Entrevista a director y actriz de “Demolición” Héctor Freire y Macarena Leonor: «Nos parece importante que el teatro abra un lugar hacia los mundos imposibles»

Por Tomás Araya

Héctor Freire y Macarena Leonor son fundadores, desde el 2024, del nuevo centro cultural del barrio patrimonial Bellavista llamado Casa Ensayo. Aquí, buscan devolver el valor cultural por el que era reconocido aquel sector. Freire es conocido como un director, dramaturgo y actor que, desde 2012, ha dirigido montajes en su compañía llamada La Letra Roja. Ha dirigido montajes como Cuestión de ubicación, Las hijas de Lot y Novela Teatral. Por otro lado, Leonor es actriz y profesora de teatro, y ha participado en series y montajes como Juana Brava, Lo que callamos las mujeres y El Reemplazante, además de ser parte del jurado de largometrajes en los Premios Caleuche. 

Ambos presentaron su última obra llamada Demolición en este mismo espacio, dirigida por Freire y protagonizada por Leonor. En la función, el público se adentra en un viaje introspectivo de la vida de una vecina que se encuentra fragmentada por el neoliberalismo cibernético, los cuerpos contemporáneos y las soledades hiperconectadas que hay actualmente en la sociedad, además de la pronta demolición del edificio en el que vive.

Tuvimos la oportunidad de entrevistar a Freire y Leonor, quienes, a continuación, nos explicaron el gran alcance que tiene la obra para la sociedad actual chilena.

¿De qué manera surgió la idea para esta obra, cómo la plantearon y cómo se les ocurrió?

Héctor Freire: Demolición parte de una residencia artística, de creación, que hicimos en Casa Ensayo, donde empezamos a hacer una suerte de ensayo de dramaturgia. Ahí yo empecé a escribir monólogos, tratando de poner en esa dramaturgia, en esas palabras, una investigación que había empezado yo. Es tal como lo he hecho como en mis otros trabajos, desde la filosofía política, teniendo una bibliografía particular que incluía textos de Mark Fischer, El manifiesto para cyborg de la Donna Haraway, algunas cosas del filósofo chileno Sergio Rojas, otro texto, Demoliciones, de José Manuel Abad también, que trataba sobre la escritura de Beckett, de Roland Barthes y de otros autores. Trataba de pensar la idea de demolición desde un lugar que tenía que ver con la ruptura, pero también dándole una vuelta a que esa demolición puede ser un espacio para que surja algo, demoler el lenguaje, demoler las estructuras de la dramaturgia, por ejemplo, para que surgiera algo. Eso inscrito en una discusión contemporánea sobre la idea de esta nueva humanidad hipertecnologizada, o lo que también Paul Preciado, que fue otro autor con el que trabajé también, sobre la idea del contexto actual de lo que él llama el capitalismo cibernético o neoliberalismo digital, o neoliberalismo cibernético también. Ahí yo también fui jugando un poco con ese concepto, porque creo que él habla más bien de capitalismo digital o capitalismo cibernético. Yo lo pensaba en el contexto de Chile como la cuna del neoliberalismo y como el famoso experimento neoliberal acá, y de que yo creo que estamos viviendo como en un mundo completamente neoliberal, tenía que ver con eso un poco. Ahí vino la pregunta sobre la demolición de la humanidad, de la democracia, de la política, y otras cosas que tenían que ver más con el contexto contingente de la demolición. Incluso de lo que han sido las tomas o lo que han sido las casas narco, cuando se empezaron a implementar ciertas políticas de demolición para sacar a la gente de sus lugares de residencia, por distintas razones que también están obviamente relacionadas con la política y con el contexto actual de lo que estamos viviendo como sociedad. Así que ese fue un poco como el inicio o de ahí surgieron las primeras ideas y eso se llevó después a una historia, a la historia de esta vecina que está encerrada en un departamento donde le avisan, el administrador de este edificio, que el edificio va a ser demolido por distintas razones. Sea por las mismas cosas contingentes que estábamos hablando ahora, y también porque el edificio está fuera de norma. Ahí se dan como una suerte de argumentos que aportan a la intriga, pero finalmente nos damos cuenta de que esa demolición externa o material del lugar es un viaje más bien hacia una demolición más interna, existencial, incluso del espacio del inconsciente o de la mente de esta vecina, de este personaje.

