Por Victoria Bustos Arancibia
Holy Cow (su nombre original, Vingt Dieux, se traduce como Veinte dioses) es una delicada y entrañable exploración del paso a la adultez en un contexto rural francés. Dirigida por Louise Courvoisier en su debut en la dirección de largometrajes, la película se presenta como un retrato realista pero lírico de un adolescente que se enfrenta a las dificultades de la pérdida, la responsabilidad y el amor joven, todo ello enmarcado en la tradición artesanal de la elaboración del queso Comté en la región de Jura.
Esta tragicomedia de maduración de edad sigue a Totone (Anthony de nombre legal), quien con 18 años, una vida de desenfrenos, marcada por días y noches de beber y “flojear” con sus amigos, pierde repentinamente a su padre, y debe entonces abandonar sus jornadas de imprudencias para asumir la responsabilidad de cuidar a su hermana pequeña, y sobrevivir en el campo. Ante la falta de solvencia económica, se deshace de los animales y la maquinaria de la granja, pero cuando su precariedad continúa sin soluciones inmediatas, la idea de crear un queso que le permita ganar el codiciado dinero del concurso local, lo llevan tanto a actos reprochables como también a mejorar sus hábitos de vida y salir del sedentarismo o la falta de vocación.
Desde el inicio, Holy Cow nos sumerge en un mundo pequeño, lleno de personajes genuinos y más complejos que lo que dejan ver las primeras impresiones, donde la vida cotidiana se convierte en un escenario lleno de detalles que evocan la cultura y las tradiciones de la campiña francesa. El reparto, lleno de personas que jamás habían actuado profesionalmente, encarnan sus respectivos papeles con muchísima naturalidad y desplante.
El relato podría haber caído en machismos fáciles, o masculinidades tóxicas típicas de ambiente tradicional campestre, pero la visión de Courvoisier es unisex. Acá se ofrece una reflexión esperanzadora y sincera, que tiene el potencial de llegar a cualquier espectador dispuesto a dejarse conmover. Tanto chicos como chicas demuestran personalidades coloridas, roles variados y presencias fuertes, las cuales sólo dejan con ganas de conocerlos más, de pasar más tiempo observando sus ocurrencias.
El guion, coescrito por la propia directora, intercala momentos de humor con instantes más dramáticos, pero siempre manteniendo la simpleza de los eventos que atraviesan la vida de Totone, logrando que la audiencia se identifique con la torpeza y las dudas del chico, así como con su determinación de seguir adelante a pesar de las adversidades, motivado además por la clara preocupación que despliega por el bienestar de su hermanita. El filme no pretende contarte una gran historia de superación que termine en llevarse el primer premio de una competencia, más bien está interesado en mostrar un proceso de maduración lento y auténtico, imperfecto incluso, en el que no todo obstáculo es una gran lección.
Estilísticamente, Holy Cow destaca por su fotografía cálida y naturalista, que captura la belleza del paisaje y la vida rural con una textura de grano de película casi retro. Montada con un ritmo pausado pero nunca aburrido ni aletargado, progresando consistentemente entre pequeños logros y fracasos en el empeño del protagonista y su grupo por fabricar el queso perfecto, y ganar el concurso agrícola local.
La narrativa, aunque predecible en algunos puntos, se ve enriquecida por la sensibilidad de la dirección y la interpretación. Se trata del pueblo natal de su realizadora, que finalmente transmite una profunda empatía por la situación tan humana, común y corriente de la juventud que se propone reflejar. El aspecto más destacable de su sello autoral es cómo el tema del queso no se toma la historia completa, sólo se utiliza como un punto de avance de la trama, resaltando mucho más el viaje emocional de Totone sin subrayar en el texto lo que la cámara es perfectamente capaz de revelar.
Aunque clásica en su estructura, se siente fresca y llena de vida. Un film que invita a valorar las pequeñas cosas y que, aunque no resuelve todos los problemas en mano como lo haría una película americana, deja una sensación optimista, reafirmando que el cine independiente puede ofrecer miradas necesarias y revitalizadoras del mundo que nos rodea, que valen la pena revisar. Así es como nos dejamos conquistar paulatinamente por el Totone del debutante Clément Faveau, por su pequeña familia escogida y rota, por la relación con Marie-Lise (interpretada por Maïwene Barthelemy, ganadora del César a la Mejor Revelación Femenina), y por el prometedor cine de Louise Courvoisier.
Ficha técnica
Título original: “Vingt Dieux”
Dirección: Louise Courvoisier
Guion: Théo Abadie, Louise Courvoisier
Fotografía: Elio Balezeaux
Montaje: Sarah Grosset
Sonido: François Abdelnour
Música: Charlie Courvoisier, Linda Courvoisier
Producción: Ex Nihilo, France 3 Cinéma, Auvergne Rhône-Alpes Cinéma, Canal+, Ciné+, Orange Cinéma Séries, France TV, Cinémage 18, SG Image 2022, Indéfilms 12
Reparto: Clément Faveau, Maïwène Barthèlemy, Luna Garret, Mathis Bernard
País: Francia
Año: 2024
Duración: 90 minutos
Género: Maduración de edad
Distribuidora: Cine CCC en colaboración con la Embajada de Francia en Chile
Estreno en salas de cine: 8 de noviembre de 2025
![]()

