Entrevista al actor de “La Verdad” Álvaro Espinoza: “La obra aborda la lealtad y la traición”

Por Galia Bogolasky

Entrevistamos al protagonista de la obra La verdad, dirigida por Álvaro Viguera, del dramaturgo Florian Zeller, que es una eminencia del teatro contemporáneo y que se acaba de estrenar en el Teatro Zoco.

Cuatro amigos, dos parejas y una infidelidad que nadie admite del todo. Lo que comienza como un gesto piadoso –una mentira para “cuidar” al otro– deriva en un juego de versiones cruzadas donde cada escena corrige a la anterior. En ese laberinto se aventura La verdad, la comedia de enredos amorosos del multipremiado dramaturgo francés Florian Zeller,.

Con diálogos vertiginosos y situaciones reconocibles, el público se vuelve cómplice de un vodevil contemporáneo donde la pregunta incómoda insiste: ¿es mejor decir la verdad o saber callarla?

Entrevistamos a Álvaro Espinoza quien interpreta a Miguel, un hombre que está casado con Paula, encarnada por María Gracia Omegna. Su mejor amigo es Lorenzo, interpretado por Nicolás Saavedra, quien está casado con Ana, interpretada por Camila Hirane. Entre complicidades y engaños, los cuatro activan un juego de versiones cruzadas cuando una infidelidad desordena el tablero. Nadie dice todo, todos esconden algo. La comedia se arma como un rompecabezas de escenas de a dos, donde cada encuentro abre nuevas dudas: ¿qué parte es verdad?, ¿qué parte es mentira?, ¿qué tanto preferimos creer?

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¿Cómo llegaste a ser parte del elenco protagónico de esta obra, La Verdad? ¿Qué te llamó la atención del texto para decidir ser parte de esta obra?

Fue una invitación del teatro. La productora del teatro, Francisca Babul, me convocó y, en el proceso de conversación, se fue configurando el equipo. Debo haber sido de los primeros que llamó. Somos cuatro en escena: está Nicolás Saavedra, María Gracia Omegna y Camila Hirane, que fueron apareciendo en el camino. Me imagino que fueron configurando el equipo a partir del llamado que me hicieron a mí, porque hago el protagónico y la estructura de la obra es un protagónico muy relevante en la estructura. Son siete escenas de la obra, y en cada una estoy yo con uno de mis compañeros; nunca se cruzan entre ellos los personajes, sino que son siete escenas distintas. Entonces, me imagino que era importante para ellos tener primero el personaje protagónico para ir configurando el equipo. En ese proceso fuimos dialogando, que siempre es muy relevante: no solo qué vas a hacer, sino con quiénes lo vas a hacer. Se configuró un equipo, para mi gusto, muy buena onda y cercano a mí. A Nicolás Saavedra lo conozco hace mucho tiempo; a María Gracia Omegna también; a Camila Hirane menos, pero también la conozco y les tengo mucha admiración y respeto a su trabajo. Apareció Álvaro Viguera, a quien conozco hace mucho tiempo, con quien he trabajado antes y le tengo mucho cariño. Se armó un grupo muy rico para trabajar, y el texto es muy entretenido. Es una comedia, pero muy bien estructurada. Se va revelando a medida que suceden las escenas y es muy entretenida cómo juega con el tema de la verdad y de la mentira, de la hipocresía, de qué entendemos por verdad y de cuánto estamos dispuestos a estirar el elástico. La verdad es un constructo también social y moral, En general, casi todas las decisiones o la moral de las personas tienen que ver con sus conveniencias, con dónde están parados; todo el mundo va moviendo un poquito la frontera de lo que es y no es verdad. Con eso juega esta obra de manera muy inteligente y cómica. Es muy entretenida.

¿Tú habías tenido la oportunidad de acercarte a algún texto de Florian Zeller anteriormente? ¿Habías actuado en alguna obra de Florian Zeller?

No, de hecho, lo conocía poco. Había visto Padre, que es de otra línea, una obra dramática, con un texto muy interesante que montaron en la Universidad Católica. La dirigió Marcelo Alonso y la protagonizaba Tito Noguera, un caballero con Alzheimer. Toda gira en torno a él, su familia y las personas que lo rodean. Lo que más me llamó la atención de esa obra fue la estructura: cómo mezclaba la realidad objetiva o colectiva con la realidad de la mente de este caballero. La forma en que combinaba estos dos espacios de realidad era muy interesante. Este dramaturgo trabaja muy bien la estructura, más allá del diálogo, que también es excelente.

