Por Juan Marín
La nueva película de Jorge Riquelme Isla Negra retoma varios elementos presentes en sus anteriores obras, Algunas bestias y Camaleón, especialmente la exploración del concepto de “invasores” y la tendencia del cine contemporáneo conocido como eat the rich, popularizada recientemente por títulos como Triangle of Sadness, Parasite y El menú. Este subgénero, impulsado décadas atrás por Luis Buñuel con clásicos como El ángel exterminador y El discreto encanto de la burguesía, vuelve a encontrar en Riquelme un canal para las tensiones sociales y críticas de clase. En esta nueva cinta, el realizador chileno se aproxima nuevamente a esa intensidad psicológica que recuerda el estilo de Michael Haneke. Aunque Isla Negra no sea una obra perfecta, su potencia atmosférica y capacidad para generar incomodidad la elevan significativamente.
La historia gira en torno a Guillermo (Alfredo Castro) y su asistente (Paulina Urrutia), quienes disfrutan de un tranquilo fin de semana en su cómoda casa frente a la playa, en Isla Negra, mientras supervisan un proyecto inmobiliario en la zona. Su aparente calma se ve interrumpida por la inesperada llegada de una mujer, su hermano y su padre enfermo, quienes comienzan a acampar en la orilla del mar. Este encuentro detonará un conflicto entre ambos grupos, sacando a relucir lo más oscuro y violento de sus naturalezas.
Riquelme demuestra una vez más su habilidad para manejar la tensión y construir una atmósfera opresiva e inquietante. Su cine, además de relacionarse con el de Haneke, también recuerda a uno de los discípulos del austríaco, el provocativo cineasta mexicano Michel Franco, que, por su origen latinoamericano, podría resonar aún más en este contexto. Franco y Riquelme comparten un interés por retratar a la clase burguesa enfrentada a las complejidades de su entorno. Isla Negra remite, en cierto modo, a Nuevo orden de Franco, aunque sin las ambiciones ni la carga perversa del cineasta mexicano. Al explorar la idea de la invasión de clases, la película también puede asociarse a As bestas de Rodrigo Sorogoyen, por su conflicto vecinal, y por supuesto, a Parasite de Bong Joon-ho, que llevó esta temática al éxito internacional. Asimismo, no es descabellado pensar en la obra teatral Los invasores de Egon Wolff, como un antecedente chileno de esta inquietante dialéctica entre lo propio y lo ajeno.
Este film no se limita únicamente a contar una historia, sino que también incorpora una potente crítica social. En el litoral central, las inmobiliarias han representado una verdadera amenaza para los vecinos. En la zona se han realizado diversas manifestaciones en contra de algunos proyectos, los cuales han provocado desalojos y un aumento de tomas en el sector. Las protestas también han surgido como una forma de defensa de la naturaleza, ya que estos desarrollos millonarios atentan contra las áreas verdes. En este caso, la película retrata a una familia afectada por la imposición de estas inmobiliarias, explorando la crisis habitacional con un enfoque marcado por la lucha de clases. En ella se exponen las dinámicas de poder y las contradicciones de la sociedad chilena contemporánea, mostrando cómo estas tensiones impactan directamente en la vida cotidiana de las personas.
Un aspecto clave del film es la dirección de actores. Aunque el elenco se limita a solo cinco intérpretes (Alfredo Castro, Paulina Urrutia, Gastón Salgado, José Soza y Marcela Salinas), todos logran interpretaciones sólidas que fortalecen la narrativa. Los personajes están muy bien delineados: son complejos, ambiguos, y permiten generar empatía desde distintas perspectivas. La excepción es el personaje interpretado por Alfredo Castro, al representar a alguien acomodado que mira en menos a los demás, con una actitud autoritaria y empresarial. Cada actor logra transitar desde momentos de calma a escenas intensamente violentas o emocionales, lo que constituye uno de los grandes logros del film.
Otro punto a destacar es el uso de la cámara por parte del director. Su intensidad sorprende, ya que gran parte de las escenas de intranquilidad ocurren en espacios cerrados y reducidos. Es un thriller que apuesta por el minimalismo para generar angustia. Aunque quizás deja algunos cabos sueltos en el guion, pero son detalles menores que no afectan el impacto final de la película.
Este mes ha sido particularmente especial para el cine chileno: se han estrenado cuatro producciones nacionales de manera simultánea. Primero llegó el documental Piropolis, luego Los años salvajes, ahora Isla Negra, y para cerrar abril se espera Denominación de origen. No es común ver esta cantidad de estrenos chilenos en tan poco tiempo, y es una excelente señal para la industria. Por eso es fundamental seguir apoyando el cine chileno, para que siga creciendo y podamos ver más películas de la calidad de Isla Negra.
Ficha técnica
Título original: “Isla Negra”
Duración: 105 min
Año: 2025
País de Origen: Chile
Director: Jorge Riquelme Serrano
Guion: Jorge Riquelme Serrano
Reparto: Alfredo Castro, Gastón Salgado, Marcela Salinas, José Soza y Paulina Urrutia
Distribuidora: BF Distribution
Estreno en salas: 27 de marzo de 2025
Comentario interesante, atractivo. Motiva a ver la película. Gracias.