Por Javiera Hojman
Existen muchísimas películas que hablan de la destrucción del mundo, a causa de fenómenos naturales. Entre ellas hay varias que se enfocan en la inminente caída de un meteorito en la tierra. Esto dificulta mucho que las nuevas entregas de ese subgénero se destaquen, pero 12 horas para el fin del mundo lo hace bastante bien, quizás porque su origen ruso la aleja un poco de los clichés estadounidenses a los que estamos acostumbrados. Es una propuesta diferente, que genera la empatía suficiente para preocuparse por los protagonistas. Recurre a lugares comunes, por supuesto, y a algunos elementos absolutamente predecibles, pero sumando y restando es una película bien lograda.
La protagonista del filme es Lera, una adolescente que convive con su madre, su padrastro y su hermanastro pequeño, Egor. Su padre es el astronauta Valera Arabov, que lleva seis años viviendo en un satélite que está orbitando la tierra. Cuando un meteorito golpea un sector de la tierra muy cercano a Vladivostok (la ciudad en que ella vive), Lera, su amigo Misha y el pequeño Egor tienen que escapar de la destrucción y de la lluvia de residuos meteóricos, que matan a millones de personas, para encontrar un lugar seguro.
Como ocurre muchas veces, la traducción del título daña profundamente la película: en su versión original, el filme se llama MIRA, que la sigla para la tecnología de Inteligencia Artificial con la que Arabov trata de guiar a los protagonistas, y la traducción a 12 horas para el fin del mundo no tiene absolutamente ningún sentido, primero, porque el mundo entero no está amenazado, solo algunas ciudades y, segundo, porque la idea de las 12 horas es totalmente arbitraria. A partir de su título en español llegué a la película con expectativas muy bajas, y quizás por eso mismo me sorprendió gratamente la trama. Esa fue mi experiencia, pero el nombre probablemente va a desalentar a los espectadores que se basen solamente en el título para decidir.
El ambiente que se logra en la película es asfixiante y claustrofóbico. Hay una constante sensación de peligro, de ansiedad, logrado en parte por los grandes aciertos de la cinematografía, como las tomas en primer plano de algunos elementos, que son estéticamente muy bonitas, pero que además transmiten una perspectiva más personal, menos externa de lo que está pasando.
Lo más interesante del filme es el desarrollo de los personajes. Lera no es una heroína tradicional. Toma decisiones valientes, sí, pero tiene miedo constantemente, se paraliza, donde además vive con el estrés post traumático de un accidente que vivió en su infancia. Es un personaje complejo, que va evolucionando a lo largo de la historia. Resulta refrescante, por contraintuitivo que parezca, ver a una joven con problemas de adolescente en un género que generalmente se compone por personajes unidimensionales. El personaje de Aravob tampoco es tradicional: tiene una forma poco ortodoxa de lidiar con la paternidad, en la que constantemente piensa en sus propios errores, pero se demora muchísimo en intentar repararlos activamente. A lo largo de la película los personajes cambian, reevalúan sus identidades y sus prioridades.
La película comienza con una fórmula clásica, mostrándonos a Lera con sus rasgos más importantes, y es lamentable que no se exploten un poco más con el avance de la historia. Sus habilidades impresionantes en el atletismo, por ejemplo, podrían haber tenido mucho más protagonismo en el contexto de escapar de un meteorito, pero da la impresión de que los guionistas olvidaron que habían incorporado esa información, o que en el proceso de edición los elementos vinculados con eso quedaron fuera de la película.
12 horas para el fin del mundo es una película que tiene los problemas tradicionales de los filmes de desastre. El mayor es el uso del deus ex machina, un recurso absolutamente cliché en este género, en que la IA tiene demasiada facilidad para resolver los problemas mágicamente. La máquina MIRA puede conectarse a todo y controlar muchísimo desde el espacio exterior, involucrando soluciones un poco forzadas. Hay también elementos predecibles y escenas un poco trilladas, pero, en general, la película es novedosa en un subgénero ya muy utilizado, y eso tiene mérito. A pesar de la horrible traducción del título —que me parece tan aberrante que voy a insistir en ella— es una película buena, entretenida, y que cumple con lo que promete.
Ficha técnica
Título original: MIRA
Director: Dimitri Kiselev
Estreno: 24 de agosto
Duración: 116 minutos
Elenco: Veronika Ustimova, Anatoly Bely, Yevgeniy Yegorov, Aleksander Petrov
País: Rusia
Distribuidora: BF Distribution