Entonces, la demolición es como si fuera este barco que va guiando la obra, como la metáfora. Literalmente trata sobre la demolición del edificio, pero igualmente es la demolición, por ejemplo, de la protagonista, de las ideas que ella tiene. ¿Por qué se decidió de que su historia fuera un monólogo? ¿Por qué no se incorporó el personaje de una vecina o el personaje del administrador también?

H.F: En nuestra apertura de proceso trabajamos con abrir la obra hacia esas otras posibilidades. Nosotros habíamos hecho una apertura de este proceso de los ensayos en enero de 2024, pero la obra fue tomando su curso sola porque yo siempre la escribí como un monólogo. Entonces, hicimos la prueba, a propósito de tu pregunta, de qué pasaba con esta obra en donde hubiera más personajes o más voces diferenciadas. Finalmente, ahí tomó la fuerza del mismo texto o la fuerza de las cosas como tienen que ser ahí, son como cosas más del destino. Retomó el cauce original que era un gran monólogo y de un puro personaje y creo que también ayudó a reafirmar las cosas que trata la obra fuera de estas otras cosas que comentábamos antes de la filosofía política. Creo que la obra mezcla esta sensación de ser muy contemporánea, por una parte, como por los temas y por la anécdota, pero pienso que también tiene la belleza de tratar un tema más trans histórico que me parece que es la soledad absoluta de una persona, incluso dentro de una comunidad o incluso la soledad, estando hiperconectada con un teléfono o con una ausencia presente como es esta hija desaparecida o esta hija asesinada. Yo opino que, para nosotros, fue fundamental trabajar la obra con humor, con ironía, sobre esta realidad contemporánea que estamos viviendo y no solamente tomarlo como un drama. Ahí es donde viene este viaje que comentábamos antes. Siempre se habla de las tragicomedias como una suerte de estilo, digamos, de obra, y nosotros, haciendo un juego de palabras, hemos pensado que lo que se está tratando aquí es más de una comitragedia, un viaje que parte desde algo que al público lo captura desde una frescura, desde el humor, y va cayendo hacia un drama político y existencial súper potente, para nosotros también. Nos hemos dado cuenta en la recepción del público, de ese viaje.

Macarena ¿Cómo fue interpretar este personaje de la vecina? A mí me atrajo mucho la manera en que ella era como bien paranoica, que empezaba a hablar de todo, se cuestionaba de todas las cosas que pasaban alrededor del edificio, de la sociedad e incluso de su hija.

Macarena Leonor: Siempre construir un personaje es algo bien hermoso y desafiante. Más desafiante aún es poder construir este personaje en un monólogo, en un unipersonal. Siempre el texto, la letra, nos entrega ciertas características de los roles que nosotros representamos.  Hay hartas cosas de las cuales yo me agarré del texto mismo, sobre todo de esta paranoia, esto de decir algo y después contradecirse. Es como estar todo el tiempo afirmando y negando, como en esta dualidad entre creer en algo y después desmitificarlo. El personaje está constantemente en eso, entonces se empieza a construir también un poquito desde ahí, como desde la duda. Es como un: “¿será cierto o no? Parece que no es cierto, o parece que lo que estoy diciendo es real, o parece que no”. Creo que siempre los personajes, o al menos en mi caso, están dentro de uno, y para esta obra justamente fue así. Se empezó a construir desde el texto con estas características que nos entrega o estas luces que nos da, para luego también llevarlo a escena, desde esa paranoia y después empezar también a construir formas, gestos, etc. También hay un juego con el afuera, con lo que se especula, entonces en ese sentido lo vuelve más peligroso y paranoico. Es como si ella también estuviese en un estado de guerra constante, esto de tomar la silla, de mirar la puerta, de ir hacia la puerta, de escuchar. Es todo eso que tiene la paranoia, que también está puesto como en este estado de guerra que lo da o está dado por la demolición inminente del lugar donde ella vive. Finalmente, empezamos a mirar que toda esta demolición es parte de una cosa psíquica más bien de ella, entonces es bonito ver como esa transformación interna.

¿De dónde surge esta idea de que el principal escenario sean las luces y esta música como espacial y larga que da una sensación de surrealismo?

