Por Javiera Hojman
El cortometraje de Nicolás Pereda gana muchísimo en emotividad cuando lo ves conociendo la historia de la cineasta belga Chantal Akerman. Hay aspectos de su vida que podemos sospechar a partir de la voz que escuchamos en el corto, pero mirarlo cuando has visto películas de la homenajeada permite acceder al contenido más emotivo que hay en lo que se relata y especialmente en las imágenes que aparecen. Este corto se enmarca en el proyecto audiovisual Las cartas que no fueron también son, en que un colectivo de directores se dirigen a otro cineastas que no conocen personalmente a partir de cartas filmadas.
Durante los 5 minutos que dura este cortometraje se nos muestra el proceso de una mujer mientras acondiciona la casa a la que se acaba de cambiar, barriendo, decorando, poniendo cuadros. En paralelo, escuchamos cuatro cartas que le envía el hombre con el que se comunica para acordar el arriendo de esta casa, en Ciudad de México. Entramos en esta dinámica lúdica en que solo nos muestran un lado de la historia, solo las cartas de él, y es el espectador el que tiene que suponer cuales son las respuestas de Chantal.
El corto empieza con una fotografía en blanco y negro de una mujer desnuda, tapada e impactante. A continuación vemos a la protagonista entrando un cuadro en una casa, una pintura en que tonos azules y blancos son cubiertos por un potente rojo que parece evocar manchas de sangre. En este cuadro se hace mucho énfasis, y se vuelve a él a lo largo del corto. Es interesante cómo se toca el tema de lo visual, la potencia que tienen las imágenes para la percepción de la vida. La dueña de la casa, que es la hermana del narrador, es pintora, y su hermano la cita hablando de la relación entre la pintura y el cine: “el cine supone ponerle un uniforme a un ojo que hasta entonces había ido desnudo”. Con este juicio potente se ponen en la balanza el filtro que nos da la creación cinematográfica para acceder a la realidad y la libertad interpretativa que nos da tener una sola imagen.
No sabemos qué hace Chantal en esta ciudad, por qué pretende arrendar, qué es lo que busca. Vemos que intenta poner las cosas en su lugar, la vemos barriendo hojas, y podemos saber un par de cosas sobre sus preocupaciones y sus intereses. Se nos presenta como un personaje misterioso. Incluso cuando podemos verla hacer cosas tan íntimas como poner en orden las cosas que la rodean, no tenemos acceso a sus pensamientos, solamente a la forma en que el mundo a su alrededor la percibe y reacciona ante ella, y cómo responde a sus preguntas.
Probablemente una de mis cosas favoritas de los cortos es la forma en que ningún detalle queda al aire. Son solo cinco minutos para contar una historia, así que cada palabra, cada silencio y cada imagen tiene que sumar, y todo tiene que formar parte del gran esquema que se va armando en la mente de los espectadores. Esto Nicolás Pereda lo cumple bastante bien, y deja con ganas de saber más y de leer las cartas con la voz de Chantal para completar el escenario.
Ficha técnica
Título original: Querida Chantal
País: España / México
Duración: 5 minutos
Director: Nicolás Pereda
Reparto: Catalina Pereda
Plataforma: Festival AntofaCine
Fecha de estreno: 2021