medios mágicos.
F.M: Me acuerdo de que hablamos de eso, de que tenían un carácter espiritual y de ahí surgió – lo sentimos tan importante y tan pequeño a la vez, que sentimos que tenía que ser el centro de la exposición.
M.Y: Lo que encontramos muy lindo de los rituales que teníamos cuando chicos es que desaparece la jerarquía que uno tiene desde la adultez con los objetos. Igual estoy generalizando, porque de repente yo hago ese tipo de cosas, pero uno no les habla mucho a los peluches o a los juguetes, en cambio en la infancia todos esos objetos en la pieza tienen mucho poder cuando llega la noche y vas a dormir.
F.M: Algo que diferenciaba a los quitapenas de las otras cosas que habíamos hablado era que tenían esta historia latinoamericana, que fueron inventados por una cultura para poder calmar ese exceso de imaginación y encontramos muy lindo que existieran solo para eso.
También les quería preguntar cómo partieron de tomar este objeto a armar la muestra, porque partieron de una experiencia súper personal, ¿pero después qué siguió? ¿Hubo una investigación? ¿Pensaron en más objetos también?
M.Y: Creo que fue bien natural ese proceso. Sí investigamos un poco más sobre los quitapenas y sobre su historia y nos gustó mucho lo que decía Florencia, de que fueran algo bien latinoamericano. De repente la idea de que alguien pueda llegar a la exposición y pueda pensar “oh, yo también tenía”, igual es algo bien específico, pero nos gusta esa idea. Cuando llegamos a ese punto en común de los rituales nocturnos, pensamos que sería lindo que la animación que íbamos a hacer para la exposición fuera sobre ese momento de la noche en la infancia del momento de llegar a dormir.
F.M: Desde un principio queríamos que la exposición se tratara de una historia, como que se organizara a través de una historia. Entonces, después de eso empezamos a investigar un poco más sobre el origen de los quitapenas, pero de ahí lo expandimos también a otro tipo de rituales o cosas oníricas, miedos. Empezamos a pensar harto en los miedos y en quizás representar esos miedos figurativamente, de una manera en que queden abiertos. Yo creo que fue más sobre organizar la exposición a través de la narrativa, desde ahí nos dieron ganas de hacer las pinturas y la cerámica, probando también cómo podría traspasarse la animación, que es lo que sabemos a hacer, a distintos soportes.
Al ser una dupla artística, ¿trabajaron en conjunto todas las piezas? ¿O cada uno aportaba desde su área?
M.Y: Ambos tenemos lugares en los que nos hemos desarrollado más individualmente, sobre todo antes de empezar a trabajar juntos. Florencia pintaba en óleo y yo nunca había pintado en óleo antes de la expo. Algo muy lindo de trabajar juntos es que nos empujamos mutuamente hacia esas zonas que nunca habíamos probado antes o que habíamos probado poco, pero hacemos las cosas juntos. Todas las obras juntos.
F.M: Eso es algo choro de nuestra dupla, que quizás no suele pasar, pero literalmente hacemos todo a la par. Quizás las cerámicas fueron más difíciles de hacer de esa manera, pero, por ejemplo, con las pinturas uno empezaba una línea y el otro la terminaba. Todo fue súper equitativo en ese sentido.
¿También hacen las cosas juntos durante el proceso creativo? ¿Las ideas las van aportando mientras va pasando o lo hablan antes y llegan a un “estamos de acuerdo, hagámoslo así”?
F.M: Es una mezcla. Con Matías estamos muy en sintonía el uno con el otro, entonces, obviamente siempre hay algo de conversación y vamos pensando en de qué se va a tratar lo que vamos a hacer, pero mientras estamos haciendo cosas también hay mucho espacio para la espontaneidad porque estamos muy abiertos a que el otro aporte de lo suyo. Las ideas parten en un lugar y después terminan siendo a otra cosa. Las pinturas, cuando las empezamos a hacer, no sabíamos cómo iban a verse al final. Como todo. El corto de quitapenas que armamos fue algo que fuimos resolviendo mientras iba pasando.
Siguiendo la línea de que utilizan muchos materiales distintos en esta exposición, y también habían mencionado que aprendieron sobre cerámica y bricolaje, ¿cómo es trabajar con tantos materiales y soportes distintos en una sola exposición?
F.M: Eso era algo que queríamos aprovechar porque nunca habíamos tenido un espacio completo para nosotros, siempre se trataba de una obra y esa obra era animación, queríamos expandirnos. Creo que ambos somos personas muy versátiles. Ninguno de los dos ha tenido interés por perfeccionar una técnica, como ser expertos en algo, sino que es aprovechar de jugar con los materiales y el interés va por expresar algo a través de un medio, más que perfeccionarlo. Salió muy natural tratar de explorar distintos soportes y que sea lo más diversa posible. Eso es entretenido.
