Crítica de Arte “Obra abierta: la vida, el tiempo, la información” de Hernán Parada: «La ficción en el archivo, trayectoria e incertidumbre»

Por Joaquín Pinto Godoy

Recuerdo que, casi un mes atrás, durante uno de los conversatorios que se realizaron en torno al trabajo de Hernán Parada, me comentaron percibir cierto pesimismo por parte del autor frente a la pregunta: ¿Cuál sería la recepción o la actualidad que pudiera tener su obra en el presente? Hasta ahora Parada no ha realizado otra serie más allá de las que giran en torno a la desaparición de su hermano de 22 años, Alejandro Parada Gonzáles, el 30 de julio de 1974. Con solo una breve mención, en el ya bastante revisado “Márgenes e instituciones. Arte en Chile desde 1973” de Nelly Richard, su obra no ha alcanzado mayores reconocimientos ni tampoco más exhibiciones de las que fueron hechas durante el período activo de Parada durante 1978 hasta 1987, cuando se retira del país. Sin embargo, habrá que reiterar ¿por qué ahora el trabajo curatorial de Alejandro de la Fuente sobre Hernán Parada? Desde aquí, presumo que la muestra de “Obrabierta: la vida, el tiempo, la información”, que se presenta en el MAC de Parque Forestal hasta el 9 de julio, logra responder a la necesidad de renovar nuestra concepción sobre la memoria y su labor.

“Obrabierta: la vida, el tiempo, la información” es tanto una recolección de obra-archivo, que contextualiza el trabajo de Parada, desde su primera acción hasta el presente, como una extensión de la misma obra para reactualizar su vigencia. No simplemente en la idea de su continuidad, sino la insistencia de “una vida no acabada”. Por ello, debemos comprender –y afortunadamente se nos afirma con decisión– que la voluntad del trabajo de Parada es “un constante acto de fechar y/o medir procesos vivos, con el objetivo final de sintetizar y producir nuevas informaciones” (Hernán Parada Gonzáles, 1983).

Pudiéramos establecer, como marco general para una primera lectura, el carácter de denuncia que realiza Parada tras la desaparición de su hermano: dar presencia a lo ausente o presentar lo impresentable en la sociedad, sus desaparecidos. Sirviéndome de lo anterior, enfatizo en aquella determinación que proclama el artista de dar vida al dato, a la información, para producir otras nuevas. Su objetivo consiste en movilizar aquello fijado que, por sí mismo, se piensa ya resuelto y así también lo que es agotado por su determinación de archivo. Este archivo será el conjunto de fotografías-registro de las acciones de Hernán Parada, un video performance y una instalación de los objetos personales de Alejandro. Cada una, y la lectura conjunta de estas obras, expresa un modo en que se abre y reformula la performatividad del archivo.

Si bien los fines –jamás estará demás decirlo– son completamente contrarios, la pesquisa que realizan los aparatos de inteligencia de la dictadura y las organizaciones de la memoria, durante y postdictadura, en su operación, es bastante similar. Esto es: la elaboración de archivo en pos de la identificación de los sujetos. La vigilancia política resulta imposible sin el archivo, del mismo modo en que la búsqueda activa por parte de quiénes se preguntan ¿Dónde están?, lo requiere por igual. Así también lo expresa de la Fuente, curador de la exposición: “Los archivos son fuentes de poder y contrapoder que de manera performativa inciden en la vida cotidiana de las personas” ¿Cuál sería entonces esa revolución del archivo que opera en Obrabierta?

La serie de fotografías expuestas son un registro de las acciones realizadas por Parada, en las que se observa una evolución y transformación en el uso de la foto de un desaparecido, su hermano Alejandro. Estas van desde la acción de levantar la foto de Alejandro en diferentes puntos de Santiago (1979) –Plaza Italia, La Moneda, en la Biblioteca Nacional–, hasta el gesto de cubrirse el rostro para llevar el de Alejandro a través de una foto-máscara, interpelando el espacio público y a sus transeúntes (1984). En esta última acción el artista se paraba, con la máscara puesta, en algún lugar de la capital, como Estación Central, en los Tribunales de Justicia e incluso en el patio 29 del Cementerio General. En otras ocasiones, aún más arriesgado, Hernán interpreta a Alejandro hablando y preguntando a las personas con las que se encontraba sobre su paradero.

“Quiero saber si me pueden dar alguna información de dónde estoy, porque en estos momentos estoy desaparecido”.

