Por Ana Catalina Castillo I.
Si hay una obra clásica del mundo del ballet infaltable en vísperas de Navidad, esa es Cascanueces. Creada para el Ballet Imperial Ruso, la pieza musical de Piotr Ilich Tchaikovsky está en el inconsciente colectivo, sobre todo gracias al sonido de la celesta. Dicho instrumento hizo su aparición, justamente, para el estreno de esta obra, en 1892, en la escena de la Danza del Hada del Azúcar, que forma parte del acto segundo de este ballet cuya coreografía original se debe a Lev Ivánov, discípulo del gran Marius Petipa.
Una de las características de esta centenaria obra es que convoca a un público de distintas edades. De hecho, en la función a la que asistimos había público infantil que celebraba cada tanto y aplaudía espontáneamente. Su carácter popular se asentó desde sus inicios pues se apartaba de los argumentos dramáticos, como el de La bella durmiente (1890), el anterior ballet compuesto por el músico ruso; el primero había sido El lago de los cisnes (1877). Por lo mismo, en sus primeros años tuvo que soportar la crítica que tildaba de liviano el argumento.
La historia, basada en un cuento de E.T.A Hoffmann y luego adaptada por Alexandre Dumas (padre), sigue a la niña Clara, quien en Nochebuena recibe de manos de su padrino Drosselmeyer, un cascanueces. Al quedarse dormida ocurre la magia, porque el muñeco, ahora convertido en príncipe, vivirá junto a ella diversas aventuras.
La Compañía Gala, a cargo de la versión que vimos, la puso en escena con los dos actos originales: la fiesta de Navidad, más la batalla contra el Rey de los Ratones y la visita al Reino de los Dulces. Este segundo acto quizás sea el más querido, porque congrega a personajes de distintos lugares y cuyos movimientos musicales se hicieron más populares, querámoslo o no, gracias a la película Fantasía (1940) de Walt Disney, quien incluyó la suite en la recordada cinta.
El elenco, lamentablemente, resultó algo irregular, aunque con intervenciones destacadas de los solistas. Entre los aciertos de esta puesta en escena se destaca la ecléctica coreografía de los ratones, pues incorpora en un ballet clásico movimientos más propios de la danza moderna como el trabajo de suelo, aportando un carácter más lúdico y libre a la escena.
La escenografía simple pudo haberse enriquecido, tal vez, con una iluminación más adecuada. El vestuario, sin embargo, estuvo a la altura de una obra como esta. El sonido, a pesar de no contar con una orquesta en vivo, resultó satisfactorio. Lo mejor fue que el entusiasmo del elenco logró contagiar al público presente y su Cascanueces trajo el encanto navideño una vez más.
Ficha técnica
Título: Cascanueces: Un cuento de Navidad
Música: Piotr Ilich Tchaikovsky
Dirección y coreografía: Daniela Murias
Elenco: Gala Compañía Escénica
Gala Producciones
Coordenadas
Teatro UC
Jorge Washington 26, Ñuñoa, Región Metropolitana, Chile
Única función: 3 de diciembre de 2025
20 horas
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