M.Y: Cada técnica que usamos en la exposición tiene sus propios tiempos. Las cerámicas las estuvimos haciendo a lo largo de todos los meses que tuvimos para la expo, pero la animación es muy lenta por su parte y la pintura también, entonces teníamos que ser rigurosos con considerar que, por ejemplo, el óleo se demora en secar mucho tiempo.
F.M: Pero también con muchas ganas de que las cosas salgan de manera genuina y no esperando algo más perfecto o técnico, porque o si no, quizás ni siquiera podría existir esta dupla. Es gracias a ese pensamiento que podemos hacer cosas juntos.
¿Aprovecharon los materiales para construir la narrativa?
F.M: Sí, porque ninguno de los dos había hecho cerámica antes de esta exposición. Matías nunca había pintado en óleo, y la primera animación que yo hice más seriamente fue para la primera obra que trabajamos juntos. Nuestra dupla se ha tratado mucho de que vayamos explorando y abriendo las posibilidades de cada uno.
M.Y: Al final, las distintas técnicas tienen la idea es que trabajen en conjunto para generar una experiencia y una muestra narrativa. Eso es lo que conduce la muestra.
Hay una estética muy tierna en la muestra, que me imagino que fue a propósito. Quería saber cómo juegan, no solo los materiales, sino los colores y el tamaño de las obras, porque son chiquititas. ¿Cómo lograron transmitir la idea de la ternura y la infancia a través de esto?
F.M: Algo lindo que pasó en la exposición fue que tratamos de jugar con las escalas, en general todo lo que habíamos hecho antes eran estos escenarios que siento que nos cautivan mucho – los escenarios pequeños – y la animación stop-motion tiene eso de tratar de escalar la realidad en una maqueta. Creo que es algo que le gustó mucho a la gente de nuestra obra anterior y fue la razón por la que nosotros quisimos hacer estos micro mundos. Eso igual da ternura de una manera muy natural.
M.Y: Como estábamos tratando de meternos harto en esta mentalidad de la infancia y conversar de nuestros recuerdos, yo creo que naturalmente se lee desde la ternura. Entendemos que sea así. Ojalá que pase que la gente recuerde su propia infancia al visitar la expo, entonces es importante que se sienta cálida la muestra. Los escenarios de stop-motion o los muñecos en general tienen esa cosa del juguete o del muñeco, como que dan ganas de acercarse a esas cosas y mirarlas o casi que tomarlas.
F.M: También pienso en que muchos de nuestros trabajos anteriores naturalmente se habían ido a lo ominoso o que daban una sensación de extrañeza, o de algo amenazante, que siempre tendíamos a eso, de alguna manera, y en esta exposición quisimos enfocarnos en transformar esos miedos y cosas que son más negativas en algo acogedor e inspirador, en algo que dé propósito y cosas que se sientan más acogedoras. Creo que la exposición es muy tierna en ese sentido. Miramos nuestras propias infancias con mucha ternura en la exposición.
Creo que igual es de nuestra generación, pensar en la ternura y en la infancia y en rescatar un poco eso. Por lo mismo quería saber qué es lo que esperan que las personas se lleven a la casa después de esta exposición. Quizás seguir con esta idea de volver a creer.
F.M: Si van niñeces a la exposición me encantaría que se sintieran conectadas con lo que estamos expresando, quizás desde algo más actual, si a alguna persona le cuesta dormir o si un niño o niña está con muchos miedos, que se sienta visto, de alguna manera. Creo que eso me hubiese ayudado mucho en algún momento. Pero también a las personas adultas que visitan la exposición, queremos transmitir que volver a la infancia es también una forma de entender el mundo adulto con otros ojos; mirarlo con más asombro, creer en las cosas, relacionarse con los objetos y el entorno de una manera menos jerárquica. También rescato el humor, ver las cosas así.
M.Y: Esto es muy nerd, pero me acordé de una parte de El Hobbit, en la que el rey de los enanos le decía a Bilbo que, si es que más gente en el mundo se preocupara por los árboles de la casa o por las plantas, como entender a los objetos y a otros seres vivos menos jerárquicamente, el mundo sería un mejor lugar. Hay mucho que aprender de los niños, en ese sentido.
¿Qué es lo que les lleva a experimentar tanto con la idea de la sensibilidad y la infancia?