H.F: Ahí trabajamos con Adam Fresard, que fue el encargado de concretar el universo sonoro a partir de ciertos referentes que habían aparecido ya en el proceso de residencia, de creación. Se trabajó con un imaginario que tenía que ver con la música en 8 bits, con esta idea de la virtualidad de los juegos más retro, que me pareció interesante como contraste, porque eso que en algún momento fue como lo futurista, hoy en día ya se escucha como nostálgico. No sé si pudiste percibir eso en la obra que es una música que aparece como tecnológica, como de computador o de sintetizador. Pero es una música que provoca mucha nostalgia, porque ya es una sonoridad como retro futurista, como nosotros le llamamos. Ahí también hay harto del imaginario del cyberpunk, de las novelas que fueron otros referentes también con los que trabajamos. En la música también se trató de trabajar esos contrastes. Yo creo que la obra también trata sobre las contradicciones, de la relación vital que estamos teniendo hoy día con el mundo, de que todos estamos metidos en esas contradicciones. Eso también fue una postura ética o política que quisimos poner, que no era como hacer un juicio, como decirle al público: “esto es lo que ustedes están viviendo como sociedad”, sino que tratar como de involucrarnos de que nosotros somos parte de la programación de los cuerpos. Ese es otro concepto que me imagino que también lo pudiste ver en la obra como súper fuerte, como la idea de una demolición programada. Nosotros también podemos ser esas vidas que se demuelen, esta sociedad que puede estar colapsando, que hay un derrumbe de ciertos paradigmas, de ciertos modelos. Esto tiene que ver también con esas contradicciones vitales de la sociedad y que nosotros somos parte de esa programación. Incluso un autor que a mí me encanta, que ya no está con nosotros, el escritor argentino Néstor Perlongher hablaba de la programación contemporánea de los cuerpos. Entonces también se trabajó harto con esa idea, cómo estamos programando nuestros cuerpos, que no son solamente los cuerpos separados de la mente, sino que era el cuerpo, los deseos, porque la tecnología ya no es como una máquina que está afuera, sino que se metió en nuestra sensibilidad. La obra trata harto de eso también. No es sobre que nosotros utilicemos máquinas, sino que ese dispositivo ya está como dentro de nuestro inconsciente, de nuestras emociones, de la gente de la que nos enamoramos, de a quién queremos conocer o no, de cómo filtrar el algoritmo para poder tener encuentros con personas que se parezcan más o menos a mí. Ahí vino también una pregunta por el destino, por saber lo que era realmente nuevo, la sorpresa o la experiencia, sobre todo por saber hoy en día qué es vivir una experiencia genuina, si es que hoy día estaba todo programado. Entonces tenía que ver como con esas contradicciones, qué es lo que entendemos hoy día por una experiencia real, si es que realmente estamos programando desde las horas que dormimos, y que los relojes nos marcan los latidos, y a qué hora de la noche dormimos más o menos, que ya sabemos de antes todo el clima que va a haber durante toda la semana. Hoy día la pregunta es qué es lo que es realmente más azaroso.

M.L: Es qué es lo que queda más para la sorpresa.

H.F: Claro, qué es lo que queda como para las sorpresas en un mundo programado, donde se está programando todo, las luces, la casa. Por eso ella habla de estos aparatos que te programan la luz, la hora, cuando entras, cuando sales, una sociedad hipervigilada o hiperprogramada. Nosotros somos parte de esas programaciones, no es que nos programen como a monitos o a videojuegos, sino que nosotros dentro de ese sistema estamos fomentándolo, utilizándolo y todo. Entonces ahí no queríamos hacer un juicio moral de pensar que la tecnología es mala. Eso también es súper importante para nosotros en este trabajo, como no hacer un juicio moral de decir: “esto es malo”. Yo creo que la tecnología entrega muchas oportunidades. Son herramientas incluso para la creatividad y para el teatro. Creo que hay que incorporarlas más que rechazarlas, pero eso no significa que no generen contradicciones. Y otro tema es que la obra está hablando también de las violencias cotidianas, de las violencias invisibles de lo que vivimos en este sistema en la cotidianeidad. Ahí también nosotros pensamos el título, o con lo que trabajamos, sobre cómo estamos viviendo con estas violencias cotidianas o violencias de lo cotidiano. Incluso, uno puede decir más que violencias cotidianas, es como la violencia de lo cotidiano, de una hiper cotidianeidad.

