Por Paula Frederick
“Ya no las hacen como antes”. Una frase que, cuando se trata de cine, últimamente he repetido más de lo que querría. Esa sensación instintiva que avala el cliché “todo tiempo pasado fue mejor”, como si las manifestaciones artísticas hubieran ido perdiendo su calidad y su alma con el paso de los años. De todas formas, la situación no es tan trágica. A veces hay aciertos, destellos que iluminan la pantalla grande de hoy. Pero, al menos en mi experiencia, no se trata de esas películas que innovan con la técnica, que marcan tendencias o presagian futuros cercanos y lejanos. Son aquellas historias que, de alguna forma u otra, apelan a la más pura nostalgia.
Los que se quedan, del director estadounidense Alexander Payne, es un despliegue de melancolía. Un repaso por lo que fuimos y nuestras viejas formas de relacionarnos, por el Nuevo Hollywood de los 70, la Guerra de Vietnam y sus repercusiones, las texturas y colores gastados de un fragmento del pasado que el cine puede volver eterno. No es casualidad que su telón de fondo sean las fiestas de fin de año, donde las luces, los regalos y el espíritu navideño no alcanzan para todos.
El relato se centra en Paul Hunman (Paul Giamatti, premio a Mejor Actor de Comedia en los Globos de Oro 2024), un solitario y severo profesor de la prestigiosa academia Barton, que vuelca toda su amargura en sus estudiantes, con la excusa de forjar su carácter y hacerlos salir de la cuna de oro. Obligado a pasar las fiestas en Barton con un grupo de estudiantes que no pueden regresar a casa, Paul finalmente quedará a cargo del rebelde Angus Tully, el alumno que más lo detesta y con Mary (la maravillosa Da’Vine Joy Randolph, Mejor Actriz Secundaria en los Globos de Oro 2024), la jefa de cocina, quien llora la reciente muerte de su hijo en la Guerra de Vietnam.
Una tríada improbable de personas completamente diversas entre sí, que comparten ese sentimiento de abandono y soledad que parece absoluto. Así, su relación se desarrolla siguiendo todo pronóstico: las amistades se solidifican, la empatía crece, y las corazas terminan por derretirse como la nieve. Una evolución predecible, pero no por eso menos conmovedora. Porque deja tras de sí un cliché tan visto como cierto: después de los momentos duros, donde la nevazón constante, el frío y la indiferencia pueden empañar la vía de salida, siempre aparece algo maravilloso. Un descubrimiento, un instante luminoso, un gesto que te cambia la vida. Además, nos cuenta la historia de tres extraños, que sin darse cuenta empiezan a considerarse familia. Con todas las peleas, incomodidades y diferencias que este vínculo conlleva. Pero siempre buscando, de manera casi instintiva, el bienestar de los otros miembros de la manada.
Los que se quedan no es una versión renovada de La sociedad de los poetas muertos de Peter Weir o Una lección de vida de Anthony Asquith. No hay profesores idolatrados, homenajes pomposos ni estudiantes que recitan arriba de sus sillas. La propuesta de Alexander Payne es más simple y, quizás, más realista. La tensión entre estudiantes y docente nunca decae, siempre es tirante, estricta, incomprendida por ambas partes. Asimismo, Paul Hunman no abandona jamás su rol de maestro implacable, cuya labor profesional es más fuerte que cualquier sentimentalismo o momento de debilidad. “Por el bien de mis alumnos”, dice él. Algo de cierto hay. Pero, también, es un modo de proteger esa coraza que le impide involucrarse más de la cuenta y sentirse vulnerable.
A ratos, la película ofrece altas dosis de azúcar, con música incidental y frases que buscan compasión del espectador. Pero Alexander Payne ha aprendido a manejar ese equilibrio y parece darse cuenta de sus propios excesos. Así, rápidamente retoma su pulso original, lo que la hace más verdadera y estrecha el vínculo emocional con los personajes, por más detestables que puedan ser a ratos. Aunque la situación que plantea es bastante extrema, nada en su forma de narrar es demasiado exacerbado: ni el humor ni el drama ni la locura. La naturaleza humana de los personajes se expresa a fuego lento, sin desbocarse del todo. Solo en la medida justa, esa que permita darle vida al relato, rozar lo demencial pero jamás perder el norte.
La historia de los que se quedaron atrás sale adelante airosa. Esta vez, los protagonistas son los desgraciados, los olvidados, los infames cuyo destino parece sellado. Quizás, parafraseando la nostalgia estética y argumental de la película, sea una suerte de venganza de los nerds. Más que una venganza, una reivindicación. Porque a ellos no les interesa contar su historia al resto del mundo, o recuperar su dignidad. Solo volver a disfrutar de la vida. Lo que ocurre queda entre ellos y nosotros, los espectadores. Como diría el profesor Hunman, entre nous.
Ficha técnica
Título original: The Holdovers
Dirección: Alexander Payne
Guion: David Hemingson
Reparto: Paul Giamatti, Dominic Sessa, Da’Vine Joy Randolph, Carrie Preston, Brady Hepner, Ian Dolley, Jim Kaplan
Distribuidora: Andes Films
Año:2023
Duración: 133 min.
País: Estados Unidos
Estreno en salas: 11 de enero