Por Juan José Jordán
De la mano de Fede Álvarez llega una nueva entrega de Alien, saga que desde su aparición marcó un antes y un después en el cine de terror. Álvarez, quien se ha hecho un nombre en el cine de terror dirigiendo algunos remakes de clásicos como su versión de Evil Dead (2013), ubica a su película cronológicamente 20 años después de los eventos del primer episodio, tomando también mucho de la idea de los colonos; esos planetas habitados por trabajadores de la Compañía que no tienen muchas posibilidades aparte de trabajar para ella, como se anunciaba someramente en la segunda entrega.
Un grupo de obreros de la compañía la Weyland-Yutani, toma la decisión de ir a recoger una base abandonada para conseguir el combustible y cápsulas de sueño necesarias y emprender un viaje a la libertad, pero tendrán un encuentro inesperado.
El elenco es joven, lo que le hace tener cierta relación al género del slasher donde un grupo de muchachos son víctimas de algún sádico con cuchillo, marcando una diferencia con el resto de la saga, siempre con elencos adultos, lo que da cierta frescura que se opaca por lo poco delineado que están los personajes, no hay individualidades muy claras, con excepción de Rain (Cailee Spaeny), que de algún modo asume el rol de líder como aquella aguerrida teniente Ripley.
Se profundiza en la situación contractual con la compañía y el maltrato a que son sometidos sus trabajadores, aunque en Alien Romolus se pierde el sugerir y dejar que el espectador infiera a través del diálogo. Todo queda claro desde un primer momento, recurriendo a una cosa de exageración cercana a la caricatura. Al comienzo estamos en Jackson, planeta utilizado por la compañía Weyland-Yutani para la extracción minera al que no llega luz solar y donde abundan los gases tóxicos. Es un medio duro donde la supervivencia es casi milagrosa. Vemos que a Rain le niegan el derecho de volver a su planeta, a pesar de haber cumplido con las horas de servicio que tenía comprometidas, debiendo trabajar varios años más antes de verse libre. De esta forma el espectador no se complica; la compañía y todo lo que venga de ahí es malo, generando una narración de polos en donde casi no hay matices y las cartas quedan sobre la mesa desde el inicio.
Los androides han tenido una presencia relevante a lo largo de la saga, a veces pasando por alto los intereses de la tripulación en beneficio de los de la compañía. El modo en que se integró este elemento es interesante porque el personaje de Andy (David Jonsson) experimenta un cambio significativo. Parte con un objetivo, hacer lo mejor para Rain. En esa faceta tiene un comportamiento tímido y temeroso, insoportablemente vulnerable. Luego, su objetivo será cuidar los intereses de la compañía y se lo verá más resolutivo y frío, menos comprometido emocionalmente.
La búsqueda a la quinta pata del gato, pero sin que la complejidad se resuelva o agregue interés, pareciera ser un error habitual en algunos guiones que también se puede apreciar acá. Por ejemplo, el nombre de la película, Alien Romulus, tiene relación con unas salas de operaciones de la base espacial, ambas con los nombres de los fundadores míticos de Roma, Rómulo y Remo. La sala Romulus tiene una decoración que impacta; incluso Andy, el androide, dice que ese lugar la da escalofríos, imágenes que retratan deformaciones y aberraciones humanas. Todo indica que fueron salas destinadas a la experimentación científica con Aliens. ¿Tenía relación con la cercanía de la compañía con el Alien y cómo esto haría que el ser humano viera vulnerada su integridad física? No queda muy claro, se ve como algo un poco pretencioso que aporta confusión. Algo parecido se puede decir sobre una mutación atípica de Alien, no queda claro con qué objeto.
Como el director ha señalado en entrevistas, no se utilizó el croma y los aliens están en el set compartiendo escena con los actores, lo que hace que se vean muy reales y todo se desarrolle en un ritmo sincronizado, aportando mucho a la sensación de miedo. Es probable que esas caras de terror no hayan sido tan actuadas.
La naturaleza del Alien está maldita, a tal punto que su misma sangre tiene ácido y resulta letal, no lo puede evitar. Pero acá, en cambio, el ente ha adquirido consciencia del potencial destructivo de su sangre y en una parte comienza a disparar chorros de ácido. Su víctima está abajo y casi pareciera como si estuviera lanzando gases, se ve un poco ridículo además de quitarle al Xenomorfo algo que lo hacía inclasificable; sangrar así era algo que no controlaba. Tampoco la idea era convertirlo en dragón, además que eso ya es otro monstruo. Si puede atacar de lejos qué sentido tiene que persiga a sus víctimas hasta comérselas con todas sus bocas, para qué cansarse de más.
Dirigir un episodio de una franquicia que ha marcado un sello inconfundible en un género es un desafío no menor, más aún cuando su director se declara fanático y gran conocedor de la saga. Surge una problemática de difícil solución, ¿cómo conciliar lo nuevo con la tradición que implican una serie de películas, que ya va en su 9 episodio? Lo que vemos acá es que se optó por hacer una revisión de diferentes momentos, con algunas citas y referencias muy evidentes, pero donde no hay mucho más. No es como cuando el espectador ve Alien el octavo pasajero (Ridlely Scott 1979), y luego Aliens, el regreso (James Cameron 1986) y nota claras diferencias de tono, de puntos de énfasis, por nombrar las dos primeras entregas y quizá las mejores.
Es un trabajo cuidado, con especial preocupación en los detalles y la ambientación, logrando un muy buen resultado en ese aspecto, que le permitirá a los seguidores volver a habitar esa nave con aquellos seres espeluznantes y donde se consigue generar miedo, pero recurriendo frecuentemente al recurso del salto de sorpresa. No tiene mucho que ver con el suspenso, integrando aquel elemento del localizador que permitía marcar la distancia con la presencia amenazante. En esta nueva-vieja historia lo que se agregó no termina de convencer, con excepción del modo en que se integró el efecto de gravedad 0 al interior de la nave, que se ve muy realista. Con todo, es un buen reencuentro con el Alien, además que tiene la novedad que aparecen muchos aliens guagüita que vemos en movimiento, como mascotas corriendo en el jardín.
FICHA TÉCNICA
Título original: Alien: Romulus
Año: 2024
Duración: 119 min.
Dirección: Fede Álvarez
Guion: Fede Álvarez, Rodod Sayagues
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Galo Olivares
Compañías: 20th Century Fox, Scott Free Productions, Brandywine Productions
Productor: Ridley Scott
Distribuye: CineColor