Por Julio César Olivares
Veintinueve años después de su primera entrega, en la cuarta película a cargo de Christopher McQuarrie y con el Ethan Hunt de Tom Cruise como el único aspecto omnipresente en todas las cintas, Misión Imposible regresa a salas de cine y por primera vez nos exige algo que había estado ausente en la saga: tener presentes las historias anteriores, creer por un instante que esa serie de misiones antes independientes están conectadas entre sí por un propósito mayor.
Si Misión Imposible 7 se planteó desde el inicio como la primera parte de un díptico que la octava entrega vendría a cerrar (no por nada, esta cinta se llamaría Sentencia Mortal: Parte 2”originalmente), Misión Imposible: La sentencia final lleva esa idea aún más lejos y dedica buena parte de su metraje a referenciar las películas anteriores, retomar viejos McGuffins y reconvertirlos en catalizadores de la trama.
Por motivos esencialmente de mercado, Paramount ha promocionado esta misión imposible como una despedida, con el fin de animar a la audiencia a acompañar a Ethan Hunt en – tal vez – su última aventura (no olvidemos que, pese a su enorme despliegue físico y su aparente juventud perenne, Cruise tiene ya 62 años).
Tristemente, esa decisión se traslada a la pantalla y termina siendo un lastre para una narrativa que constantemente acude a la nostalgia por el legado de la saga, convirtiendo lo que era la segunda parte del equipo de Hunt vs la IA en un autohomenaje a lo que ha hecho la franquicia en estos casi treinta años y sí, por supuesto, a la figura de Ethan Hunt/Tom Cruise (prácticamente indisociables del otro).
Con el fin de deleitar a los fanáticos duros y de cerrar por todo lo alto, La sentencia final está sobrepoblada de flashbacks de películas anteriores, conecta a nuevos personajes con otros que vimos previamente, trae personajes menores de regreso y busca crear una mitología propia a partir de pedacitos inconexos de las otras cintas, en un movimiento tan torpe como propio de los tiempos. Algo que no había hecho M:I antes y que baja de inmediato el listón de lo que estamos por ver.
Así, entre explicaciones tan didácticas como torpes y textos sumamente expositivos, lo que la película propone es un espectáculo grandilocuente en que Hunt y su equipo intentan detener el plan de The Entity, esa inteligencia artificial con ansias de dominación mundial que nos presentó la película anterior y que busca desatar un apocalípsis al adueñarse de los misiles de las potencias nucleares del globo.
Para salvar al mundo, nuestro héroe tendrá que correr, saltar, manejar, pilotear, nadar, mantener su respiración por decenas de minutos y pelear hasta el último segundo. Y, aunque la película nunca es capaz de sacudirse de la sobre explicación y de las líneas expositivas, ese – las aventuras de Ethan Hunt – es el verdadero corazón que hace latir la cinta y que termina levantándola por sobre la mediocridad de su guion.
La reflexión sobre la emergencia de las inteligencias artificiales y su impacto en el desarrollo humano queda supeditada ante la emergencia catastrófica que trae aparejada The Entity. Las ideas (que algunas había en Sentencia mortal) quedan relegadas a un segundo plano, porque aquí lo importante se juega en el terreno de la acción, precisamente el parámetro donde La sentencia final es incontrastable.
Esta nueva (¿y última?) entrega tiene algunas de las mejores secuencias de acción de la saga y eso, para cualquiera que haya visto la escalada del Burj Khalifa en Protocolo fantasma o la persecución en la ópera de Nación secreta, dice bastante.
Con cerca de 45 minutos grabados con cámaras IMAX, al menos dos largas secuencias memorables (una en el agua, otra en el aire) destacan por sobre el resto y se inscriben entre lo mejor del cine de acción de la última década. Son esos momentos de riesgo puro y adrenalina a tope donde la película brilla, entretiene y deslumbra. Como si todo el desorden narrativo por el que navega esta misión imposible tuviera por objeto relajar nuestros sentidos para volar nuestras cabezas en el momento adecuado, con un clímax técnicamente excelente que solo hace desear que la historia haya estado a su altura.
Para La sentencia final vuelve el mismo elenco que apareció en la séptima misión, con algunos usuales de la saga (Simon Pegg, Ving Rhames, Henry Czerny), otras caras que se unieron precisamente en Sentencia mortal (Hayley Atwell, Pom Klementieff, Shea Whigham) y las incorporaciones de algunos nombres que han destacado en series populares del último tiempo (como el carismático Tramell Tillman visto en Severance o la portentosa Hannah Waddingham de Ted Lasso).
Pero, incluso con un casting así de superpoblado, todos los caminos llevan a Tom Cruise. En Misión Imposible, él es la medida y el significado de todas las cosas; en él debemos depositar nuestra confianza una y otra vez: en su heroísmo, integridad y resiliencia a toda prueba.
Tom Cruise lleva años arriesgando su vida para entretener a las audiencias, volver a reencantarlos con el espectáculo palomitero y expandir sus propios límites, llegando cada vez un poco más lejos, escapando de los dobles de riesgo, del miedo a la muerte y de su propio envejecimiento.
Ya habrá tiempo para pensar en eso. En algún punto Ethan Hunt deberá dejar de correr para montarse de una vez en un caballo y cabalgar al horizonte. Mientras eso no pase, Hunt/Cruise nos vuelve a pedir su confianza (una última vez, dice, pero no creo) y, con todas las fallas que se le pueden achacar, creo que vale la pena volver a darle la mano.
Misión Imposible falla en su apuesta por cerrar un círculo que nunca debió dibujarse. Su idea de construir una mitología más profunda que lo que sus historias previas sugieren, desmonta incluso la idea de misiones independientes llevadas a puerto bajo las visiones de directores diferentes (De Palma, Woo, Abrams, Bird, McQuarrie). Pero incluso con todo eso a cuestas, pese a su estructura sobre explicada y redundantemente recalcada, lo que La sentencia final no olvida es que en su centro está el talento de la última gran estrella del cine, y construye alrededor de su mito un ejercicio que es exitoso cuando evoca esa sensación de estar viendo algo grande, creado especialmente para la pantalla grande, ahí donde un ser humano puede ser un superhombre, donde los mensajes se autodestruyen, las máscaras te permiten convertirte en cualquier otro y las misiones imposibles se pueden lograr.
Ficha técnica
Título original: Mission: Impossible – The Final Reckoning
Duración: 169 minutos
Año: 2025
Género: Acción
País de Origen: Estados Unidos
Director: Christopher McQuarrie
Guion: Christopher McQuarrie, Erik Jendresen y Bruce Geller
Reparto: Tom Cruise, Hayley Atwell, Simon Pegg, Ving Rhimes, Pom Klementieff, Henry Czerny, Shea Whigham, Angela Bassett, Esai Morales
Distribución: Andes Films Chile
Estreno en salas: 22 de mayo de 2025