Por Karina Solórzano

Pasó el 2018 y la película “Isla de perros” de Wes Anderson se colocó como una de las favoritas del año según el público y la crítica cinematográfica[. No es para menos, la película cuenta con grandes logros técnicos: se filmó a partir de títeres en movimiento con la técnica de stop motion que consiste en montar numerosas fotografías continuas para crear movimiento.
Esta técnica se combina, al inicio de la cinta, con hermosas ilustraciones estilo japonés para contarnos cómo un tirano gobernador (simpatizante de los gatos) expulsa a los caninos de su ciudad porque están infectados de un virus terrible, obligándolos a morir a su suerte en una isla de basura. En este escenario aparece un pequeño humano que va a la búsqueda de su perro Spots, el que fuera el primer perro en ser enviado a la isla, un grupo de perros domésticos junto con un enigmático perro callejero acudirán en su ayuda para investigar el paradero de Spots.

Si por algo se reconoce el cine de Wes Anderson es por su trabajo técnico pulido bajo una estética propia. Su universo cinematográfico se caracteriza por tomas demasiado cuidadas, encuadres precisos y un uso de color siempre acorde con la atmósfera de lo que nos quiere contar: colores oscuros para los villanos y la intriga, colores cálidos para los momentos idílicos, como en el romance de la pequeña pareja prófuga de “Moonrise Kingdom” (2012). Esta especie de “firma” puede parecer reiterativa para muchos, sobre todo en su cine de ficción, pero me parece que encuentra un balance adecuado en su cine de animación, como ya lo había demostrado en “El fantástico señor zorro” (2009).
Y es que una de las grandes posibilidades que tiene el cine de animación, al prescindir de la representación convencional del cine de ficción y regirse bajo su propio universo, es la de contarnos la historia más sencilla con tintes de lo maravilloso para después convertirse en la más grande aventura sin que ésta nos parezca imposible. Al contrario, las historias del cine de animación nos parecen más cercanas porque la mayoría retratan valores universales, esto es algo que sabe muy bien el cine de Miyazaki o las películas de Pixar y tal vez esa sea una de las razones por las que suele estar dirigido a un público infantil.
“Isla de perros”, en ese sentido, es una aventura fantástica que nos habla de la fidelidad, de la comunicación, de la tolerancia y del amor. No hay desperdicio en ninguna toma, la riqueza técnica funciona para contarnos una historia sencilla y, con disposición, aprender de ella.
Título original Isle of Dogs
Año 2018
Duración 101 min.
País Estados Unidos
Dirección Wes Anderson
Guion Wes Anderson