Crítica de cine “Esa mujer”: La mala suerte oriental

Por Javier Salah

Esa mujer cuenta la tormentosa historia de Qiao (Zhao Tao) y cómo se desenvuelve en un ambiente principalmente masculino, donde su pareja, Bin (Lin Fan), es la cabeza de un grupo de gánsteres, quien hace y deshace varios problemas con tal de manejar dinero. Acá hay varios códigos. Muy fiel a la cultura oriental, hay un respeto inapelable a los rituales, a la comida en familia y a símbolos ancestrales, como honrar la naturaleza y pedirle al fuego que se lleve la mala suerte. También al color de la buena suerte, el rojo, y a la luz de las velas.

Y es que claro, parece que la “mala suerte” pareciera ser la única explicación para que Qiao se vuelva víctima del machismo una y otra vez. Fiel a sus convicciones y valores, nunca se transgrede a sí misma, pero es quien parece más perjudicada: un confuso hecho la encarcela, pero ella se mantiene estoica. A diferencia de su pareja y otras cabezas del mundo masculino, quienes corren sus límites autoimpuestos constantemente.

Esa mujer exige varios desafíos a quien la vea. Es un viaje complejo y, sobre todo, desafiante. No solo por la mínima música que la ambienta – musicalizada por el silencio, entonces- sino que también por los incomodos espacios de la protagonista, que se vuelven largos vacíos en los que tratamos de entender su personalidad, aunque difícilmente se logra. Tan largos como los viajes que ella hace en la ciudad, en bus al principio y en tren casi al final, en el que quizás sea “el tren más rápido del mundo”. Esos golpes de tecnología que da China de vez en cuando.

La historia ocurre en tres tiempos: en el 2001, 2006 y 2017. A pesar que son apenas 16 años, parece como si la película nos contara el paso de lo agrícola a lo industrial en el gigante asiático. Pero estos años son suficientes para mostrar la evolución de un personaje como si fuera a la misma velocidad e intensidad que un país.

Qiao, una mujer que se mueve en estos ambientes masculinos con tremenda naturalidad, muestra pocas fragilidades. En el primer acto, el más campestre y grisáceo, camina con paso firme, una chaqueta de color lila que prende su oscuro entorno y baila sin pudor YMCA de Village People. ¿Habrá acaso un guiño más evidente a la cultura norteamericana que esta canción del grupo setentero? Qiao no tiene pudor en bailar esta canción, como tampoco la tiene el director del filme, Jia Zhang-Ke, en mostrarla. Es que a veces hay que sacrificar ciertas cosas para dar con la narración indicada.

Acá, la joven protagonista controla perfectamente a los hombres, es una más del grupo y sabe cuándo debe hablar, pero, sobre todo, callar. A pesar de la cultura tan machista que se nos muestra de China, esta joven se sobrepone a esa idea, pero con los límites muy claros, ya que sabe lo que puede lograr sacrificando ciertas cosas también. Con tal de comprarle una casa a su papá, se mueve con seguridad en un peligroso ambiente. E incluso es capaz de silenciar a su padre, cuando él manifiesta que “luchará contra el capitalismo hasta el final”. Ambos tienen rabia, pero Qiao sabe cómo canalizarla para lograr sus objetivos.

A pesar de tener los límites muy claros, esto se vuelve difuso camino al segundo acto de la historia. Al perder el control, nos volcamos en su estado más íntimo, triste e injusto. Acá es donde más claro se ve el machismo que tanto trató de combatir, pero se volvió una víctima más.

Finalmente, en la última parte vemos cómo Qiao intenta rearmar su vida. Todas las dudas que surgían al principio sobre cómo llegó a ser tan empoderada, se resuelven en esta China moderna y tecnológica.

Esta película, estrenada en el 2018, exige bastante contemplación, lo que puede ser inquietante a ratos. Sin embargo, logra mantenernos conectados por las injusticias que vive su protagonista y porque, en algún sentido, no entendemos cómo llegó ella ahí, y quizás ella tampoco.

Hay escenas coreográficas y teatrales, casi irónicas, que desconciertan un poco. Sobre todo la de una pareja experta en bailes de salón, casi sacada de un programa de talentos. Hay una insistencia en incluirlos al menos dos veces, en momentos que corren con menos fluidez, a diferencia de la canción de Village People.  No sé si es otro guiño a la cultura norteamericana con sus clásico programas de talento donde un jurado te dice si avanzas o no presionando una X o si es una referencia a cine indio donde abundan las coreografías masivas. O quizás para compensar los pocos diálogos que aparecen y esos silencios eternos.

Esta es una historia compleja de ver y sentir. Pero su protagonista es fiel a sus convicciones, y a pesar de lo entrampado que vemos su recorrido, nos quedamos hasta el final solo para ver hasta dónde es capaz de llegar. Porque, a medida que avanza, va revelando su agilidad, inteligencia y si la suerte está a su lado o no.

Nombre: Esa Mujer (Jiang hu er nü / Ash is Purest White)

Género: Drama

Director: Jia Zhang-Ke

Elenco: Zhao Tao, Fan Liao y Yi’nan Diao

Duración: 136 minutos

País: China, Francia, Japón

Año: 2018

Distribución: Arcadia Films  

Plataforma: Arcadia Films Online

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