La presente exposición especialmente diseñada para la Sala Pedro Olmos de la Universidad de Talca, considera dos momentos expresivos determinantes en la obra de la artista Liliana Iturriaga. De considerable impacto en la audiencia asistente el año pasado al Museo Nacional de Bellas Artes, así como en el público argentino en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires a principios del año 2020, a diferencia de ambas, la presente muestra incorpora “Implosión Lineal” etapa que antecede a “Concéntricos”, exhibición también de considerable recepción cuando se exhibió en Museo de arte contemporáneo de Valdivia (2019) y en Galería Animal en Santiago (2020).
Implosión Lineal es consecuencia de la constante indagación de la artista en las posibilidades de expresión de la abstracción geométrica, consiste en la superposición de formas circulares con trama lineal, provocando una secuencia de movimiento producto del desplazamiento y la sinuosidad, pero en ese proceso de traslación se llega a un punto crítico, que tiene como consecuencia el colapso o desintegración de la línea. Este acontecimiento imprevisto es producto de un accidente o anomalía, donde la forma, aunque contenida, se vuelve visualmente autónoma, la sinuosidad provoca un movimiento de expansión y retracción, generando un tránsito interno de carácter cinético: entonces lo que parece visualmente contenido considera también la posibilidad de apertura, en un proceso de expansión y contracción constante.
Liliana Iturriaga desde su obra más temprana intenta representar el movimiento a partir de la pulsión y el desplazamiento del brazo y de la mano, está energía vital proviene de su propia corporalidad y capacidad expansiva considerando siempre la posibilidad del accidente, la alteración y la torsión de las formas hasta llegar si fuera necesario a su completa disolución, entendido en su obra como implosión, colapso gravitacional o desintegración lineal. El principio de desvío o incertidumbre le otorga a su obra un aire menos rígido, más lúdico y festivo; torsión que da cauce a una zona inestable donde no está ajeno el azar.
La serie amarilla, de carácter monocromático, ilustra de forma ejemplar este proceso: en las obras en exhibición, incorpora distintas posibilidades de movimiento, partiendo siempre de un centro dinámico y gravitacional, conformando círculos concéntricos de efecto gradual y expansivo, limitado sólo por el factor lineal. Formas simples conforman secuencias cada vez más complejas, propiciando un entramado activo y dinámico que intenta llegar hasta su consecuencia última, el colapso gravitacional de la línea. Producto de esta primera incursión surge la serie cromática, donde además de la secuencia lineal y concéntrica, incorpora el color como un elemento perceptual determinante en la apreciación de las sensaciones de vibración y movimiento. La mayor o menor expansión del color, el grado luminosidad, el carácter y definición, permiten una relación más activa de acuerdo con nuestra propia capacidad de percepción.
En esta ocasión, una variante de la roseta exhibida en el MNBA le permite indagar en las propiedades del círculo y al mismo tiempo en las posibilidades de circulación y movimiento del propio público dentro de su obra, estableciendo un eje central desde el cual emergen formas excéntricas dispuestas de forma paralela en torno a un eje o punto gravitacional desde donde se genera un campo de fuerza dinámico; el público en su propio trayecto puede asimilar la asimetría del espacio, el carácter errático y azaroso generado por el propio desplazamiento. Formas de apariencias predecibles y casi imperturbables, pero que con el movimiento se vuelven arbitrarias y variables, describiendo en ese transcurso de expansión y contracción, secuencias y frecuencias regulares e irregulares.
La condición simétrica y asimétrica del espacio establece orbitas simples y complejas, describiendo en ese transcurso, rutas imprevistas, a veces impensadas, alcanzando en ese proceso su plena autonomía. Liliana Iturriaga indaga en ese tipo de asuntos y los favorece. En su obra la tensión lineal provocada por la curvatura y la sinuosidad posibilita la expansión, pero al mismo tiempo la contiene. Así las formas circulares intentan mantener su propiedad predominante de contención, mientras las líneas se sobreponen y liberan, generando un movimiento que ya no se basta a sí mismo, si no que de una u otra forma siempre intenta el subterfugio de la salida.
En su propuesta de trabajo, Liliana Iturriaga se propone la revisión de las convenciones habituales del Arte Cinético, extremando sus posibilidades, aceptando incluso la posibilidad de su disolución. Inicialmente el énfasis estuvo en el trazado, el instinto o pulsión primaria del movimiento; después, se convirtió en una línea dirigida pero sinuosa, generando curvaturas a través de modulaciones y movimientos circulares; y en ese transcurso se encontró con la superposición lineal, hasta llegar a la etapa más disruptiva de su obra, la implosión o el colapso gravitacional de las formas. Finalmente, en Concéntricos se anima a retomar algunos aspectos imprescindibles de la geometría clásica, conviviendo con observaciones y búsquedas anteriores, más espontáneas y liberadas.
Patricio M. Zárate