M.L: Finalmente tiene que ver con cómo nos estamos relacionando los unos con los otros, como el contacto entre las personas. Si bien la pandemia igual dejó fuertemente esto del uso de las reuniones remotas, de conectarse a una clase, conectarse a hacer deporte, que sé yo, de alguna forma eso también nos ha alejado. Si bien la pandemia nos hizo mantenernos más cerca los unos de los otros, ahora que ya se acabó es como que, si quedara este resabio pandémico donde, si es que podemos estar lejos del otro y nos viene bien, como que está bien. Entonces se ha perdido el contacto entre los seres humanos. Creemos que eso también está fuertemente puesto en la obra, puesto también en este personaje del administrador. Él es un poco como el antagonista de la historia, en donde ella trata de dialogar con él y resulta que también ahí hay una relación conflictiva de los seres y de cómo estamos dialogando finalmente. Yo creo que habla harto del diálogo y sobre cómo nos estamos traspasando el lenguaje o las maneras de relacionarnos los unos con los otros.

H.F: Ahí yo pienso que el teatro, lo que hemos hecho siempre, tiene algo que decir con respecto a hacer preguntas. Yo opino que la obra propone más preguntas que respuestas, y las respuestas que puede proponer al final, como una idea de desprogramación, se instalan desde un lugar poético, obviamente, y utópico. También nos parece relevante que el teatro siempre tenga esa otra parte, junto con la crítica o la crítica política. Nos parece importante que el teatro abra un lugar hacia los mundos imposibles, hacia posibles futuros, y pienso que la obra también logra hacer eso desde las preguntas. Siempre hay que estar cuestionando al teatro en ese sentido, que el teatro también es parte de esta programación. Nosotros en los ensayos trabajamos también con las luces, que unos pajaritos que aparecen en escena también son como que aparece la naturaleza, pero son pájaros súper programados también. Entonces nos abrió mucho la reflexión, creo que el teatro también siempre se tiene que estar, no solamente cuestionando la sociedad, sino que auto cuestionando también sus modos de producción y sus formas. En ese sentido trabajamos con todas esas herramientas que te estábamos comentando.

¿Qué fue lo que más te gustó de este personaje y poder interpretarlo, Macarena? ¿Qué te gustó de la historia?

M.L: Yo gozo sobre el escenario, me lleno de este personaje. Siento que es como que me viene a habitar completamente de principio a fin. Me parece que las partes que más gozo, de más disfrute, es todo lo del comienzo, donde hay más humor que me permite también a mí estar como mucho más arriba de la pelota y sentir también el contacto con el público. Eso también ha sido súper rico, poder dialogar, porque finalmente estoy sola sobre el escenario con este rol que no siempre abre la mirada a público, pero cuando se abre esta mirada hacia el público es muy rico dialogar con ellos. Ver cómo están ellos también metiéndose adentro de la historia y yo creo que la parte más gozosa, de mayor goce, es toda la parte del comienzo porque es donde hay más humor, y luego también cuando empieza a caer la obra, cuando empieza a entrar como en la profundidad. Hay algo que gozo mucho también y que hay de mucho disfrute de este personaje que es el final, donde ya se despoja finalmente de todas las ataduras, de todas las caras que pone, de toda la paranoia, como si el cuerpo se soltara por completo para tratar o intentar, decir, descifrar o dar una no una solución, una alternativa a la programación que vendría siendo la desprogramación. Para mí, como actriz, el gozo está puesto ahí en esas dos partes, principalmente en el humor sobrecargado de expresividad, en este personaje, y luego también el despojo completo en donde estamos de frente al público hablando como de manera súper honesta y transparente

¿Cuáles son los futuros proyectos que tienen en mente para Casa Ensayo, además de Demolición? ¿Qué es lo que tienen en mente para el futuro?

H.F: Estamos en un proceso de marcha blanca desde el año 2024, donde tuvimos una inauguración con la lectura de Hamlet, de Carmen Berenguer, que fue una inauguración súper significativa por haber abierto el espacio con esa obra y con esa versión de Carmen. Después vinieron muchas cosas y han venido muchas cosas. Han pasado por acá más de 15 compañías, hemos tenido talleres con personas que nosotros admiramos mucho y que en algún momento fueron nuestros maestros, profesores, profesoras, amigos, amigas. Hoy en día ha hecho talleres acá Ramón Griffero, Trinidad González. También Paulina Urrutia estuvo presentando la novela de Ramón Griffero. Hemos hecho hasta la fecha muchas actividades y estamos muy felices con la recepción que ha tenido la comunidad teatral con el espacio. Desde esa marcha blanca hasta ahora, el proyecto a futuro sigue siendo el rescate patrimonial de la casa para que el espacio siga creciendo. Queremos seguir acondicionándolo para que sea un espacio como lo hemos pensado, que su objetivo es que sea un espacio para las residencias artísticas, para la creación, para el arte. Deseamos que sea para recibir proyectos que después puedan ver la luz en sus estrenos y que el espacio sea un lugar para el pensamiento, el pensamiento crítico, para la creatividad y los proyectos que se vienen. Ahora viene un taller que va a impartir la Janina Frutero y esperamos hacer unas funciones más de Demolición en enero, para hacer una segunda temporada. Aparte de que el proyecto está acogido a la ley de donaciones culturales, así que estamos postulando a todos los fondos para poder financiar el espacio y que siga creciendo, para que se transforme en una nueva sala y espacio cultural para las artes escénicas. Esos son como los proyectos más inmediatos y un poco el contexto global de Casa Ensayo.

