Por Victoria Bustos Arancibia
La nueva entrega de cine familiar de Disney, Mufasa: El Rey León, se presenta como una ambiciosa exploración de los orígenes del icónico personaje. Esta película, que se sitúa tanto como una precuela como secuela de la versión fotorrealista de 2019 de El rey león, pretende ofrecer una mirada fresca a la historia de Mufasa, quien en esta edición es un cachorro huérfano que, tras una serie de eventos trágicos, se convierte en el rey que ya conocemos y amamos. Sin embargo, y a pesar de sus esfuerzos por innovar, Mufasa se debate entre los elogios y las críticas, revelando las complejidades y limitaciones de su propia narrativa.
Estamos presentes a un nuevo enfoque de la gran empresa del ratón, el cual podría ser un buen augurio de los innumerables proyectos de tipo live-action o múltiples expansiones de sus franquicias que no pintan buen futuro. Mufasa se aleja del legado de realeza que se menciona en la película de 1994 y recontextualiza la figura del rey. La cinta parte con el fondo narrativo de Rafiki haciendo de cuentacuentos, introduciendo la historia principal a Kiara, la hija de Simba y Nala. Mientras que la leyenda que comparte sobre el abuelo de la pequeña leona, promete devela los desafíos que Mufasa superó de pequeño, su relación con Scar, antes llamado Taka, y la aparición de distintos personajes ya reconocidos por el público.
A través de una animación fotorrealista deslumbrante y mejorada, la película captura la majestuosidad de las tierras africanas, llevando la experiencia visual a un nuevo nivel. Mufasa corrige los mayores errores de su predecesora de 2019, la cual fue criticada por su falta de emoción notable en los personajes y poca riqueza visual, ahora el CGI ha sido refinado, haciendo que los animales sean más expresivos, con gestos más humanizados, reflejando lo que se quiere contar y finalmente asumiendo que no es un documental de naturaleza. Sin embargo, esta perfección técnica también plantea un dilema: este tipo de animación, aunque espectacular, a veces se siente desprovista del espacio para la creatividad y la personalización que caracteriza a la animación 2D tradicional usada en la trilogía original.
La falta de rasgos distintivos entre los leones puede dificultar la identificación de los personajes, especialmente con Mufasa y Taka de jóvenes adultos, y de forma preocupante con Sarabi, la madre de Mufasa y la madre de Taka. Este problema puede desorientar al espectador, desde el más grande al más niño. Nuevamente es un problema que los animadores fotorrealistas no han podido superar, y contrasta con los beneficios visuales de la animación original, donde cada uno de los personajes principales tenía una gama de colores única y un sello propio.
El largometraje se mueve a un ritmo vertiginoso, llevando a la audiencia a través de un viaje épico que, si bien es atractivo, a veces cae en la trampa de la previsibilidad. No hay sorpresas, y no es precisamente porque se trate de una precuela de la cual ya sabes más o menos el futuro que le espera a su reparto, tiene que ver más con que plantea una dinámica resuelta desde el principio, los conflictos se esbozan temprano y entonces el clímax no sorprende. A pesar de ello, se logra mantener un equilibrio entre la nostalgia por los personajes y la creación de una historia propia, por fin la gente no va a pagar para ver la misma película que ya ama pero simplemente con otro estilo de animación.
Los momentos humorísticos proporcionados por Timón y Pumba, son un respiro necesario para una trama que puede sentirse demasiado seria o cargada de lecciones sobre el poder, la comunidad y la pérdida. Su química y humor alivian la carga emocional del camino, capturando súper bien el espíritu que los posicionó en primer lugar como íconos de este universo.
Las canciones, con la producción de Lin-Manuel Miranda, son entretenidas pero no memorables, agradables pero no cantables, a diferencia de los clásicos de Elton John y Tim Rice que marcaron la película original. Correspondiente con la carrera profesional de Miranda, la música demuestra un claro esfuerzo por incorporar los diálogos a las letras, se utilizan las composiciones para avanzar en la trama, indicar nuevos actos y subrayar sentimientos al estilo de los musicales de Broadway, incluyendo la superposición de líneas por diferentes voces, exacerbando la dificultad de absorber las melodías.
En resumen, Mufasa: El Rey León cumple su cometido de entretener y de expandir la moraleja detrás del ciclo de la vida. Promete una experiencia cautivante. Y aunque no conecte con el trasfondo establecido de la trilogía original, es un paso adelante para explorar nuevos territorios en un universo conocido. A medida que nos adentramos en la película, Mufasa nos invita a reflexionar sobre la crianza, la familia escogida, el liderazgo y la necesaria simbiosis de cualquier grupo social, incluso uno que está organizado de forma jerarquizada.
Ficha técnica
Título original: “Mufasa: The Lion King”
Duración: 120 min
Año: 2024
Género: Animación, Familiar
País de Origen: Estados Unidos
Director: Barry Jenkins
Guion: Jeff Nathanson, Linda Woolverton, Irene Mecchi
Reparto de voces en inglés: Aaron Pierre, Kelvin Harrison Jr, Tiffany Boone, John Kani
Música: Dave Metzger, con canciones originales de Lin-Manuel Miranda.
Distribución: Cinecolor Chile
Estreno en salas: 19 de diciembre de 2024