Por Juan Marín
En el año 1966 el aclamado cineasta francés Robert Bresson estrenó su película El Azar de Baltasar, con un excelente reconocimiento de la crítica y del público. Reflejaba un tema complejo y tabú para la época: cómo nos relacionamos los seres humanos con el entorno animal. Una película vanguardista que pone en tela de juicio discusiones que se están llevando a cabo hoy en día. La grandiosa cinta polaca Eo aparece en el momento justo como homenaje a Bresson. El director confesó que es un gran admirador de éste. Es la respuesta posmoderna al clásico francés. Una cinta reflexiva, que nos hará cuestionarnos varios problemas que tenemos como sociedad.
Nietzsche decía: “El hombre es el animal más cruel”. El filme confirma con fuerza las palabras del filósofo. El protagonista de la cinta es un burro llamado Eo y todo el argumento del film gira en torno a su perspectiva del mundo. Su mirada de inocencia frente a un mundo corrompido por la maldad. Es un lugar misterioso, donde abunda la gente malvada e ignorante, pero dentro del infierno siempre se puede encontrar alguna flor de bondad.
La cinta es una road movie atípica. Nuestro burro protagonista vive una odisea. Recorre lugares inhóspitos y conoce en carne propia lo que es la barbarie humana. Comienza su viaje en un circo, después se convierte en la mascota de un equipo de fútbol amateur, además de pasar por varios sitios igual de decadentes. En su camino es maltratado y mirado en menos tan solo por ser un pobre burro. En esta radiografía sociológica y ontológica de la sociedad actual se desencadena una violencia irracional y se constata la pérdida de la humanidad.
Es curioso que el director polaco Jerzy Skolimowski llevara a cabo este proyecto, un cineasta veterano con 84 años a su andar. Es una temática que generalmente la tocan personas más jóvenes. En este siglo ha habido dos películas, que al igual que Eo, hacen una crítica al maltrato animal. La película húngara White God sobre el abandono de mascotas y Okja del “oscarizado” director surcoreano Bong Joon-ho sobre la industria ganadera. Las dos son muy buenas películas que tienen en común un estilo fantasioso que roza lo caricaturesco. Sin embargo, Eo está más cerca del realismo, aunque con un cierto tono onírico. La propuesta del director busca que el espectador se interne dentro de la mente y los pensamientos del burro.
La cinta claramente tiene una conciencia animalista, pone en juicio el maltrato animal y retrata el especismo tan normalizado en un mundo nefasto. El director en una entrevista señaló: “son seres vivos, no objetos y debemos limitar el consumo de carne». Pero la película no solo relata una dolorosa vivencia animal. También, a través de finos detalles, hace una dura crítica a la xenofobia y al fascismo, en el contexto del auge de la extrema derecha en algunos países europeos. Una Europa en ruinas. Hay que recordar que el longevo cineasta polaco Jerzy Skolimowski es judío y tuvo que escapar de los nazis en Polonia, quienes, además, asesinaron a su madre.
La película es desgarradora, pero a la vez bella. Sin la necesidad de tantos diálogos transmite mucha emoción, gracias a los melancólicos ojos de Eo, que lo dicen todo a través de su mirada. Es difícil imaginar los pensamientos de un burro, pero el director con inteligencia y audacia logra plasmar correctamente esa sensación de sumergirte adentro de la mente del animal. Lo más increíble es que logra esto sin la necesidad de humanizar y de exhibir a un burro antropomorfizado. Solo te conecta con el sentimiento animal, una exploración que va más allá de la conciencia.
Uno de los puntos más altos del filme es la fotografía. Unas imágenes hermosas y poéticas, que irradian una luz catártica. Una cinta con algunas características del cine experimental, con varios tintes artísticos y encuadres similares a una pintura. El cineasta también es pintor y se dedica a la pintura figurativa y expresionista. El director de fotografía Michal Dymek hace un trabajo excelente. La película contiene planos maravillosos bordeando el surrealismo. La composición de colores es portentosa, con un matiz leve de psicodelia que genera la sensación de caos en un mundo inmoral que se está cayendo a pedazos.
Siete años se tardó Jerzy Skolimowski en dirigir una nueva película. Con Eo volvió a lo grande después de su fallida 11 Minutes. La cinta se presentó en el Festival de Cannes recibiendo elogios de la crítica especializada. Ganó el Premio del jurado en el Festival Ex aequo junto con la cinta italiana Le Otto Montagne. También sorpresivamente logró una nominación al Oscar en la categoría de mejor película internacional. Fue una sorpresa ya que es una película muy experimental, alejada de los cánones convencionales que busca la Academia. Dejó afuera de la competición a grandes directores como al coreano Park Chan-Wook con Decision to Leave y al mexicano Alejandro González Iñárritu con Bardo, Falsa Crónica de unas Cuantas Verdades. Su competencia en los Oscars fue muy reñida. Al final perdió la estatuilla ante la producción alemana de Netflix All Quiet on the Western Front.
Es una cinta muy necesaria para nuestros tiempos. Un grito de justicia por los que no tienen voz. Una elevación de conciencia, que nos lleva a reflexionar sobre lo que estamos haciendo mal como sociedad, especialmente en el trato con los otros seres vivos que conviven con nosotros. Es un gran acierto del director y una película que vale la pena ver. Se encuentra disponible en el Centro Arte Alameda.
Ficha Técnica
Título original: Eo
Director: Jerzy Skolimowsky
Guion: Jerzy Skolimowsk y Eva Piaskowska
Año: 2022
Duración: 86 min
Elenco: Sandra Drzymalska, Lorenzo Zurzolo, Mateusz Kosciukiewicz, Isabelle Huppert.
País: Polonia
Distribuidora: Centro Arte Alameda