Por Victoria Bustos Arancibia
Lynne Ramsay regresa con Mátate, amor, una película que combina elementos de suspenso, humor negro, drama psicológico y hasta algo de realismo mágico, para explorar el desmoronamiento y radicalización de una madre joven quien, así como la propia cinta, no puede ser contenida entre convenciones tradicionales.
Nuevamente adaptando un relato literario, en Mátate, amor Ramsay también continúa con su predilección por los retratos oscuros y a veces perturbadores de la condición humana. Esta vez explorando la psiquis de Grace, encarnada por Jennifer Lawrence en una de sus interpretaciones más intensas. Una escritora que, tras mudarse a una remota casa en el campo boscoso norteamericano con su pareja Jackson (Robert Pattinson), comienza un descenso rápido en el caos que se vuelve palpable en cada plano.
Las razones detrás de lo que está ocurriendo con su protagonista nunca son expresadas directamente. Los espectadores pueden deducir un caso de depresión o psicosis postparto, agravado por una falta de soporte familiar, el quiebre conyugal, entre otras cosas. Pero el desconcierto y la agitación es lo que mueve la trama, perfectamente enmarcada en un formato de 4:3, y con la cinematografía casi gótica de Seamus McGarvey (previo colaborador de la realizadora en Tenemos que hablar de Kevin) que contribuye a una extraña sensación claustrofóbica. A ratos, con cámara fija y encuadres medianos se refuerza una mirada voyeurista que mantiene a la audiencia al margen, en un limbo entre la empatía, el rechazo y el ser meros testigos de la disolución psíquica de Grace.
Lawrence se entrega de forma visceral a su personaje, llena de matices y peligros, donde su cuerpo y expresiones se convierten en instrumentos de una narrativa que se niega a ofrecer respuestas fáciles. Mientras que Pattinson, en un vuelco inesperado, queda relegado a un papel plano, que no aprovecha de lleno los dotes del actor, pero que sí logra posicionar a su Jackson, y a otros personajes de la historia, como promotores de la soledad y alienación de Grace en la vecindad. Aquí no hay héroes ni villanos, por ello es que nunca queda claro si es que se trata de un ambiente que ha recibido a esta mujer con indiferencia desde el inicio, o si Grace es quien establece la hostilidad en todas estas nuevas relaciones interpersonales, simplemente vemos ambas reacciones ocurriendo a la vez.
La película se puede entender como un retrato crudo y a la vez sensible de los trastornos del estado de ánimo en la maternidad, pero también se propone trascender de ese marco, adentrándose en un territorio donde la imaginación, la violencia y la vulnerabilidad se entrelazan en un cóctel explosivo que afecta todo aspecto de la vida de Grace. Aquí Ramsay, fiel a su estilo, evita la sentimentalidad y apuesta por una poética sórdida, donde lo irracional y lo real se funden, creando un estado de permanente expectación, y sin jamás determinar una única verdad de los hechos.
Es una historia fragmentada que no busca seguir siquiera una sola temporalidad, funcionando como un espejo de la mente en crisis, y de un mundo interior en constante colapso desde que se embarca en la aventura de la convivencia en pareja, pasando por el embarazo y crianza temprana del bebé, y hasta el matrimonio. Su equipo de guionistas (Ramsay, Walsh y Burch) no teme mostrar las sombras de Grace: sus impulsos autodestructivos, una sexualidad exigente y antagonismo; sin embargo, también hay luces: su vínculo afectivo con la guagua al que ha dado a luz es su lado más positivo, y quedan hasta el final algunos atisbos de lo que fue una personalidad divertida y vivaz.
Aunque es parte del efecto irritante y esquivo, la narración sí se vuelve a veces repetitiva en su exposición de ideas, y confusa camino al desenlace, el cual peca de finalizar el relato en la incertidumbre total.
Finalmente, Mátate, amor es un filme que demanda al espectador una inmersión total. La película no busca complacer, sino desafiar y confrontarnos. La visión de Lynne Ramsay se mantiene áspera, irónica, dirigiendo una especie de poema visual sobre la locura única de una mujer, la posible lógica de sus síntomas, ahogados sin querer en los elementos inquietantes de una vida que debía ser simple y cotidiana. Sin duda, es divisoria, pero consigue reafirmar a su realizadora como una voz original y valiente en el cine contemporáneo.
Ficha técnica
Título original: “Die, my love”
Dirección: Lynne Ramsay
Guion: Lynne Ramsay, Enda Walsh, Alice Birch. Basado en el libro de Ariana Harwicz
Fotografía: Seamus McGarvey
Montaje: Toni Froschhammer
Música: Raife Burchell, Lynne Ramsay, George Vjestica
Producción: Black Label Media, Excellent Cadaver, Sikelia Productions
Reparto: Jennifer Lawrence, Robert Pattinson, Sissy Spacek, Lakeith Stanfield
País: Estados Unidos
Año: 2025
Duración: 118 minutos
Género: Suspenso psicológico
Distribuidora: BF Distribution
Estreno en salas de cine: 6 de noviembre de 2025
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