Por Bruno Adriazola
La riqueza del mundo es una película simbólica, ya que desde principio a fin quiere expresar un mensaje profundo, lleno de símbolos y metáforas, que le exigen al espectador darle una, o quizás dos, vueltas a lo que vio en pantalla. Hay que unir, unir las armas y la muerte con la historia de Chile, unir la tierra y el agua con nuestras emociones. Nos permite explorar el alma y sus límites. También nos lleva a las bases de nuestra patria, cómo nació y de qué forma se ha sostenido en el tiempo. Por lo tanto, dentro de las infinitas miradas que pueden aparecer, hay dos muy interesantes; una desde el punto de vista político/social, y otra a nivel espiritual.
La historia está ambientada en el contexto de la Guerra de Independencia (1810-1818), cuyo conflicto, a grandes rasgos, era que algunos deseaban mantener las cosas como estaban y otros querían cambiar todo en nombre del progreso y la libertad. Nada nuevo. Las primeras escenas muestran el transcurso de un enfrentamiento armado, el impacto es inmediato. ¡Plaf! Balas, gritos, caballos galopando, sangre, pólvora, y luego, calma. Al terminar la batalla, decenas de cuerpos sin vida quedaron sobre el pasto y la tierra, salvo aquellos que lograron sobrevivir. Son estos los personajes que construyen la historia, quienes lograron afirmarse del último suspiro para no caer a la muerte. De aquí en adelante fluye la trama, con los dos protagonistas; un oficial del ejército patriota ciego (Diego Acuña) y un campesino sordo (Daniel Candia), deambulando por bosques y campos desolados.
El espacio en el que se desarrolla la película, junto a los personajes que lo habitan, son elementos claves para abordar las miradas señaladas al inicio. Desde un punto de vista político/social, la cinta dirigida por Simón Farriol, puede ser un reflejo de la historia de los países latinoamericanos, desde su origen cómo repúblicas hasta el día de hoy. En aquel periodo, el resto del territorio experimentaba también, su personal proceso de independización de la Corona Española. Una parte de los habitantes deseaban ser “libres”, formar su propia identidad y ponerse lo antes posible a la altura de Europa y Norteamérica.
Entonces, a modo de interpretación, los personajes del filme vendrían siendo los países latinoamericanos, y el espacio físico donde se desenvuelven y desatan sus conflictos, sería el continente mismo. Porque desde la llegada de los españoles en 1492 hasta las guerras de independencia, todo el territorio sufrió enormes masacres y episodios de crueldad, para luego pararse y luchar por convertirse en repúblicas autónomas. Los protagonistas de la película despiertan luego de una batalla sangrienta, uno sordo y otro ciego, juntos emprenden un camino carente de destino, solo avanzan, sin saber cómo ni por qué lo hacen. Desean sobrevivir en un lugar donde hubo violencia y muerte, tal como lo hicieron los países que hoy forman Sudamérica, que avanzaron por avanzar, y que hasta hoy en día les es difícil tener una identidad y un objetivo común al cual llegar como sociedad.
Otra idea que proviene del mismo análisis, es el cuestionamiento a las guerras y la patria, ¿tiene sentido pelear? ¿Por qué el ser humano se empecina en destruir al otro buscando poder? ¿Los que defendían a la Corona Española o los independentistas, realmente sabían lo que estaban haciendo? ¿Tuvo sentido dividir arbitrariamente el cono sur del continente y trazar fronteras para luego enemistarse? ¿Qué es la patria y para qué sirve? ¿Cuál es nuestra real identidad? ¿Será Latinoamérica una persona ciega que hace lo puede por sobrevivir?
Ahora, cambiando de vereda, además de la mirada político/social, la película ofrece una interpretación espiritual muy contundente. A través de planos muy bien logrados que simbolizan los niveles a los que puede llegar la conciencia y las emociones de una persona. Los personajes que logran sobrevivir a la batalla que marca el inicio del filme, pueden ser almas que quedaron en un plano intermedio entre la vida y la muerte. Donde solo importa vivir un minuto más, y valores como la compasión o el apoyo dejan de existir. Es más, cuando los protagonistas avanzan por el campo, se topan con individuos que también lograron resistir, en aquellos encuentros no hay comunicación alguna y hacen lo posible para matarse o quitarse las pertenencias.
Durante el viaje que realizan Sordo y Ciego (el nombre de los personajes), hay un elemento que no solo les va dando fuerza a ellos, sino que también a la película, como una especie de combustible: el agua.
A medida que avanzan en su camino van descubriendo ríos, donde naturalmente deciden quedarse, sacian la sed y mojan sus manos y caras. La figura del río acerca a las almas que habitan en un plano intermedio, más al lado de la vida que al de la muerte. Hay un momento en que el Ciego encuentra la paz, por primera vez en la película se puede ver su cuerpo con algo de calma, y es cuando está sentado junto a una cascada y recibe la intensidad de su sonido. Tal como el personaje “Siddhartha” en la novela de Hermann Hess, al comprender la totalidad y la sabiduría del río. Lo que se puede ver como una interpretación de conocerse a uno mismo, una invitación a observarse y encontrar la luz en momentos de oscuridad.
Ya desglosadas las dos interpretaciones propuestas, merece ser destacado el tratamiento audiovisual de la película. En la música destacan instrumentos de viento en madera, que ayudan a contextualizar el territorio donde transcurre la historia, y además entrega una sensación de soledad, de vacío, acorde a un lugar por donde arrasó la muerte. Luego hay una tonalidad gris que baña algunas escenas, dando la impresión que se habita una zona difusa, que puede ser real como puede no serlo.
¿Es recomendable ver La riqueza del mundo? Sí, es recomendable. Es una pieza audiovisual que mantiene atento al espectador, le ofrece diversos análisis a nivel político y espiritual, con planos de profundas metáforas que tocan lo más profundo del ser. Siempre que una obra de arte entregue al que la consuma una nueva visión del mundo, merece ser recomendada
Ficha Técnica
Título original: La riqueza del mundo
Año: 2021
Duración: 85 min.
País: Chile
Dirección:
Guion: Simón Farriol
Música: Eleonora Coloma, Jorge Castro
Fotografía: Simón Farriol
Reparto:
Daniel Candia, Diego Acuña, Eduardo Reyes, Harold Quiñones, Francisco González, Irina Gallardo, Rocío Hormazábal
Compañías: Infractor Films, Keep Digging Production, Naira Films
Género: Drama | Siglo XIX
Disponible en Centro Arte Alameda desde el jueves 26 de enero