Crítica de cine “F1 La película”: Un entretenimiento válido y laborioso

Por Álvaro Guerrero

F1 es una película que aborda el mundo de las carreras de automóviles, tradicionalmente destinado a los hombres, llega en un momento en el que desde la Casa Blanca se intenta torcer el brazo a lo denominado woke, atacar cualquier criterio de inclusividad, levantar nuevamente la idea de una masculinidad asociada a lo dominante, protector, digamos en una palabra, al macho Alfa competitivo. La idea de desprenderse, como si fuera tiña, de cualquier noción de masculinidad tradicional en crisis o en reflexión. Y F1 La película, está protagonizada por un hombre maduro que viene de vuelta de todo y que, como el Johny Lawrence de la secuela de Karate Kid, la serie Cobra Kai, ha vivido una cadena de fracasos tras la primera gran y definitoria derrota de su vida, un accidente ocurrido durante su juventud arrogante donde, como piloto promesa, auguraba en convertirse en el sucesor de Ayrton Senna y Alain Prost. Es también un prototipo de masculinidad asociada a la testosterona y una seguridad en sí mismo que se representa de forma paradójica: corre en una sola competición por cada estilo de carreras, gana, y se retira inmediatamente para seguir su nómade vida, en un auto remolque. También oculta heridas enormes asociadas a su fracaso, inconfesables en el ámbito ultra competitivo de las carreras de automóviles.

En ese contexto es que reaparece en su vida un viejo amigo, Rubén (Javier Bardem), ex compañero de Sonny en la Fórmula Uno, y que ahora dirige una escudería a punto de venderse por los pésimos resultados de la última campaña. Rubén le ofrece una oferta irrechazable: volver y conformar un equipo con el talentoso, pero juvenilmente arrogante piloto afroamericano llamado Joshua (Damson Idris). Ya desde la escena inicial F1 remarca el estilo audiovisual que uno verá a lo largo de todo el metraje: un travelling que sigue al protagonista desde atrás, mientras se dirige a salvar a su equipo en una competición de menor rango, con la potente Whola Wotta Love de Led Zeppelin retumbando y llenándolo todo. Y es de noche en las carreras.

Basta decir que Sonny retornará a la primera división del automovilismo, para enfrentar todas las reticencias y desconfianzas del equipo de la escudería. En el camino se le va a cruzar Kate (Kerry Condon), una ingeniero a cargo del rediseño de los autos que los convierta de “chatarra” a máquinas competitivas. Tanto la competencia entre el maduro (y a ratos inmaduro) Sonny, y el joven Joshua, como la tensión sexual entre el primero y Kate, ahora soltera y que también viene de vuelta de todo pero en un sentido inverso, sostienen una historia que se desenvuelve entre múltiples recovecos de un montaje acelerado y un sentido del humor perenne. Cuando no son las largas y fascinantes secuencias de carreras en la fórmula uno, las que impactan sensorialmente, atrapando hipnóticamente la atención.

No es que F1 adolezca de clichés, es que toda la historia está sustentada en ellos, no hay secretos ni dobleces al respecto. Ni otro tipo de aspiraciones, porque a la larga eso es un blockbuster, por oposición a un filme de otro calado dramático. La pregunta es cómo lograr que esos lugares comunes sean atractivos, livianos, incluso encantadores, dotados de esa rara condición llamada “encanto de matiné”. Y si F1 tiene ese encanto, nada común en superproducciones de entretenimiento puro, también debe tomarse en consideración su impresionante aspecto visual, el ritmo, la potencia en toda la norma. Es tragar de una vez un bocado que es de matiné, pero que guarda una pulsación y poder que apabulla, que es cualquier cosa menos “apaciblemente divertido”. En la ecuación intervienen un guion con rasgos inteligentes a la hora de presentar a los personajes necesarios para generar tensiones y distensiones, el carisma y el tino en la dirección de los actores, y la labor de dirección de la película en si por parte de Joseph Kosinski.

La historia, “telenovela” de amor, es un ejemplo de porqué F1 es levemente superior a Top Gun Maverick, obra del mismo cineasta. Donde en aquel romance todo parecía de cartón piedra, aquí, solo gracias a unos pocos matices de empoderamiento femenino muy bienvenidos, y de acotados gestos bien naturales en la interpretación de Kerry Condon, cuando tras hacer el amor con Sonny en su habitación de hotel en Las Vegas, muestra algo de vergüenza juguetona, a la vez que de complicidad feliz, podemos subir un peldaño desde lo juvenil en Maverick a lo más adulto en F1. Y aun así todo parece cliché en igual medida que irresistiblemente atrayente.

La historia es pequeña y si bien se nutre de algunos puntos interesantes a la hora de satirizar (la ridiculización del exceso de atención a las redes sociales y los influencers, por ejemplo), requiere para su goce pleno, tanto de volver a un estado natural de ingenuidad, ese que brota espontaneo al advertir de inmediato el interés por entretenernos no solamente desde la técnicas de filmación IMAX de última generación que atrapan el vértigo de la pista de carrera y la dinámica tensa, a ratos “enervante” (no en un mal sentido) de la fórmula uno, como de la evolución que experimenta este hombre masculino a las puertas de su vejez, en un mundo que ha cambiado mientras él estaba en todas y en ninguna parte. Que Sonny termine siendo el mismo lobo directo y solitario que ama los desafíos extremos, y a la vez alguien que ha aprendido algunas lecciones sobre pedir perdón y mostrar fragilidad, es un punto más que interesante en términos de lo que algunos llaman batalla cultural frente a estereotipos que pueden venir desde diversos espectros políticos.

Ficha Técnica 

Título original: F1 The movie

Dirección: Joseph Kosinski

Guion: Ehren Kruger, Joseph Kosinski

Reparto: Brad Pitt, Javier Bardem, Damson Idris, Kerry Condon, Tobias Menzies, Sarah Niles

Fotografía: Claudio Miranda

Música: Hans Zimmer

Duración: 155 minutos

Género: acción, drama, comedia

País: Estados Unidos

Estreno: 26 de junio

Distribuidora: Warner Bros. Pictures Chile

 

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