Crítica de cine “Las coordenadas de la indiferencia”: Una crítica mordaz al negocio de las bellas artes

Por Isabel Agurto

Poesía, teatro y sátira confluyen en este primer largometraje de ficción del actor, director y dramaturgo chileno, José Luis Cáceres.

La poesía está en sus textos, en sus diálogos y también en la imagen, en la cinematografía o en lo que podríamos llamar puesta en escena, si esta fuese una obra de teatro. Una imagen cuidada, nos recuerda todo el tiempo que nos movemos entre las coordenadas de la indiferencia; siempre hay aire y distancia, incluso en los primeros planos, incluso en las escenas románticas y de contacto físico.

La trama va de historias que se cruzan. Una pareja de mujeres, conformada por Amparo (Daniela Ramírez), una reconocida galerista del sector oriente de Santiago, y Loreto (Paula Hofmann), artista, en el amplio sentido de la palabra. Amparo no quiere seguir con la relación, pero no logra tomar la decisión definitiva de terminar, con la excusa de estar preocupada por la estabilidad emocional de su compañera, cuyo único deseo es concebir un hijo. La galerista confiesa y traspasa su preocupación por Loreto a quien se presume es su ex marido y padre de su hija (Losé Luis Cáceres), el cual decide ayudar, a su manera.

Por otro lado tenemos la tragicómica historia de José Miguel (Guilherme Sepúlveda), un art dealer que suele trabajar con Amparo, así como con compradores directos y, acaso el verdadero protagonista de esta película. El dealer deja olvidado su computador en un taxi rumbo a reunirse con un cliente y ahí comienza su desgracia, ya que la información contenida en el notebook es de carácter delicado y confidencial.

El taxista (Aldo Bernales), encuentra el computador y no duda en ocupar la información en él contenida. ¿Qué es lo que hace un taxista seduciendo a la vida? ―mil disculpas por esa cita, pero era inevitable― ¿qué hace un taxista paseándose por este mundo al cual no pertenece? ¿qué hace un taxista cuando es él quien tiene el poder?

No puedo contar toda la película, pero, sin duda, son sus personajes los que la hacen lo que es, una sátira sobre el mundo del comercio de las artes en Chile. Un mundo aspiracional, elegante hasta cierto punto, pero siempre, siempre indiferente.

Juan Carlos Montagna interpreta a un abogado que vive de apariencias y utiliza sus contactos y buen gusto para estar donde quiere estar y con quién quiere. Él ya está ahí, él ya lo tiene, pero es lo que todos los demás intentan conseguir, partiendo por José Miguel. Y es que las relaciones de poder se están midiendo en todo momento, durante los 80 minutos que dura la película. El poder y el sexo, el poder y la información, el poder y el dinero, el poder y la cuna, porque nacer “donde corresponde” también otorga poder. Cuna que no tienen el taxista ni el personaje interpretado por Susana Hidalgo, pero que buscan suplir con astucia.

Además de su atractiva temática, poco abordada en el cine nacional, en esta película destacan sus diálogos, que suenan a expresiones teatrales, de alguna manera, pero sin desentonar con el formato audiovisual. Por el contrario, le entrega un ritmo diferente a la historia, que realza esta idea de lo elegante aspiracional e indiferente, donde más que falta de sentimientos y emociones, hay un exceso de ellos, pero contenidos en el juego del poder. Y es que a José Luis pareciera que el teatro se le sale por los poros.

Para el final quise dejar el análisis de los personajes representados por Felipe Zepeda y Pascale Zelaya, una pareja de actores que, no pudiendo subsistir con su arte, trabajan también como garzones en cafeterías y eventos varios. Es interesante como estos dos personajes, artistas, habitan otro mundo, aunque se cruzan con los demás personajes, ellos entienden, particularmente Felipe, que todo no es más que una eterna y constante representación. Él dice que siempre está haciendo un personaje, no solo en sus obras, sino también cuando garzonea y, por tanto, se presume que también lo hace cuando se encuentra con el art dealer. Y es el único personaje en la película que, a mi parecer, rompe la relación de poder cuando exige una relación contractual y una promesa de pago por su trabajo, descolocando a José Miguel por esta inaudita patudez.

Es llamativo también, ver que las historias no se cierran, solo se presentan. No hay desenlace en la pareja de Amparo y Loreto, tampoco en la maquiavélica relación del taxista y José Miguel, mucho menos se sabe de la continuidad de la vida de los actores garzones. He aquí una figura muy literaria de dejar el cierre en manos del lector o, en este caso, del espectador.

Ficha técnica

Título: Las coordenadas de la indiferencia

País: Chile

Duración: 80 minutos

Idioma: Español

Director y guionista: José Luis Cáceres

Producción ejecutiva: José Luis Cáceres y Charly Díaz

Director de fotografía: Charly Díaz

Producción: José Luis Cáceres y Camila Francesetti

Dirección de arte: Javiera Sandoval

Montaje: José Luis Cañas

Intérpretes: Daniela Ramírez, Paula Hofmann, Jose Luis Cáceres, Susana Hidalgo, Guilherme Sepúlveda.

Coordenadas

Funciones en la Cineteca Nacional desde el 25 al 31 de julio.

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