Él tiene un estilo muy característico, que de hecho esta obra es la obra espejo de La mentira que se dio hace poco, también de Florian Zeller. Aborda el mismo tema, y es bien impresionante cómo hace este juego. Acá el énfasis está en la verdad y en la otra en la mentira, pero era como contrapunto porque al final el juego es el mismo.

Yo no la vi. Pero no sé cuál será la gran diferencia porque está la verdad que todo es mentira, todo el rato.

Cuéntame un poco cómo fue tu trabajo con el texto, porque es muy extenso, es mucho diálogo. Tú estás en todo en todas las escenas, ¿Cómo fue trabajar ese texto? ¿Qué te llamó la atención de la estructura dramática narrativa? ¿Cómo fueron construidos los diálogos?

El autor es super inteligente en la progresión que hace, cómo va revelando la obra a través de los diálogos. Es un desafío super interesante porque es comedia. La comedia tiene ciertas particularidades. El diálogo no es un simple diálogo, es super importante el timing para que la comedia que contiene pueda aparecer, salir y traspasar hacia la platea. No basta con decir el texto, sino que el ritmo en que uno entrega ese texto es fundamental. Más allá de harto texto, de aprenderse la letra, que es el desde, pero ir descubriendo cómo hacer que el texto pueda proyectarse hacia la platea, para que el contenido de comedia aparezca nítido y sea gracioso. Ese es el gran desafío y lo interesante, para mi gusto, cuando uno trabaja textos como estos: ir descubriendo cómo poder iluminar la comedia que está dentro del diálogo. No necesariamente es explícita, pero está llena de puntos, de beats, que, al leer, uno piensa: “Debo decir esto, y cuando lo diga, la gente se tiene que reír”. En este contraste del diálogo, de a poquito, leyendo y volviendo a leer, uno va descubriendo pequeños matices que al principio pueden pasan inadvertidos en la lectura, pero que con la repetición empiezan a aparecer. Yo leo muchas veces las obras. Empiezas a relacionarte de otra manera, es como cuando uno ve una película por segunda o tercera vez, aparecen cositas, que es super importante, que uno como actor o director, que trabaja en el mundo del teatro haya leído muchas veces y haya pasado por ese proceso de ir viendo más en profundidad lo que hay en el diálogo. La pega nuestra es hacer que eso se ilumine, y aparezca y sea nítido para la platea. Este trabajo es super interesante y tiene que ver con la repetición y es tratando de profundizar, más que fijar lo que hacemos, se trata de descubrir y abandonar, para poder descubrir otras cosas. En el proceso de ensayo y después con el público, ir de a poco llegando a ese punto en que la cosa tiene la precisión que uno necesita.

El texto no te suelta y no te permite desconcentrarte. Todo tiene relación con lo que viene. Cada elemento tiene una importancia. Mientras ibas construyendo el personaje, en el proceso de ensayo ¿Cómo acercarte a esos elementos, cómo rescatar ciertas características del personaje, para que el público pueda engancharse con su historia, con su rollo, con su punto de vista?

Una cosa es lo que tú dices, el texto se va revelando y van apareciendo cosas; hay que estar muy atentos. Pero es como en la comedia o en un chiste: si en algún momento me demoro, el público tiene tiempo puede adivinarlo, porque tampoco es tan complejo, a veces cae de cajón. Lo que requiere, ese timing para ir más adelante del público en la narrativa, pero tampoco tan lejos que se pierda, para poder guiar el descubrimiento que hace el público de la trama y de todas sus imbricaciones que tiene esta cuestión. Es enredada, son siete escenas. Diría que las tres primeras son de presentación, pero a partir de la cuarta empiezan a aparecer las revelaciones, el juego entre la verdad y la mentira: qué es verdad, qué es mentira y cómo incide eso en este persoanje, en el protagonista. Cómo se van tomando todas estas revelaciones y cómo van cambiando las perspectivas de las cosas, porque la verdad es que cada uno tiene un punto de vista y siempre se acomoda un poco a su propia emocionalidad. Aquí nos encontramos con un personaje que de repente es super mentiroso, engaña a todo el mundo, pero es capaz de dar vuelta las situaciones y sentirse víctima, como diciendo: “Todos me engañan a mí”. Poder dar vuelta la situación y eso es super inteligente del autor: cómo va haciendo esa progresión, pero era super complicado para nosotros, porque a partir de un momento se empieza a abrir sin parar, y cómo poder dar esa progresión sin terminar siempre haciendo lo mismo, que cada una sea un poco más. Era mucho más interesante pensar en como este tipo que, al parecer se las sabía todas, es super canchero, termina super patético, termina dando un poco de pena. Eso es, sobre todo, labor del director. Es super difícil uno desde dentro del escenario, porque, como actores, siempre estamos tratando de componer desde dentro del personaje. En este tipo de comedia, a veces no está en el personaje, está en las circunstancias situación y en el contraste del diálogo. Uno puede sucumbir a la tentación de trabajar desde cierta emocionalidad, cuando el ritmo de la obra y la escena requiere algo mucho más dinámico. No siempre te da la oportunidad de detenerte en la emoción y construir un personaje desde ese lugar, sino que requiere  imprimirle cierto ritmo y trabajar en pro del objetivo de la escena y no del personaje. Ahí está la mano reguladora del director, que desde fuera va diciendo: “aquí distendamos un poco, aquí aprieten”. Esa es la artesanía del director respecto al timing de la obra, cómo ir entregando información, cómo tomar los distintos elementos que van apareciendo en el diálogo. Eso es labor del director, y la de uno confiar plenamente y entregarnos a esa mano.

