Crítica de cine “Cuentos sobre el futuro”: La adversidad y el afecto

Por Juan José Jordán

Cine chileno comentado por sus creadores y parte de su público, esa es la interesante propuesta que trae a las pantallas el programa La maleta que se emite los martes a las 22:00 por el canal de la Universidad de Chile (11.2 en Santiago, señal abierta). Parece difícil de creer, pero a esa hora coexiste Mi nombre es (Canal 13), Así somos (canal 5.1), con una selección de un tipo de cine que no está pensado para llenar salas.

Este martes 14 se exhibió la película Cuentos sobre el futuro (2012), dirigida por Pachi Bustos, que ganó el premio a mejor película en Festival Internacional de Cine de Santiago SANFIC 8. Se trata de un documental sobre la vida de un grupo niños, donde la directora había hecho talleres de video emplazado en un sector periférico cordillerano de Santiago.

Utilizando el material de esos registros la directora y su equipo vuelven al lugar 20 años más tarde y siguen el devenir de cuatro de esas personas, a quienes en los primeros minutos vemos como juegan a hacer entrevistas, todo entre risas. Se han convertido en adultos, han construido sus vidas. Pero sin estudios, muchas veces sin terminar el colegio, con el problema del alcoholismo siempre latente, y además, con las amenazas propias del entorno, se les hace complejo abrirse camino.

Se trata de observar sin que se note mucho la presencia del observador. Como señaló la directora en la posterior entrevista que le hizo la académica Tiziana Panizza, es un poco un cine observacional, en donde la cámara pasa desapercibida y se graba sin que se capte su presencia. Ahora bien, esto probablemente no haya que entenderlo tan al pie de la letra, porque, por ejemplo, es difícil creer que todas las veces que un personaje llama por diversas ofertas de trabajo siempre esté la cámara cerca para captar su emoción cuando le dan la negativa.

Hay una relación madre hija que trasmite una particular cercanía. No viven juntas, porque la madre tiene o ha tenido problemas con las drogas y trabaja por las noches en una fábrica. Las escenas de ellas dos transmiten un afecto sincero. Hay una en la que están viendo televisión y su mamá le pide que baile como lo hacen en la tele, si lo hace le carga el celular. Finalmente acepta, se levanta de la cama y baila al estilo K-pop. Son movimientos fluidos que su madre mira con admiración desde la cama, sin decir nada. Así como cuando hablan del futuro. Sin caer en el tono del reto, le habla de su experiencia, que quedó embarazada muy joven, que trabaja todo el día en una fábrica sin tiempo para nada. Pero su hija tampoco está muy segura de seguir ninguna de las carreras de las que le habla su mamá. A ella le tinca pilotear aviones. Al final las dos se ríen.

Y eso es algo que atraviesa el documental. A pesar del entorno, de esa eterna sensación de camino cuesta arriba, el afecto es notorio. Los personajes son amigos entre ellos, se ven con frecuencia. Y sin echarse a morir. Como una madre de un niño con labio leporino. Uno se pregunta cómo lo hace, porque todo el tiempo pareciera estar de buen humor, bromea con su hijo. Claro, si esa la situación, qué le va a hacer uno. Pero es que no pareciera verse ni cerca de sobrepasada. Para el espectador que no ha visto casos similares puede ser impactante ver, concretamente, que es el labio leporino. Pero está bien integrado y, a fin de cuentas, es el hijo de una de las personas que se retratan en el documental, parte importante de su cotidianidad era atenderlo. Es importante ver, conocer. O esa familia que estaba viviendo hacinada en la casa del suegro y dan el pie para una casa prefabricada de madera. Son 60 m2 aproximadamente, de un espacio sin separaciones. Y están contentos, orgullosos. El papá le muestra a su hija donde estará su pieza, que al frente de esa ventana le pondrá la cama. Los vínculos firmes y el afecto parecieran ser los soportes para los vendavales. Hay apoyo y un contar con el otro que hace que uno no se sienta juzgado ni tan solo.

Siempre los documentales que retratan realidades de este tipo corren el riesgo que la audiencia sienta que el director y su equipo fueron a turistear y luego volvieron a sus vidas. En el fondo, lo complejo que es hacer una obra tomando algo que si no es la desgracia, es parecido. Pero lo que queda, lo que importa, es que se logró un retrato lleno de afecto y respeto en donde se puede conocer el devenir de un grupo de personas. Sin caer en la tentación de la idealización, sin caer en el tono meloso, se logró un retrato que habla de gente que vive ahí. Acá las estadísticas que utilizan los políticos cuando hablan del PIB y ese tipo de cosas, no importan tanto.

FICHA TÉCNICA

Título: Cuentos sobre el futuro

Director: Pachi Bustos

Guion: Pachi Bustos

Año: 2012

Género: Documental

Duración: 68 minutos

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