Por Álvaro Guerrero
Hay cosas que hunden su historia y origen en el mito, por eso son eternas, multiplican sus posibilidades de interpretar lo que ocurrió en el pasado en diversas direcciones. El origen aquí radica en la reconstitución de escenas de la vida de David Arellano, futbolista de los años veinte, que habiendo jugado para el equipo decano del fútbol chileno, Magallanes, decide romper con la dirigencia dado lo poco equitativo del reparto de las ganancias entre dirigentes y jugadores. De estos últimos, Arellano se lleva con él un grupo nutrido, que termina definiendo los términos en los que se organizaría un nuevo Club de fútbol. La reunión se llevó a cabo en el Quitapenas, el emblemático bar y restaurante ubicado al frente del Cementerio General, en Avenida Recoleta esquina Santos Dumont, donde hace poco tiempo oí a un hombre que hablaba, como exclamando, sobre el barrio y ese emblemático local, partes de los territorios de este fundador: “Todas estas calles eran sus barrios, los barrios de David Arellano, el Quitapenas”, casi rezaba el tipo en voz alta.
El elegido para interpretar a Arellano es Benjamín Vicuña, integrado al relato documental como figura que aporta con su voz en off en la narración y aparece ocasionalmente como hincha vestido siempre a la usanza de sus años, los veinte. También la primera parte transcurre ficcionada, un relato con actores y dirección de arte desde los que se cuenta momentos clave en el liderazgo de Arellano, y algo de su historia. Pronto salimos a la luz del documental más tradicional, llevado a cabo sobre todo con recursos de archivo periodísticos múltiples, en un montaje que hace directo eco del reportaje de prensa televisivo, pero apuntando a una estética de mayores dimensiones. Lo que se hace es saltar de un punto a otro en la línea temporal de la historia del Club, sus mejores y peores momentos a través del siglo XX y XXI, las grandes campañas y la amenaza cierta, en un momento casi rotunda, de quiebra. En este plano destaca la idea de que Colo Colo ha sido protagonista de evoluciones fundamentales en el profesionalismo del fútbol chileno, en la aplicación de tácticas de juego más avanzadas, saltos a la modernidad. Esta inercia natural hacia adelante tiene su equilibrio en la presencia constante, pero en segundo plano, de Benjamín Vicuña como el fundador popular, el que en 1925 decide que sea un Club deportivo pero también “social”. El paso, ochenta años después, a convertirse en sociedad anónima y administrada por “Blanco y negro”, durante la crisis de comienzo del milenio, es contada dentro de las lógicas del periodismo deportivo en televisión, con más imágenes, testimonios, pero como un punto más en equivalencia a los logros futbolísticos o los hitos en contrataciones, inauguración de un estadio propio, felicidades y desgracias del devenir histórico del equipo y su nombre.
Cada quien quiere llegar a los momentos deportivos contemporáneos a sus memorias vitales, y los que son más hinchas, para quienes está dedicado este documental, habrán visto ya muchos de los registros audiovisuales o fotográficos destinados a cada secuencia, a cada reportaje. Una de las gracias es que siempre hay más, la suma de archivos conocidos y otros de primicia para cada evento narrado es algo que enriquece el recorrido y envuelve al espectador en esas historias. Algunas son particularmente bulladas y aun candentes: la escandalosa, evidente, forma en que beneficiaron a Independiente de Argentina para que Colo Colo no alzara aquella Copa Libertadores de 1973, con el llamado equipo que “pospuso” el Golpe de Estado. El recordatorio espontáneo de que la identidad y suerte del Club va estrechamente unido al destino del país, que vienen y van de la misma raigambre.
Hay viejos y viejas hinchas, apasionadas de toda una vida de seguir y convivir en contextos del Club, entre partidos y actividades comunitarias, muchos, muchísimos testimonios de ex jugadores emblemáticos, el rechazo de Caszely a saludar a Pinochet antes de partir a Alemania 74’, el partido a muere-muere contra Universidad de Concepción para definir quien se iba a segunda, la copa Libertadores ganada por el equipo femenino y por supuesto mucho de la gesta monumental e inolvidable del 91’. Dentro de sus límites y ambiciones, Eterno entretiene mucho, y como es obvio, puede fácilmente emocionar ante el caudal de imágenes, del museo en vivo de la historia de algo querido. No es un dispositivo que plantee muchas preguntas porque se sabe más destinado a la exhibición, al reencuentro. No pretende por ello, desarrollar una visualidad más abstracta o detenida, que por ejemplo pudiera captar el fervor popular dentro del estadio mismo, o plantearse cuestiones sobre los cambios históricos de club social a sociedad anónima, y la relación de esto con los hinchas.
Eterno cumple contando lo que promete de la memoria colectiva de Colo Colo, pero se queda corto en desarrollar más la raíz histórica de la breve y apasionada gesta de David Arellano. Esto habría logrado conectar en la narración, a un nivel más emocional y sutil, la raigambre de origen del Club, el mundo de aquel Chile alrededor de este hombre y sus cercanos, con el Chile que se pretende definir como el de “siempre”.
Ficha Técnica
Título original: Eterno
Dirección: Fernando Lavanderos
Reparto: Benjamín Vicuña, Carlos Caszely, Claudio Borghi, Lizardo Garrido, Leonel Herrera, Daniel Alcaíno
Música: Anita Tijoux
Duración: 107 minutos
Género: documental, futbol
País: Chile
Estreno: 30 de octubre
Distribuidora: El Camino
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