Tú siendo director también, habiendo dirigido mucho teatro, ¿cómo fue tu trabajo con Álvaro Viguera en ese sentido? ¿Cómo te pones en el rol de actor en este lugar? Me imagino que ahora también tienes opiniones como director.

Claro, uno dialoga y dice “mira, yo pienso esto”, uno siempre puede estar opinando, pero, en general, y desde mi perspectiva, el trabajo del actor es de sumisión total. Uno puede aportar y tratar de poner puntos de vista, pero no cuestionar la mirada del director, porque esa es la mirada que prevalece, finalmente. Nosotros, arriba del escenario, somos intérpretes. Pero es necesaria la confianza, más allá de la opinión. Yo puedo tener opiniones divergentes muchas veces, pero es súper necesario subirse a un carro, que es la opinión del director. Es su punto de vista sobre la dramaturgia, lo que ponemos en escena. Nosotros complementamos eso, tratamos de matizarlo lo más posible, darle verdad a la actuación y al diálogo. Pero, lejos, en ese sentido, lo más importante es poder hacer el ejercicio de confianza y subirse al tren que propone el director.

Te quería preguntar sobre la temática que aborda la obra, que es el tema de la infidelidad, que Florian Zeller lo ha trabajado muchas veces, dos parejas de amigos que se van involucran do unos con otros, pero todo parte con una pareja que es infiel y los otros son la pareja de amigos. ¿Crees que es un tema que a la gente le importa, que la hace sentirse identificada o que permite reírse? ¿Cómo crees que resuena este tema de la infidelidad en el teatro?

Creo que el tema es un gancho más bien, porque no siento que el tema de la obra sea la infidelidad, claramente, el tema es la verdad, es una reflexión acerca de la verdad. Pero de todo lo que sucede en la obra, entre las parejas y todo, yo creo que lo más relevante, finalmente, es lo que sucede entre los amigos. En ese sentido, la obra, más que hablar del concepto de infidelidad, aborda la lealtad y la traición: ese contraste entre lealtad y traición, y cómo cada uno puede definir eso. De hecho, con mi amigo, que es Nicolás Saavedra en la obra, tenemos un diálogo respecto de eso: “Chuta, yo soy amante de tu mujer”, pero eso queda como un dato, porque nuestra conversación tiene que ver con la lealtad y las traiciones entre nosotros. Podría haber sido otro tema: negocios, quizá una traición en términos comerciales. Pero, en el fondo, por lo menos el personaje traslada hacia allá su emocionalidad, es decir, esto es lo que más duele: la mentira, en todos los planos. Ahí está el tema de la traición versus la lealtad. Yo puedo haberte hecho algo a ti, pero te soy leal, porque yo, en el fondo, no pongo en ese canasto la relación que tengo contigo, sino que la pongo en este otro, y desde ahí miro la realidad, siempre es súper subjetivo. Por eso te decía al principio, uno acomoda los conceptos de verdad, de lealtad, más o menos a lo que uno vive, a lo que a uno le conviene. Entonces, en ese sentido, la moral siempre es súper elástica. Yo creo que está más bien en ese punto, más que en la infidelidad misma con la pareja, el tema de la obra está ahí, en ese sube y baja entre la traición y la lealtad, en términos generales.