F.M: Yo creo que ambos somos personas muy sensibles y que para ambos la infancia fue demasiado importante. Obviamente es algo que mucha gente comparte, pero creo que ninguno de los dos la ha dejado ir.
M.Y: Mirar hacia atrás ayuda a entender el presente. Pensamos en los miedos, por ejemplo, miedos de la infancia como una fuente de inspiración ahora. Para nosotros es muy enriquecedor recordar y en ese sentido es bacán trabajar juntos porque conversamos y mientras conversamos nos vamos acordando de cosas.
F.M: Hace un par de semanas yo estuve en la charla de Francis Alÿs, que estuvo en el Campus Oriente de la Universidad Católica, y él preguntó qué tan feliz estaría mi yo versión niño por lo que estoy haciendo ahora; si estoy siendo coherente o si estoy escuchando a ese yo niño. Yo siento que Matías y yo estamos respondiendo mucho y escuchando mucho a nuestras versiones de infancia. Es algo que tenemos muy presente. Sentimos que hay demasiado para tomar de esos momentos para vivir la vida adulta con sentido.
¿Cuando chicos imaginaban que iban a ser artistas y tener una exposición?
F.M: Nunca me hubiera imaginado que íbamos a llegar a esto. Yo visitaba harto este museo y me encantaba y es muy loco pensar en que ahora estamos exponiendo acá. Ambos cuando chicos teníamos ganas de expresarnos desde el arte y contar historias. Para mí haber hecho esta exposición es sobre honrar a esa niña que una vez fui. Ojalá que más gente pueda sentir cosas similares estando en la muestra.
En un futuro más próximo, ¿en qué están trabajando? ¿Quieren seguir con la misma idea?
F.M: Ahora vamos a exponer en Espacio Vilches de la Escuela de Arte UC, que es un espacio para exponer en Campus Oriente, y queremos seguir con los escenarios. Siempre volvemos al tema más teatral, de escenarios y escenas, pero esta vez también queremos recopilar historias de otras personas. Trata de encontrar historias de personas más diversa, de distintas edades, y hacer una especie de traspaso o colaboración en un proyecto de escenarios. Pero sí, todos nuestros proyectos futuros tienen con seguir pensando en historias.
M.Y: Con el relato, y aprovechar las exposiciones o distintos formatos de contar historias para tratar de generar puntos de encuentros con la gente. Creo que eso es lo bonito de las historias o de pensar el por qué vamos al cine; contar historias y escuchar historias ayuda a no solo conectarse entre la gente, sino también a conectarse con las propias vivencias, pasadas o presentes.
F.M: Nos gusta mucho este espacio de exposición, son muy bacanes, pero también nos gusta el mundo audiovisual entonces también hemos pensado en cortometrajes que son para ese tipo de formato. Ir jugando entre el espacio del arte y el espacio audiovisual, como el cine.
Construyen las obras buscando narrativa y haciendo escenarios, que les guste tanto el cine. ¿Cuáles son sus referentes para seguir haciendo el vínculo del arte visual con el cine?
F.M: Un referente muy directo son León y Cociña, son artistas visuales que también se mueven en el mundo del cine. Pero también tenemos referentes solo del cine.
M.Y: En general, nos gusta ver películas y tratamos de mantenernos activos en eso. Igual, obviamente, es difícil, pero yo creo que más allá de referentes específicos, siempre que vemos una película la comentamos y sacamos cosas de ahí.
F.M: Fue muy lindo que Vicente (Alessandri) hablara en la inauguración, porque no conversamos mucho sobre lo que iba a decir, pero dijo lo del tema de los nombres en El viaje de Chihiro, porque todo ese mundo de Ghibli, de animación, nos encanta. Cuando nosotros empezamos a trabajar juntos también pensamos mucho en Coraline, en las películas de Laika. Tenemos muchos referentes en el mundo del arte, pero nos gusta también pensar en películas más tradicionales como una fuente de inspiración. Grayson Perry también es un artista que nos gusta harto, que es un artista que es muy diverso con sus oficios y trabaja harto con cerámicas y arpillera. Es muy narrativo, pero tiene un rollo muy contemporáneo de formas de representar más antiguas y los traduce a algo actual con mucho humor, y nos gusta mucho él. En general, hemos estado pensando en artistas que se toman las cosas con ese tipo de actitud, más irreverente, pero también tierna. Pienso que la ternura también es algo atrevido. Quizás lo tierno puede verse más diminutivo, pero es bacán pensar en las cosas tiernas como algo importante o empoderante, como algo que vale la pena y que puede ocupar un espacio. Tuvimos dudas con esto, porque hay ciertas expectativas o formas de hacer que no siempre acogen las cosas tiernas o las cosas relacionadas con la infancia que no tengan un lado ominoso. Fue genuino orientarnos a ese camino de la exposición.
