Por Paula Frederick
“No seas indiferente ante la tragedia de los demás.” En una de las escenas de Mi país perdido, documental de la realizadora Ishtar Yasin Gutiérrez, se lee esta frase de manera fugaz, mientras se suceden fotografías, recortes y fragmentos de una historia personal. El mensaje es lúcido y claro: los dolores y carencias de una vida privada pueden volverse colectivas. Aunque las vivencias sean personales, siempre están inmersas en un contexto más grande, que genera conexiones, hilos imperceptibles, empatías y dolores compartidos. La propuesta de la cineasta costarricense, de origen iraní y chileno, parece recalcar esa sensación: el retrato de una experiencia muy íntima, que a través del cine se convierte en un sentir común, tocando fibras y abarcando un amplio abanico de emociones, que apelan a la más pura naturaleza humana.
La narración nos cuenta como Ishtar, en 2022, visita la facultad de teatro del Instituto de Bellas Artes de Bagdad, mientras evoca el recuerdo de su padre, el director de teatro iraquí Mohsen Sadoon Yasin. Así, la realizadora viaja al pasado, cuando éste dirigía una obra de teatro con jóvenes estudiantes iraquíes. Recuerda también los años en que se casó en Bagdad con su madre, la bailarina chilena Elena Gutiérrez. A través de un sentido intercambio epistolar y la reconstrucción de una historia con pedazos de momentos, separados y compartidos, la directora rearma la vida de su padre, quien nunca pudo regresar a trabajar a su país de origen Irak, debido a la dictadura de Saddam Hussein y los conflictos en que estuvo envuelto el país.
En un recorrido que funde pasado, presente y un futuro imaginado, Ishtar Yasin Gutiérrez muestra los últimos momentos de su papá en Londres, ciudad donde residió luego de dejar su Irak natal. La propuesta se despliega como un caleidoscopio, que proyecta sus luces y formas en un collage de diversas texturas. Las imágenes corresponden a fragmentos de la vida real de Ishtar y Mohsen Sadoon, registros que dan cuenta de hechos tangibles: ensayos de obras de teatro, recortes de diarios de distintas épocas, fotografías de infancia, matrimonios, rostros sonrientes en momentos cotidianos. A pesar de ser irrefutables, la textura, la música y el halo de nostalgia con que se presentan evocan un sueño, una dimensión onírica. Una visión que a ratos parece real, y otras se desvanece junto con el fotograma siguiente.
Mi país perdido es un intento por completar un puzle orgánico, cuya pieza fundamental es la figura del padre, tanto el hombre que fue como en sus últimos años de vida. La propuesta cinematográfica actúa como bisagra entre lo definitivo de los recuerdos, y la fugacidad de la existencia, que irrevocablemente tiene fecha de caducidad. En algunas de las escenas más emotivas de la película, Mohsen Sadoon reflexiona sobre momentos del pasado, memorias felices, instancias dolorosas y también ideas sobre lo que su vida pudo ser. Estas declaraciones íntimas se mezclan con un trasfondo colectivo, atravesado por acontecimientos históricos y políticos que marcan sociedades, familias e individuos. Al final, lo privado y lo público se hacen inseparables. Ese contexto externo que permea ineludiblemente el espacio que llamamos casa.
Así, el cuerpo cinematográfico de Ishtar, sus tejidos, complejidad y memoria, entran también a nuestro espacio íntimo. Su reflexión narrativa y visual logra crear una sensación de familiaridad, como si una parte de su mundo interior pudiera también ser parte de una vivencia colectiva. A través de la construcción de la historia de su padre, Ishtar se va reconstruyendo a sí misma y sus orígenes, que comienzan en Rusia (en tiempos de la Unión Soviética), con una infancia en Costa Rica, junto a un padre iraní y una madre chilena. Fragmentos de una vida particular e intensa que, sin duda, influyen en su camino artístico y el producto que nos entrega: una reflexión profunda sobre las raíces, las relaciones familiares, los recuerdos que alimentan el presente y el poder del cine como espacio de sanación.
Ficha técnica
Título original: Mi país perdido (Baladí Aldaia)
Dirigido por: Ishtar Yasin Gutiérrez
Producido por: Ishtar Yasin Gutiérrez
País: Chile, Irak, Egipto, Costa Rica
Duración: 93 minutos
Distribuidora: BZ Films
En salas desde el 23 de mayo