Sin desear una cronología sobre su trabajo, la fotografía “No puedo ver-oír-hablar” y el video “Desde la incertidumbre” (1985) manifiestan el contrapunto que expone la obra de Parada en torno a la información que entrega el archivo: lo que dice y lo que omite. Si pensamos estas obras como el final de una serie, antes de su retiro del país, es posible reconocer el agotamiento del artista al realizar estas acciones de arte. “Fueron performances muy emocionales para mí, cada vez que lo hacía se agregaba un peso de extraños sentires. Me fue costando cada vez más realizar estas acciones”, explica.  Lo que me lleva a plantear el límite al que se extrema Parada para decir y nombrar la desaparición de su hermano a partir de su propio medio, el arte.

Por una parte, el límite al que se expone Parada, extrema la fotografía del detenido desaparecido y apuesta por cruzarlo. La fotografía, suponemos, consiste en la detención y captura de un momento, de un rostro que no envejece y que, en consecuencia, permanece relegado al pasado como lo simplemente acontecido, lo que ya fue o ya no es. Por el contrario, en lugar de la denotación fotográfica como la sola evidencia de una ausencia, Parada deja entrever un espectro que denuncia la radicalidad de su propia foto. El decir de la fotografía se trastorna en la exposición de una situación paradojal. La imagen de Parada, sea Alejandro y/o Hernán, conversando con estudiantes de la escuela de medicina veterinaria a la que Alejandro asistió, figura la paradoja: una desgarradora ironía en la que se trastocan ausencia y presencia, hacia el límite, la frontera o el umbral entre la puesta en lenguaje y el silencio. “Quise y planeé expresar lo que él (Alejandro) desearía preguntar y arengar”. Trasladarse hacia ese límite, es la reelaboración del archivo a partir de su ficción –y la ficción como gesto de vitalidad.

En esa operación, Parada nos aproxima al hecho fotográfico que interrumpe la homogeneidad del presente, para dar con su no identificación. En esta predomina, no lo que ya fue del pasado como un hecho consumado que reafirma el presente, sino el porvenir del pasado que lo subvierte. Este porvenir es el futuro que se aloja en el pasado, pero que no podemos reconocer en nuestro presente: la vida de Alejandro.

Por su parte, la obra Desde la incertidumbre (1985) conforma un discurso poético en el que cuenta, Alejandro y/o Hernán, su detención y a los lugares que lo llevaron, para luego permanecer, en ningún lugar, bajo una trayectoria indeterminada.

«Les hablo de algún lugar y tiempo indeterminado (…) En este mundo no se me permite ni vivir ni morir. Todo es muy vago y general para mí, casi no recuerdo formas ni sensaciones. He sido llevado a un mundo sin tiempo ni espacio conocido. Solo me tratan de ignorar y postergar, vivo desde la incertidumbre”

En esta obra se evidencia el estado de incertidumbre intrínseco e irresoluto de todo archivo. Ahora, la imposibilidad de su resolución no implica darlo por sentado –dar por terminada una vida–, como sí lo haría la política de la desaparición al postergarla. Desde esa incertidumbre Obrabierta ‘A’ (1978), la instalación de los cuadernos de Alejandro y las fotografías que documentan su vida, propone desde un inicio la trayectoria que, sin punto fijo ni dirección y hacia todos lados, continua la vida de Alejandro.

Los cuadernos que están en el mueble son las materias que estudió y los conocimientos que adquirió. Por encima, las fotografías de Alejandro en brazos de su madre, Alejandro y sus amigos, Alejandro junto a su esposa y los sobres vacíos que están en la pared, del mismo modo como en el estante vacío se guardan los libros por leer y escribir, exponen los futuros que pudieron ser parte de su vida, quienes vivieron la vida que Alejandro no conoce.

Hecho este recorrido, definimos que, como modelo de escritura, la poética o la ficción del archivo con la que se enarbola Obrabierta de Hernán Parada, manifiesta lo que queda pendiente en el pasado, lo que todavía no ha llegado a ser. Es decir, su contingencia y, en consecuencia, la del presente. Finalmente ¿Cuál sería la renovación que formula sobre la memoria y su labor que propongo al inicio de esta crítica? Pues, al proclamar memoria para no olvidar ¿Qué es lo que no debemos olvidar? La tarea de recordar el pasado más radical, “eso que exigiendo ser recordado, permanece todavía irremediablemente olvidado por todos”: Los futuros perdidos, la vida de Alejandro y la vida que no conoce, no conoció, ni sabremos de él.

Ficha Técnica

Títulos: Obrabierta: la vida, el tiempo, la información

Autor: Hernán Parada Gonzáles

Fecha: 4 de mayo – 9 de julio

Galería: MAC Parque Forestal

Más información: https://mac.uchile.cl/exhibiciones/e/obrabierta-el-tiempo-la-vida-la-informacion

 

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