M.Y: Totalmente, no podíamos hacerlo de otra manera. Esto es más genuino con la manera en que queremos contar las historias que queríamos contar. Es verdad que se suele esperar o se suele ver más solemnidad o cosas más serias, pero queríamos hacerlo con más humor. Pero con mucha seriedad igual, tomarlo muy en serio.
F.M: Hay unas flores en la pintura que tienen caras, ojos saltones.
Como un sol en la esquina con lentes.
F.M: Sí, muy así. Quizás si no hubiésemos tenido esas ideas con artistas como Grayson Perry, que hace cosas así y defiende esto, nosotros no podríamos hacerlo. Esto es muy nuevo para nosotros porque estamos recién partiendo y es loco pensar que nos tocó exponer acá recién empezando, con tan poca experiencia. Pero siento que la exposición es un punto de partida para seguir explorando cosas, hacer más cosas juntos, pero también aprovechando de aprender y de confiar más.
Siempre se piensa que la animación es como para niños. Me acuerdo de que Ratatouille le ganó el Óscar a Anomalisa, que también es de animación, pero una “animación adulta” y todos esperaban que fuera una película de niño. Quizás sacar un poco la idea de que hacer arte serio significa que lo haya hecho un niño, si es algo que se hace solemnemente.
F.M: Totalmente. De hecho, las películas que más nos gustan, como El viaje de Chihiro, que fue una película a la que le fue increíble y ganó el Óscar, es bacán que sea para todo público. Creo que las cosas para todo público tienen mucho valor porque es muy desafiante hacer algo que les pueda gustar a todas las generaciones. Es demasiado talentoso. Si haces algo, también hay que reconocer que las infancias tienen la capacidad de entender y disfrutar cosas que, si tú sientes que no lo entienden, vas a hacer algo que es muy simple. Me acuerdo de que leyendo entrevistas de Hayao Miyazaki, siempre decía que había que tomarse muy en serio a los niños. Ellos entienden muchas cosas que los adultos a veces simplifican. Y es verdad que la animación tiene ese sesgo.
M.Y: Quizás ahora se está haciendo el esfuerzo para luchar en contra de ese prejuicio, pero incluso hay gente que piensa que la animación es cine, que hacen esa diferencia. Incluso se habla de la animación como si fuera un género, cuando no lo es. Guillermo del Toro es alguien que está en ese discurso. La animación es cine y puede ser cualquier cosa.
Se defiende que la animación es un medio.
M.Y: La categoría de animación en los Óscar apareció hace muy poco, como a fines de los noventa.
Después de Toy Story.
M.Y: Creo que Pixar también logra eso en general, de películas que pueden ser para todo público y eso es mucho más complejo que hacer una película para niños, pero que tenga chistes que solo los papás entienden. Por ejemplo, Toy Story es una película que, si viste a los cinco años, te puede haber afectado muy poderosamente, y después si la ves a los 30 años la puedes leer a través de las nuevas experiencias que has tenido en tu vida. Es como lo que dicen de El Principito también, que hay que leerlo siempre o de vez en cuando. Es lo más desafiante lograr construir una historia de la que puedas sacar algo, independiente de la etapa de la vida en la que estés.
F.M: En general en los espacios del arte, incluso hablando con la gente del museo, no es frecuente hacer exposiciones que tengan ese tipo de intenciones. No son para todo público pensado desde un principio en esa manera, o no tienen la intención de hacerlo. Obviamente también van niños al museo, pero hay pocas exposiciones que los consideran.
M.Y: Eso era algo que queríamos lograr intencionalmente. Da lo mismo la edad que tengas o quién seas, ojalá que todas las personas que vengan a la exposición puedan llevarse algo, un recuerdo de su infancia. Al final, todas las obras que hicimos son súper íntimas y recogen recuerdos autobiográficos, pero la idea es que esa intimidad se transmita y se expanda.
FICHA TÉCNICA
Título: Quitapenas.
Artistas: Florencia de la Maza y Matías Yunge.
Técnica: Óleo sobre tela, cerámica gres, animación stop-motion.
Año: 2025
COORDENADAS
Museo de Artes Visuales MAVI UC
José Victorino Lastarria #307, Santiago
Sala 3.
Desde el 8 de octubre al 21 de diciembre de 2025.
De martes a domingo entre 10:00 y 18:00 horas.