M.L: Es súper importante para nosotros esta etapa en la que nos encontramos hoy de Casa Ensayo, porque si bien, seguimos en marcha blanca, de a poquito también hemos ido abriendo cada vez más el espacio. Empezamos de a poquito con algunas compañías trabajando acá, y ahora ya estamos empezando a aventurarnos con esta primera temporada de Demolición, como una sala abierta para público como una sala más del circuito teatral. Nuestro anhelo, nuestro deseo, y donde nosotros estamos poniendo toda la energía es para que Casa Ensayo siga creciendo, para que no solo nosotros, como compañía de teatro, como trabajadores de las artes escénicas, podamos gozar de este espacio, sino que además y que es lo más importante, los colegas. Creo que son espacios que hay pocos y que son importantes. Nos hemos dado cuenta de la necesidad que existía de un espacio de este tipo donde uno pueda tener la comodidad, donde se puedan tener todos los implementos necesarios para la creación, y para que finalmente, nuestro rubro, crezca artísticamente en el sentido de poder trabajar tranquilos, de poder estar metidos solo en la creación y no estar preocupándonos si estamos ensayando en el living de la casa o en las salas comunes de los edificios. Es para que podamos tener momentos sagrados de concentración, para que todos los proyectos que pasen por Casa Ensayo crezcan y puedan tener también hermosos estrenos, tanto acá como en otras salas del país.

 ¿Tienen algún último comentario?

H.F: A mi me gusta repetir igual una frase que dije ese día de la inauguración, que tiene que ver con esta idea, por el contexto actual que se vienen las nuevas votaciones presidenciales. Mientras los candidatos y candidatas proponen abrir más cárceles, ampliarlas y centrarse en el tema de la seguridad, nosotros pensamos que Casa Ensayo viene a aportar desde otra dimensión. Viene a aportar desde otro lugar, desde la crítica, desde la cultura y desde el arte, que también son espacios donde se generan comunidad y se pueden tomar alternativas a ese tipo de propuestas. En ese sentido, el arte hay que seguir pensándolo como un lugar de resistencia que vaya a contrapelo o que se contraste con la política actual, contingente, y más bien pensar en lo político y desde una política del arte. Cuando decía esto de las tecnologías, sí tiene que ver con que nos estamos relacionando con nuevas tecnologías de vida y de muerte, y ese tema no sabemos muy bien qué hacer. Con ese contexto creo que todavía estamos con un juguete nuevo. Como humanidad, donde estamos así, es como con un arma letal en las manos y no sabemos muy bien qué hacer con ella. Este nuevo mundo, incluye la tecnología que puede ser pensada como tecnologías de vida o de muerte, pero estamos ahí sin saber muy bien qué hacer con eso y creo que la obra también plantea preguntas sobre eso.

Ficha técnica

Título: Demolición

Compañía: Teatro La Letra Rota

Dirección y puesta en escena: Héctor Freire

Elenco: Macarena Leonor

Universo sonoro: Adán Fresard

Diseño iluminación: Francisco Herrera

Diseño iluminación láser: Olivier & Thümler

Diseño vestuario: Leonor Cortés

Fotografías: Araya Corvalán Fotografía

Realización escenográfica: Fernando Quiroga

Diseño gráfico: Marco Padilla

Community Manager: Gonzalo Henríquez

Asistencia de dirección: Aukan Fuentes
Jefatura técnica: Martín de la Maza

Prensa: Claudia Palominos

Producción: TLR, Olivier & Thümler y Casa Ensayo

Coordenadas

Fechas: viernes y sábados a las 20:00, desde el 17 de octubre al 15 de noviembre del 2025.

Casa Ensayo

Entradas a través de Ticketplus

Entrada general: $7.700

Entrada estudiantes y 3era edad: $4.400

Entrada general 2×1: $3.850

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