Por Vale Jauré
Un martes trece, a los 91 años, falleció el cineasta franco-suizo Jean-Luc Godard. Con una filmografía de 131 películas, nos deja uno de los más grandes realizadores de la historia del cine.
Pero ¿Qué puede significar este deceso para el gran público? En tiempos de super producciones y super héroes, ¿Podría ser relevante la obra de quien dijera que “el cine habita en él”?
Quizás la manera más honesta de rastrear sus huellas es observar a algunos-entre tantos- de los directores que ha influido a lo largo del tiempo.
1.- Pulp fiction (1994)
Empecemos con un amor no correspondido: Quentin Tarantino, como gran amante del cine, idolatra a Godard, así podemos ver que su productora fundada en el año 1991 A Band Apart Films, lleva dicho nombre en honor al filme Banda Aparte, estrenada en 1964 que, a su vez, está basada en una novela Pulp estadounidense que mezcla cine negro, comedia y drama.
Y no se queda en eso, sino que la película del cineasta francés nos relata la historia sobre cómo la jovencita Odile (Anna Karina) es convencida por dos ladrones aficionados (Claude Brasseur y Sami Frey) para robar en la casa en la que vive. Bueno, en cierto momento ese trío se encuentra en una cafetería y se levantan y comienzan a bailar, este momento icónico por sí solo sirvió de inspiración a Tarantino para dar lugar -treinta años después- a la otra escena icónica de baile en Pulp Fiction, esta vez, con Uma Thurman y John Travolta como protagonistas.
Sin embargo, a Godard la figura de Tarantino no le parecía muy agradable. Y es que para este director que comenzó como escribiendo críticas cinematográficas en la mítica revista Cahiers du Cinema, llegó a llamar cretino al estadounidense. Y una vez dijo: «Tarantino llamó a su productora [Band Apart] como homenaje a una de mis películas. Preferiría que me hubiera dado dinero«
2.- Blade runner (1982)
Tras pasar de la crítica a ser cineasta -uno de los pocos que ha salido así de victorioso en ese trayecto- Godard formó parte del movimiento de la Nouvelle Vague, que se caracteriza entre otras cosas, por utilizar cámara en mano, la luz natural, el sonido directo, además de los diálogos improvisados.
En 1965 nos trae un mundo futurista con un muy bajo presupuesto con el largometraje Alphaville. En él mezcla el cine negro con la ciencia ficción. Así, encontramos al agente Lemmy Cuation, que se infiltra en la ciudad de Alphaville con el objetivo de encontrar a otro agente desaparecido y asesinar al creador de la villa, el científico Profesor von Braun. Ahí aparece Natascha, la hija del Profesor, con quien nace un interés romántico que complica todo.
Si hay algo a lo que se asemeja es a Blade Runner, dirigida por Ridley Scott y basada en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick. Sobre todo, en la combinación entre cine negro y ciencia ficción. Y en la visión de una ciudad del futuro que contiene elementos del pasado con tecnología inimaginable, volviendo más real aquellos escenarios.
Y no nos olvidemos, del monólogo final del replicante, fruto de la improvisación en que señala que con su muerte: “Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.”
3.- The French Disptach (2021)
Si en Cahiers du Cinema se proponía la idea del cine de autor, en contra de las grandes producciones hollywoodenses (que según vemos nada tienen de nuevo) y, además, sumamos las ideas de la Nouvelle Vague, como es el uso de la elipsis, los planos secuencias, entre otros. Hay un nombre de estos tiempos que resalta: Wes Anderson.
Y en French Dispatch (en castellano La crónica francesa) en una de las historias, protagonizada por Timothée Chalamet, que parece sacada directamente de aquella revuelta del mayo del 68 en que las protestas estudiantiles y sindicales se tomaron Paris y el resto de Francia. Puesto que Godard junto con otros contemporáneos lograron paralizar el Festival de Cannes de ese año, y no solo eso, sino que puso su obra al servicio de las causas sociales que rechazaban el capitalismo, la sociedad de consumo, el autoritarismo y el imperialismo.
Estas líneas son muy escasas y faltas de talento como para ser capaz de abarcar lo que para el cine significó – y significa- la obra de Godard. Por lo que solamente deben tomarse como pequeños hilos de los cuales puede tomar alguno para ir desenhebrando las múltiples madejas por las que el cineasta francés impactó en la forma de hacer cine.
Es entonces que, para el gran público es una oportunidad de conocerlo, o de revisitarlo, o de valorar aquellos gestos que se pueden observar en sus múltiples películas. Ya que el arte tiene como particularidad que puede perdurar más allá de sus autores.
Y lo mejor del arte, es que son mucho más y muchos mejores que sus propios autores.