Por Eduardo Taylor
Fred Kelemen es un reconocido director de cine y teatro alemán. Ha trabajado en estrecha colaboración con Béla Tarr siendo director de fotografía en filmes como The turin Horse (2010) The man from London (2007) y Missing People (2019). En una época donde abundan las imágenes y aplicaciones de video, donde todo puede ser publicado y editado ¿cómo se debe hacer cine? A esta pregunta respondió Kelemen en una Masterclass vía Zoom con estudiantes de cine de la Universidad de Chile.
“Una cámara dentro de un teléfono por sí sola no hace ninguna imagen, necesita una persona que haga esa imagen. Es decir, lo que importa es la persona que está detrás, su corazón, su alma. Qué es lo que va plasmar en ese momento con ese celular”, dice Kelemen e incluye “Yo no creo que los nuevos medios nos hayan quitado algo, pero si han mandado a mucha más gente sin talento a producir imágenes”.
Para el autor el problema no es la técnica, sino el cuidado con el que se usa la técnica. Mucha gente tiene acceso a las imágenes sin pensar sobre las imágenes. ¿Cuantas imágenes vimos el día de hoy que recordaremos en diez años ? La mayoría son desechables: “Hoy cualquier niño de diez años puede tomar su celular hacer unas imágenes y mandarlas al mundo. […] El acceso a la audiencia es mucho más fácil y eso produce automáticamente más basura. […] No basta con solo mantener la cámara sobre algo”.
Kelemen comentó su último trabajo con Béla Tarr llamado Missing people estrenado en abril del 2019. Más que una película fue una performance o intervención de cine expandido en el Museo de Viena. En ella un grupo de refugiados de guerra, inmigrantes y personas sin casa se toman un elegante y reconocido centro de eventos de Viena. Allí comen los restos de comida de un banquete que había anteriormente, cantan, hacen fuego y duermen.
“Fue un trabajo muy poético, es un retrato de la gente sin casa y lo especial de esto es que la película la mostramos en este mismo centro de eventos. Es decir, los espectadores que ven esta película están sentados en el mismo lugar donde se grabó la película […] de alguna manera el espectador toma la posición de la gente sin casa, de alguna manera se convierte en gente sin casa, se ponen un poco en su lugar” declaró Kelemen.
Ahora bien, ¿cómo podemos producir imágenes que permitan al espectador empatizar con lo que ve? Para Kelemen es necesaria una nueva forma de relacionarse con las imágenes, y eso puede ocurrir tanto en las nuevas formas de los medios como también en una pantalla convencional de cine. Vivimos en un mundo donde somos continuamente bombardeados de imágenes: “¿Cómo podemos generar imágenes que no estén muertas? ¿Imágenes que hablen, que establezcan una comunicación con nosotros y que nos despierten?”, dice el autor.
Es común hoy en día ver fuertes imágenes de procesos sociales y políticos. Vemos imágenes de guerras, niños muertos en el mar, hambrunas y protestas. Kelemen nos habla de la foto de Aylan Kurdi, niño muerto en las costas de Turquia el 2015: “Cuando una imagen se convierte en un icono, en ese momento no tiene ninguna fuerza de cambio o trasformación, porque se deja consumir bien. Y, claro, la gente puede decir tranquilamente qué pena, pero cada uno sigue con sus vidas. Estar conmovido por una imagen para la gente es bien bonito, porque les demuestra que poseen un alma, pero realmente no los toca. Porque la mera reproducción de la superficialidad de aquello que vemos, siempre se queda solo en la superficie. Todos hemos visto atrocidades en el cine, todos hemos visto gente partida en pedacitos, cabezas que van por el aire, violaciones, mares de sangre. Hay que encontrar otro idioma de las imágenes, imágenes que van más allá de las superficie”.
¿Qué sería una imagen que va más allá de la superficie? Para Kelemen serían imágenes que entran en el campo de lo poético. Una imagen comienza a hablar cuando relata aquello que está detrás de la imagen, cuando lo visible empieza a contarnos lo invisible: “Una escena sobre la guerra no nos va contar nada sobre la guerra si vemos gente disparándole los unos a los otros, debemos pensar en qué significa la guerra metafísicamente. Cuáles son los elementos esenciales de la guerra en un nivel más metafísico y encontrar para ello las imágenes”, dice el director.
Kelemen manifiesta un fuerte rechazo frente al naturalismo: “El naturalismo no sirve […] aquello que nos toca siempre es un elemento mucho más grande que la realidad externa que vemos. Hay que encontrar un lenguaje poético para poder hablar de aquello que está detrás de la realidad, pero esto no significa que lo poético sea algo siempre muy dulce, simpático y lindo, lo poético puede ser también algo doloroso como un poema de Rilke que dice cada ángel también es horrendo”.
Así concluyó la Masterclass del destacado cineasta, manifestando que la verdadera realidad no está en el mero registro de los acontecimientos o su recreación naturalista, sino en la búsqueda de lo poético.