Por Amelia Maffei
Takumi (Hitoshi Omika), vive junto a su hija Hana (Ryô Nishikawa) en el pueblo de Mizubiki, ubicado en las cercanías de Tokio. Su cotidianeidad de pronto se ve interrumpida por un proyecto de glamping que planea instalarse en el pueblo. Entre los habitantes surge un descontento generalizado debido al impacto negativo que la realización de este proyecto significaría en sus vidas. Aguas contaminadas, pérdida de turistas para los emprendimientos locales y un impacto en el hábitat de la fauna, y en especial de los ciervos. Ante esto Takumi buscará la forma de defender a su familia y a su pueblo, y conservar su aparente equilibrio.
Uno de los planos menos utilizados en el cine es el nadir. La cámara se posiciona perpendicular al horizonte, apuntando hacia arriba en un ángulo perfecto. Inmediatamente el espectador se siente insignificante, trascendido por el mundo que lo rodea. En El mal no existe (2023), dirigida por el japonés Ryūsuke Hamaguchi, el plano nadir es escogido como plano de apertura: un travelling en un bosque que se prolonga por varios minutos, donde el cielo y las copas de los alerces se fusionan con una composición musical sensible y levemente inquietante. El mal no existe en la naturaleza, sino que es siempre el ser humano quien interpreta el mal en el mundo. El plano nadir juega con la perspectiva humana y su subjetividad diminuta comparada con la vastedad de la naturaleza y el cielo, que es la muestra de una infinitud inabordable. Este prólogo es clave para adentrarse en la película con atención y apertura.
Eiko Ishibashi, la compositora de la banda sonora ya había trabajado anteriormente con Hamaguchi en la aclamada Drive my car (2021), pero para El mal no existe adquiere un rol incluso más relevante, pues según lo relatado por el director en diversas entrevistas, las composiciones de Ishibashi fueron la principal inspiración para realizar la película, es decir estas existían previamente y Hamaguchi les creó una narrativa visual como consecuencia. La relación de la compositora con la naturaleza fue el eje central para crear el filme. De todas formas, se opta por un minimalismo sonoro. El plano inicial es de las pocas escenas que poseen música. Está ahí como un contraste, y quizá como anuncio profético. En el resto del filme, las escenas hablan por sí solas sin necesidad de musicalización.
La fotografía juega un papel inmersivo. Muchos planos secuencia de acciones cotidianas: cortando la leña, rellenando bidones de agua en el río, un paseo por el bosque para fumar un cigarro. El ritmo es lento y pausado, otorgando el espacio para que cada plano respire y el espectador procese en profundidad cada pequeño detalle. El filme es un drama que logra conjugar diversos géneros. Hay comedia, suspenso, misterio, realismo y algo de fantasía. Es una caja de sorpesas. También se le ha tildado de eco-thriller, pero es mucho más que eso. No sería justo atribuirle un género en específico. Hamaguchi menciona que entre sus grandes referentes están directores como Yasujiro Ozu, John Cassavetes y Wim Wenders. Esa inspiración está bastante clara: en el enfoque naturalista, la sensibilidad del retrato humano y el ritmo pausado.
No hay antagonistas en el filme. La gente que trabaja para la empresa que construirá el glamping está ahí en una búsqueda personal, al igual que los habitantes de Mizubiki. Poco a poco se van develando capas de complejidad en cada personaje. La película se toma el tiempo de explorar la diversidad de experiencias y perspectivas que llevan a cada personaje a tomar distintas decisiones vitales. Incluso Takahashi (Ryuji Kosaka), uno de los representantes de la empresa empieza a verse seducido por el ritmo del pueblo, y decreta que se irá a vivir allí prontamente. ¿Pero es realmente tan idílico el mundo campestre como la gente que vive en la ciudad lo pinta?
La naturaleza es romántica y suave pero también salvaje y mortal. Constantemente los ciervos son mencionados en la película. Son animales inofensivos y tímidos, pero que, bajo amenaza, especialmente heridos por una bala, pueden ser sumamente violentos, al igual, podría decirse, que la naturaleza humana. El mal no existe, plantea ante todo el misterio del binarismo del bien y el mal. Lo desentraña y lo deconstruye, entregando a cada espectador la libertad de sacar sus propias conclusiones.
Ficha Técnica
Título original: Aku wa Sonzai Shinai (悪は存在しない)
Año: 2023
País de origen: Japón
Director: Ryūsuke Hamaguchi
Reparto: Hitoshi Omika, Ryuji Kosaka, Ayaka Shibutani, Ryô Nishikawa
Duración: 106 min.
Distribuidora: Centro Arte Alameda
Fecha de estreno: 1 de Agosto