Te quería preguntar sobre el tema del género. ¿Cómo te manejas tú con este género? Has trabajado mucho con drama, con distintos géneros. ¿Cómo te sientes con la comedia?

Creo que, cuando la comedia está bien escrita —soy majadero en esto, un poco—, tiene que ver con confiar en lo que propone el autor, en confiar en la dramaturgia y buscar la manera de entregar eso. Me encuentro muchas veces, en muchos trabajos, que los colegas empiezan a leer y empiezan a modificar los textos. Lo primero: “No, esto mejor así, esto mejor así.” Y yo soy más bien de la idea de buscar, lo más posible, el sentido que tiene el texto, y en el mismo ensayo, que sea el mismo escenario, la repetición, la que digan: “¿Sabes qué? Esto funciona mejor de esta manera que de esta otra.” Más que uno, a priori, decir, sabes que yo, porque es lo que a mí me parece interesante, poder descubrir lo que hay en el texto, más que imponer una mirada mía, que siempre es un prejuicio, al final. Pero la comedia, tiene que estar muy bien escrita. Al leerla empiezo a entender que es como un manual, está súper bien escrita, con los puntos, los beats de comedia. Tú dices aquí que la gente se va a reír, esto debería funcionar, esto debería tener este timing, una pequeña pausa, acelerar el ritmo aquí para poder llegar a este otro arco. Hay que ir hilvanando esos momentos, que están súper nítidos en este texto, porque está muy bien escrito. Es una comedia súper inteligente. Entonces, básicamente, se trata de confiar en esa dramaturgia y subirse a ese carro.

¿Qué le podrías decir a la gente para invitarla a ver la temporada de La verdad en Teatro Zoco? ¿Por qué no se la pueden perder?

Uno siempre dice esto, y el comentario siempre es muy cercano. Pero ya tuvimos nuestro primer fin de semana, estrenamos. Los estrenos son siempre súper difíciles y, en una comedia, además, sobre todo es un género que es imposible de hacer solo en los ensayos, es fundamental la platea. La comedia es un diálogo con la platea, y es en ese diálogo donde se va afinando ese timing del que hablo, para que las cosas aparezcan y se iluminan mucho mejor: aparezca la comedia, aparezca la risa. Tuvimos un estreno, estábamos súper nerviosos, porque llegamos súper ignorantes: estábamos solos nosotros, era el primer día con mucho público, ¡y la obra funcionó la raja! La gente se rió durante todo el estreno, durante toda la función. Fue bien sorprendente, y tuvimos también el sábado y el domingo tuvimos una súper buena recepción. Les puedo asegurar que lo van a pasar increíble. La obra es súper entretenida, dinámica, rápida; se hace súper corta, y es muy reconocible. No solo la gente se ríe, sino que comenta todo el rato, lo que es muy entretenido, porque tú escuchas: “¡No, no puede ser!”, “¡Oh, se pasó!”, “¡Qué cara de raja!”. Están todo el tiempo comentando los diálogos y las escenas. Eso es lo entretenido de la comedia: que la gente no solo se ríe, sino que participa activamente. Así que se las recomiendo mucho. Tenemos una rica temporada en el Teatro Zoco: la sala es súper cómoda, exquisita. Vayan a vernos, lo van a pasar súper bien. De eso estoy súper seguro.

Ficha artística y técnica

Título: La Verdad

Dramaturgia: Florian Zeller

Traducción: Fernando Masllorens y Federico González del Pino

Dirección: Álvaro Viguera

Elenco: Camila Hirane, María Gracia Omegna, Álvaro Espinoza, Nicolás Saavedra

Diseño de escenografía: Manuel Morgado

Diseño de iluminación: Andrés Poirot

Diseño de vestuario: Elizabeth Pérez

Composición musical y diseño sonoro: Marcelo Vergara

Asistente de dirección: Samuel Garrido

Realización de escenografía: Fernando Quiroga

Maquillaje y peinados: Margarita Nilo

Fotografías: Daniel Corvillón

Coordenadas

Temporada: 17 de octubre al 23 de noviembre
Funciones: jueves a sábado, 19:30 h; domingo, 18:00 h
Lugar: Teatro Zoco (Av. La Dehesa 1500, Lo Barnechea)

Entradas y valores
General: $20.000 (más descuentos asociados)

Movilidad reducida y vista parcial: $10.000 (sin descuentos)

Menores de 30 años: $10.000 (sin descuentos)

Entradas a la venta en Punto Ticket

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