Crítica de cine “Mi niña”: Aprender a soltar

 

Por Galia Bogolasky

Mi niña es una película francesa dirigida por Liza Azuelos, protagonizada por Sandrine Kiblerain, que interpreta a una madre de tres jóvenes, que después de años separada y haciéndose cargo de sus hijos, se da cuenta de que hay vida más allá de la maternidad.

Heloise (Sandrine Kiberlain) tiene un restaurant, donde trabaja junto a su hijo mayor. Además, tiene a dos hijas, Lola y Jade, esta ultima es la única que sigue viviendo con ella y está a punto de partir a Montreal, Canadá, donde va a ir a estudiar. Heloise está experimentando el síndrome del “nido vacío”: se quedará sola porque su hija “regalona” se va a vivir a otro país.

Esta partida es la que genera el conflicto en Heloise, quien se da cuenta de que ha vivido mucho tiempo en función de sus hijos, y su vida personal ha quedado relegada a segundo plano. Esta es la oportunidad para poder tomar las riendas de su vida y hacer algo por ella misma. Su desafío es aprender a soltar y la película nos sumerge en ese proceso.

La película es narrada en dos hilos conductores, el presente, mientras Heloise está lidiando con la partida de su hija menor; y en paralelo se va mostrando el pasado, cuando los niños eran chicos, cuando Heloise se separa y empieza a salir con otros hombres, pero se da cuenta de que sólo quiere estar con sus hijos, por lo que ninguna relación prospera. Estas dos historias en paralelo funcionan muy bien en yuxtaposición porque crea esa sensación que la vida sigue y las cosas, en el fondo, siguen siendo iguales.

El filme tiene un tono como de álbum familiar: recoge momentos del pasado y los conecta con la actualidad, cuando los hijos están armando su camino y tratando de hacer su propia vida.

Mi niña tiene momentos bastante emotivos y logra ahondar en la relación madre e hija de manera bastante especial, mostrando un lazo inquebrantable, sobre todo siendo la madre muy joven, lo que genera una relación más de amistad versus una madre que trata de establecer límites con sus hijos. El rol de madre que pone reglas no va con Heloise, sino el amor sin límites por sus hijos, especialmente con la menor. A ella no le interesa criar hijos perfectos, sólo quiere que la quieran.

El cine francés se ha caracterizado por ser un cine muy de autor, con muchos elementos del arte cinematográfico, pero con los años se ha ido poniendo cada vez más comercial. En esta película hay elementos más de comedia romántica, aunque no lo sea, pero en función de la relación madre e hija. Eso produce que, a pesar de que no abandona un estilo muy artístico en su puesta en escena, sigue patrones del cine más comercial.

Jade, la hija menor, justo antes de partir a Canadá, se empareja con el mejor amigo de su hermano, lo que hace notar lo distintas que son las generaciones, ya que ella enfrenta esta nueva relación de manera desprendida, donde sus planes no van a cambiar por haberse enamorado. En una conversación ella le habla del cine de Godard y él le dice que no sabe quien es y ella le responde: “No puedes ser francés y no conocer el cine de Godard”. Con esa frase la directora hace la conexión con el cine francés clásico, y la relevancia que tiene para los franceses. Ese aprecio por el cine local es algo que sólo podemos ver en un país que se ha caracterizado por tener el mejor cine del mundo y cómo las generaciones más jóvenes no dimensionan su valor histórico.

Lisa Azuelos logra contar una historia muy sencilla, pero adorable, con elementos interesantes en la forma de contar el relato. Lo poco pretenciosa de la propuesta es su mayor atractivo.

Fecha de estreno:

9 de Abril en VTR

27 de Mayo en Itunes y Google Play

Duración: 87 minutos

BF DISTRIBUTION

País: Francia

Género: comedia, drama, romance

Dirección: Lisa Azuelos

Duración: 87 minutos

Protagonistas: Sandrine Kiberlain, Thaïs Alessandrin, Victor Belmondo

 

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