Por Julio César Olivares
Pocas experiencias de vida pueden ser tan complejas y desafiantes como enfermar de cáncer o acompañar a alguien que lo padezca. El decaimiento físico del proceso tiene consecuencias no solo visibles, sino también profundas secuelas emocionales que dejan huellas profundas en quienes lo sufren, amigos, familiares y cercanos. De ahí que no sea extraño que el cine se haya ocupado en innumerables ocasiones de tratar el tema, muchas veces con historias inspiradoras, melancólicas o románticas acerca del valor de la vida, sobre descubrir lo que realmente es importante antes del final. Lo difícil, hoy en día, es encontrar una forma de hablar del cáncer sin caer en los clichés de las películas de enfermedades, y ese es precisamente uno de los problemas de El silencio de Marcos Tremmer.
En esta coproducción multinacional dirigida por el español Miguel García de la Calera seguimos a Tremmer, interpretado por Benjamín Vicuña, un ejecutivo uruguayo de clase alta residente en Madrid, que acumula éxitos en su trabajo y en su matrimonio hasta que se entera de que le quedan pocos meses de vida a causa de la enfermedad.
Con el fin de evitarle el dolor de acompañarlo durante el proceso a su esposa (la española Adriana Ugarte), que acaba de perder a su hermana por una enfermedad similar, el protagonista toma una decisión catastrófica y disparatada, solo explicable por necesidades de la trama: en lugar de contarle de su diagnóstico, decide comportarse como un cretino con ella, para que lo odie y se aleje de él. Por algún motivo, Tremmer piensa que romperle el corazón después de siete años de relación será mejor que ser sincero y vivir juntos el padecimiento.
Ese es el punto de partida. En el filme de García de la Calera pasan muchas cosas más, aunque todas dependen, en parte, de esa premisa discutible, cuando no irrisoria. Aun cuando hay personajes que le recriminan al protagonista la necedad de su idea, como espectadores se nos pide creer que, aunque sea un error evidente, en la cabeza de Tremmer tiene sentido. Y así Vicuña pasa, en pantalla, de ser un sujeto galante, bonachón y encantador (bueno, Vicuña) a uno despreciable y cruel.
En ese clima, reforzado hasta el paroxismo por música incidental, a Vicuña se le exige doblarse en su interpretación, como si de dos personajes distintos se tratara, y pasar por toda clase de emociones (la mayoría muy tristes) mientras aguanta en soledad los embates de la enfermedad. El actor chileno, con un acento uruguayo que a ratos aparece y luego se le olvida, está a la altura del desafío y logra dotar de humanidad a un personaje que no cae bien, pero que en otra piel podría ser inaguantable.
En el resto del elenco multinacional -lo que es resultado de la coproducción de cuatro países, en que se exige la presencia de actores de cada nación- destaca el uruguayo Daniel Hendler como el hermano doctor y confidente de Vicuña, quien mejor maneja el tono naturalista de la dramedia, sin caer en un excesivo sentimentalismo. A la española Ugarte, en tanto, se le exige sufrir, llorar y llorar, construyendo su personalidad en base al dolor que le provoca la crueldad de su esposo.
Aprender a morir con dignidad, solucionar las cosas en vida, darle valor a la honestidad, apreciar las segundas oportunidades. La película toca temas relevantes, puesto que su objeto de estudio es precisamente lo que pasa entre la vida y la muerte, pero lo hace a trazo grueso, sin espacio para sutilezas y con muchos reforzamientos (musicales, actorales, de dirección) para inducir a la emoción del espectador.
Sus buenas intenciones quedan a medio camino porque se siente que esta película ya se ha hecho antes, varias veces, y que todas sus revelaciones, en el fondo, las conocíamos de antemano.
¿Tiene derecho Marcos Tremmer a decidir por su pareja? ¿Hasta qué punto podemos decidir por los demás, incluso pensando que estás haciendo el bien? ¿Se puede amar a otro sin dejarse ser vulnerable en su presencia? Esas son preguntas que se hace el filme, preguntas cuyas respuestas son obvias y que difícilmente logren dar con esa iluminación a la que aspira, en parte por su predictibilidad, en parte por ocupar los mismos tópicos que el género lleva décadas acumulando para reforzar el drama.
La película es efectiva, aunque efectista. Emocionante, pero manipuladora. Llega a puntos altos cuando conecta con la humanidad de sus personajes, pero no entrega nada especialmente revelador. El desafío sigue siendo tocar este tipo de historias con menos golpes de efecto, dejando colar sutilezas, matices y sin forzar a la catarsis del espectador. Será para otra ocasión.
Ficha técnica
Título original: “El silencio de Marcos Tremmer”.
Duración: 110 minutos.
Año: 2024.
Género: Drama.
País de Origen: España, Uruguay, Chile y República Dominicana.
Director: Miguel García de la Calera.
Guion: Javier Dampierre y Ricardo Urroz.
Reparto: Benjamín Vicuña, Adriana Ugarte, Félix Gómez, Daniel Hendler y Mirta Busnelli.
Distribución: BF Distribution.
Estreno en salas: 16 de enero de 2025.