Crítica de cine “La puerta secreta”: una forma de explicar las casualidades

Por Javiera Hojman

La película La puerta secreta, catalogada en los géneros de fantasía y comedia, tiene bastantes elementos que suenan familiares. Combina recursos de otras producciones como The Umbrella Academy, Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos, en incluso algunos similares a Monsters Inc., que, si bien son referencias entretenidas, pueden resultar repetitivas en un ámbito que pretende ser novedoso y creativo (como es tradicionalmente la fantasía). La puerta secreta de Jeffrey Walker se aleja de las producciones serias y densas a las que nos tiene acostumbrados. Es un filme entretenido, indudablemente, pero demasiado largo y un poco tedioso.

Nos cuentan la historia de Paul Carpentier, un joven londinense que está buscando trabajo, tiene una vida absolutamente común y bastante mala suerte. Por una suma de casualidades -término que en la película se aprovecha muchísimo-, termina trabajando en la empresa JW Wells & Co., una compañía misteriosa con empleados poco convencionales. Se encargan de generar coincidencias a sueldo utilizando la magia, y tienen otras funciones de las que no nos enteramos claramente. La película tiene muchísima insinuación y no tantas respuestas, y ese recurso solamente funciona cuando se le pone un límite. Demasiada incerteza puede aburrir, y eso es lo que ocurre en ciertos puntos de La puerta secreta.

La película es un gran ejemplo de una obra que empieza muy bien, y en algún punto pierde fuerza. El protagonista, Paul, es retratado inicialmente como un adulto joven con características extremadamente cotidianas. Nos muestran que se queda dormido, la ropa no funciona, su casa está desordenado, y nos habla de una adultez caótica con la que es fácil identificarse: empezamos viendo uno de esos días en que todo sale consistentemente mal, y los problemas pequeños se acumulan. Hasta ahí, bien. Eso es algo que todos hemos vivido. Pero el desarrollo del personaje se debilita, y llega un momento en que se convierte en una especie de héroe con capacidades inexplicables, una personalidad distinta a la del inicio y características que no son creíbles. El avance es un poco forzado, y mientras más avanza la aventura, menos empatizamos con el personaje.

El guion sufre de un problema similar, que es la sobreexplotación del absurdo. Nos están presentando un mundo que es incoherente y extraño, y eso es parte de lo genial que tiene la producción: retrata muy bien la confusión del protagonista, y constantemente nos desconcierta. No nos explican claramente las reglas del mundo en que nos están introduciendo. El problema está en que se exceden con las sorpresas, y eso hace que pierdan un poco de su gracia. Cuando sabemos que van a decirnos cosas incoherentes, dejamos de impresionarnos, deja de generar este contraste que apreciamos en el absurdo.

La película está inspirada en el primer libro de una saga de siete entregas escrita por Tom Holt. Esto nos da una pista de que podemos esperar otros filmes que continúen la historia, lo que podría funcionar muy bien: la idea base en la que se centra la trama tiene muchísimo potencial, que considero que no fue utilizado a cabalidad en esta película. Da la impresión de que intentaron meter un exceso de cosas y no lograron hacerse cargo de todas completamente. Con un poco más de cuidado y moderación, La puerta secreta podría haber sido una gran película y el inicio de una saga muy prometedora. Lamentablemente, se debe conformar con ser una película entretenida, liviana, familiar y cómica.

Ficha técnica

Título original: The portable door

Director: Jeffrey Walker

Duración: 156 minutos

Elenco: Paul Carpentier, Sophie Wilde, Jessica De Gouw, Christopher Walts, Sam Neill, Rachel House, Miranda Otto

País: Australia, EE. UU.

Distribuidora: New Century Films

 

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