Por Valeria Jauré
«Papillón» es un remake de la película de 1973 de Franklin J. Shaffner («El planeta de los Simios»), con Steve McQueen y Dustin Hoffman. En ella se narran los hechos autobiográficos de la novela del mismo nombre, escrita por Henri Charriére, en que un hombre acusado falsamente de un homicidio termina cumpliendo su condena en Guayana Francesa en el año 1933.
En esta nueva versión del director danés Michael Noer, «Papillón» (Mariposa) quien lleva tatuada una en su pecho, es interpretada por Charlie Hunnam («La leyenda de Excalibur») y Rami Malek, como Louis Dega (Mr. Robot y actualmente cartelera en «Bohemian Rapsody» personificando al mismísimo Freddy Mercury)
La historia nos narra las condiciones de vida que padecían aquellos que eran enviados a la colonial penal de Francia, que no tenía por fin la rehabilitación, quizás ni siquiera la sobrevivencia de los reos. Por lo que el personaje principal junto a la inocencia que reclama decide que debe escapar a toda costa. En su ingreso, previo tortuoso viaje en barco, conoce al personaje de Malek, falsificador, quien no tiene ninguna habilidad física que le permita permanecer con vida pero, sí tiene dinero, por lo que le procura una posibilidad de lograr huir a cambio de su protección.
La película entonces se va configurando como una narrativa de aventuras, por sobre el melodrama que era originalmente. En donde busca interesar al espectador en cada uno de los intentos de escape, de sus recapturas, de los castigos a los que es sometido, y finalmente, a la incansable búsqueda de libertad del protagonista.
Es justamente en la motivación de sobrevivir de Papillón en que descansa por completo el film, pero no encuentra ni contrapunto ni contexto en un universo donde los personajes secundarios no existen o son limitados a meros antagonistas justificados en el hecho de que, para ellos, están tratando ya no con personas, sino que con seres que fueron expulsados por su estado. Seres que han sido apartados de la sociedad civilizada, por lo que han sido despojados de derecho alguno, y aún más de dignidad o compasión. ¿Qué hace que los otros no intenten escapar, más allá de los castigos? ¿Qué hace que algunos se mantengan con vida y otros terminen por quitársela? ¿Qué hace distinto a Papillón del resto? Papillón se siente inocente, no está dispuesto a pasar el resto de su vida con esos otros culpables, sin embargo, no es necesario conocer una cárcel en la vida real para saber que no debe ser el único que se siente así.
Dudo si pierda o no en comparación con el libro, ya que además esta producción cinematográfica agrega cinco minutos más haciendo alusión a Banco, segunda parte de la vida de Charriére, que no es capaz de aportar en un cambio o no de vida o alguna señal de aquello qué hizo o dejó de hacer con la anhelada libertad. De que hay una denuncia en ambas obras, la hay, pero las interrogantes antes planteadas continúan.
Porque donde sin duda pierde, pedantería de quien gusta de la original mediante, es en la comparación con su antecesora, la razón de volver a presentar esta historia se me escapa al ser testigo de cómo algunos planos se repiten, al igual que los diálogos, y sin olvidar su duración, pero no hay ni un ritmo que lo justifique o siquiera una habilidad diferente en las interpretaciones.
Es entonces, una revisita que puede deberse en llevar a un nuevo público los vejámenes en que los seres humanos sometemos a otros seres humanos cuando a la comunidad deja de importarle qué se hace con aquellos que infringen las normas que nos regulan a todos. Mientras los hayan llevado lejos, todo bien. Y el valor de este film pueda ser dado por esa información de contrabando que llega en formato de aventuras de un hombre frente al sistema penitenciario.
Este film es una muy floja remake de la primera del 73. Y alejada completamente del libro original. Por un lado escenas casi calcadas de la primera y por otro lado, situaciones cambiadas totalmente del libro original, nada que ver. Un fiasco aburrido.