Crítica de danza “Barroco”: Una atmósfera barroca en pleno siglo XXI

Por Florencia Ponce Allende

La nueva obra coreográfica Barroco, nacida de la colaboración creativa entre el coreógrafo y director artístico del Ballet Nacional Chileno, Mathieu Guilhaumon; y la actriz chilena, y encargada de dramaturgia y puesta en escena, Millaray Lobos García. Nos invita a explorar a través de casi todos nuestros sentidos, la estética barroca de los siglos XVII y XVIII, desde una perspectiva moderna y experimental.

La obra comienza desde el silencio, con un telón en escena que nos recuerda a un palacio de ornamentación barroca, poblado únicamente por un violinista, que, desde el extremo del escenario, comienza a interpretar una melodía. Así se comienza a construir una sensación de suspenso, que se acrecienta al compás de la música, a medida que otros instrumentos se suman. Inusitadamente aparece en escena Millaray Lobos García, quien es depositada con delicadeza en el escenario por otro bailarín. “Todo es ilusión”, nos dice en su monólogo, lleno de gestos delicados y sensuales que hacen que sigamos sus palabras casi moviéndonos al son de su voz y de la música latente y bipolar, que nunca deja de marcarnos el paso y el ritmo. En este cuadro se nos presenta el tono que adquirirá la puesta en escena que durante aproximadamente cincuenta minutos se desentramará frente a nuestros ojos, ya cautivados.

Es así que, a través de pocos, poquísimos elementos, todo danza en escena. Los intérpretes, la música e incluso las luces, lo cual cabe destacar como un trabajo pulcro, detallado y de una creatividad superior de Andrés Poirot, que en su conjunto logra manifestar a través del movimiento y su intrínseca complicidad con la música, un sentimiento de exuberancia, dramatismo y emotividad, rasgos medulares del imaginario que nos convoca, y del cual se hacen cargo en esta obra. Cargando cada instante de una sensación de opulencia y sobreestímulo, que te hace mantener una atención frenética sobre los intérpretes, los cuales se mueven con gran plasticidad alrededor de todo el escenario. Realizando un gran entramado de detalles, multiplicidades de gestos, e insinuaciones musicales que nos envuelven, y nos mantienen sentados a la orilla de nuestros asientos, sin querer perdernos nada.

Tal como en La Ronda Nocturna de Rembrandt, pintura célebre del periodo barroco, en esta propuesta artística, nos encontramos con una simultaneidad de sentimientos, en cada recoveco se expresa una pasión, en cada extremo del cuadro sucede algo distinto, que nos cuestiona y nos transmite un sentido. De la misma forma que la representación pictórica de este periodo, en Barroco se juega con la ilusión, con la perspectiva y la simultaneidad. En juegos de transparencias con el telón, y a través de diseño de la iluminación de Poirot, vemos en escena cuerpos entramados que se repiten, como en un espejo, detrás del telón. Y así mismo, como en la pintura de Rembrandt y muchas obras contemporáneas a ella, los personajes, en este caso los bailarines, se ponen a disposición del claroscuro y el contraste, internalizando esta tensión. Permitiendo que esta contradicción se manifieste desde sus pies hasta la punta de los dedos de sus manos. Mezclando movimientos duros con unos de una delicadeza impoluta. Todo esto cargando de dramatismo a cada imagen que los intérpretes, con gran maestría, nos presentan.

Todos estos elementos se unifican a través de la música, que nos sirve de guía para navegar y terminar de introducirnos en este éter. Gracias a la perfecta labor de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, con la dirección de Pedro-Pablo Prudencio, no queda ningún elemento faltante del imaginario barroco. A partir de piezas conocidas de grandes compositores, se nos presenta un bajo continuo, como un constante contrapunto, que mantiene la tensión y un efecto emotivo que no nos suelta hasta el final de la presentación. Es destacable la gran complicidad que se genera entre la música y la danza, en momentos en los que el violinista les da el pase a unos expectantes bailarines. Todos en escena desarrollando una coreografía que nos recuerda que, en esa unión, se genera una fuerza que no deja a nadie indiferente.

Sin duda alguna, la creatividad artística de la puesta en escena de esta pieza, cumple a cabalidad con esa evocación barroca. Pues este estilo se encuentra desplegado en cada uno de sus componentes, en cada detalle y en cada momento musical, construyendo un juego de tensiones y contrapuntos que nos llevan a una atmósfera puramente barroca, en pleno siglo XXI.

De esta forma, con esta excelente creación, el Ballet Nacional Chileno, su director, la propuesta escénica de Lobos, y la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile nos demuestra que existen estupendos intérpretes en nuestro país, de los cuales todos y todas deberíamos sentirnos orgullosos, y a los cuales deberíamos poner mayor atención, ya que, lo que se va gestando en estos espacios de creatividad, arte y disciplina es realmente virtuoso.

Ficha Técnica

Título: Barroco

Dirección artística/Coreografía: Mathieu Guilhaumon

Dramaturgia/Puesta en escena: Millaray Lobos García

Iluminación y escenografía: Andrés Poirot

Compañía: Ballet Nacional Chileno

Coordenadas

17, 23, 24 y 25 de octubre, 20:00hrs

Teatro Universidad de Chile

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