Crítica de Cine “Mi amigo el pingüino”: Una historia real que fluye como la marea

Por Paula Frederick

Ilha Grande, Brasil. Año 2006. João es un hombre de 70 años, que lleva una vida tranquila junto a su mujer, en las costas de la playa de Provetá. Un día, divisa algo en el océano que rompe con esa calma: un pingüino agonizante, cubierto de petróleo, que flota a la deriva.  João lo rescata, lo alimenta, lo limpia con cariño y lo cuida durante 11 meses, para que pueda nadar de regreso a sus mares patagónicos de origen. Pero el pingüino, apodado DinDim, no olvida a su nuevo amigo. Una vez al año, durante casi una década, el ave volvió religiosamente a visitar a su salvador, de junio a febrero. Una vez cumplida su estadía junto al humano de sus afectos, DinDim se metía al mar para nadar 8.000 km de regreso con los de su especie.

La conmovedora historia verídica detrás de Mi amigo el pingüino, del director brasilero David Schürmann, es una prueba más de que la realidad le gana a la ficción. La naturaleza nos regala seres que superan toda la bondad, lealtad y sabiduría de cualquier personaje que la mente humana pueda crear. Es el caso de DinDim, interpretado por 10 expresivos pingüinos reales, cada uno mencionado con nombre en los créditos finales. Todos ellos brillan junto a su coprotagonista, el actor francés Jean Reno, cuya interpretación de João es sobria en su esencia, pero llena de matices y vulnerabilidad.

Así como el protagonista, David Schürmann creció junto al mar. Observando sus movimientos, su cadencia natural, imaginando aventuras que algún día podrían ser contadas. Además, cuando niño viajó durante tres años con su familia en velero, siguiendo la ruta de los primeros exploradores marítimos. Esa experiencia se vislumbra en cada toma, cada movimiento de cámara, cada primer plano de João que observa a DinDim con amor incondicional. La forma de narrar revela esa pulsión por captar el flujo de la naturaleza, su lenguaje y sus interacciones. No solo entre un ave y un ser humano, sino también entre especies, fenómenos naturales, marea y quietud, sol y tormenta. Esa dialéctica que moviliza la energía de un lugar y a la vez, lo vuelve infinito. Como la historia de una relación improbable y mágica, retratada con el lente sensible de quien sabe mirar.

La relación entre humanos y animales es un tópico que siempre da frutos en la pantalla grande. Lassie, Free Willy, Marley y yo o Hachiko, todas apuestas exitosas que han seguido la fórmula de esa conexión leal e indisoluble, a veces llenas de cliché o muy edulcoradas, otras de manera triunfante. Lo cierto es que suele ser una receta infalible. En el caso de Mi amigo el pingüino, la historia real sostiene la película, por su potencia narrativa, lo increíble de los hechos y la belleza del entorno en el que se desarrolla. Con su propuesta, el director respeta esa esencia y entiende que debe dejarla lo más prístina posible, para no apagar con accesorios y recursos externos su verdadera luz. Así, gran parte del filme deja fluir con naturalidad el relato, enfocándose en la relación entre João y DinDim, el factor sorpresa de su improbable encuentro y luego su maravillosa cotidianeidad.

A pesar de su efectividad, a ratos el relato se encapricha en algunas líneas narrativas paralelas que no alcanzan a entorpecer, pero tampoco son un gran aporte al producto final. El prólogo de la historia, algunos personajes secundarios que circundan al protagonista, la constante música incidental o incluso las escenas de los biólogos marinos en la Patagonia que, si bien revelan aspectos interesantes desde el punto de vista científico, a ratos se alargan demasiado. Esto, sumado a la inevitable incomodidad de ver una historia ocurrida en Brasil donde todos hablan inglés, podría empañar algunos momentos de la experiencia. Sin embargo, el relato no alcanza a decaer, porque nunca pierde la potencia y emotividad de su hilo conductor, que es el alma ineludible del filme.

Mi amigo el pingüino llega como una marea irrefrenable, una brisa de aire fresco sin mayores pretensiones pero que brilla con luz propia. Su sencillez encierra la grandeza de una buena historia, de los pequeños encuentros que transforman vidas. Un viaje de miles de kilómetros que se pasa volando. Ese tipo de películas que, sin esforzarse demasiado, te hacen testigo de pequeños milagros, mientras te regalan la posibilidad de recomendársela a un amigo.

Ficha técnica
Título original: My Penguin Friend
Director: David Schürmann
Guion: Kristen Lazarian, Paulina Lagudi
Elenco: Jean Reno, Adriana Barraza
Año:2024
Duración: 98 min.
Distribución: BF Distribution
Disponible en salas

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