Por Juan Marín
La nueva película del cineasta noruego Joachim Trier, Sentimental Value, se consolida como una de las principales competidoras en la presente temporada de premios. Con ocho nominaciones a los Globos de Oro (solo superada por Una batalla tras otra, que obtuvo nueve), el film destaca en categorías clave como Mejor Película Dramática, Mejor Dirección, Mejor Actriz Protagónica, Mejor Actor de Reparto, dos nominaciones a Mejor Actriz de Reparto, Mejor Guion y Mejor Película de Habla No Inglesa. Este sólido reconocimiento la perfila como una fuerte aspirante de cara a los próximos Premios Óscar.
El cine de Joachim Trier se ha caracterizado desde sus inicios por una sensibilidad melancólica y una profunda empatía hacia los conflictos humanos. Su filmografía explora la identidad, el duelo y la alienación a través de un realismo emocional cuidadosamente contenido, con la excepción de Thelma, que incursiona en el terreno fantástico. En Sentimental Value, Trier vuelve a colaborar con su coguionista habitual, Eskil Vogt, y juntos construyen un guion de notable densidad narrativa, confirmando a esta dupla como una de las más sólidas del cine europeo contemporáneo.
La historia se articula en torno a Nora y Agnes, dos hermanas que, tras la muerte de su madre, deben reencontrarse con su padre distanciado, Gustav Borg, un prestigioso director de cine veterano. Gustav propone a Nora (actriz teatral) participar en su nueva película, oferta que ella rechaza. Poco después, la protagonista descubre que el papel ha sido asignado a una joven actriz estadounidense en ascenso. Este hecho reabre viejas heridas familiares y obliga a las hermanas a enfrentar una relación marcada por el abandono, el resentimiento y la imposibilidad del diálogo, agravada por la irrupción de una figura externa que altera el ya frágil equilibrio emocional.
Trier entrega aquí una obra profundamente humanista y conmovedora, que reflexiona sobre el cine como posible forma de sanación, pero también como instrumento de apropiación emocional. El duelo, las relaciones familiares fragmentadas y la memoria se abordan desde una melancolía sutil, característica del director, que evita el exceso dramático y apuesta por la contención expresiva.
Los recuerdos emergen como materia prima del relato y el cine se plantea como un espacio de reconciliación con un pasado doloroso. Sin embargo, la película cuestiona si el arte realmente puede sanar o si, por el contrario, constituye un acto egoísta: una manera de “dirigir” los recuerdos ajenos. En esta catarsis artística, Sentimental Value funciona como una reflexión sobre el perdón, el miedo a enfrentar la memoria y las cicatrices emocionales que cada hija carga de manera distinta, brechas que el lenguaje cotidiano no logra cerrar y que el padre intenta subsanar a través del cine.
La génesis del proyecto surge a partir de la venta de la casa familiar de Trier, lo que lo llevó a interrogarse no solo por las vivencias de generaciones pasadas, sino por la mirada infantil sobre los espacios que configuran la identidad. La casa se convierte así en un eje simbólico desde el cual el film despliega una reflexión más amplia sobre la vida, la memoria y las expectativas frustradas.
En esta obra, Trier se aproxima más claramente al universo de Ingmar Bergman, especialmente al drama psicológico familiar de películas como Sonata de otoño y al uso de la memoria como estructura narrativa, presente también en Fresas salvajes. Se distancia, en cambio, del tono más cercano a Woody Allen que caracterizaba La peor persona del mundo. No obstante, la influencia bergmaniana ya era perceptible en títulos anteriores como Oslo, 31 de agosto, donde el vacío existencial ocupa un lugar central.
Las interpretaciones constituyen uno de los pilares fundamentales del film. Renate Reinsve ofrece una actuación extraordinaria, marcada por una vulnerabilidad contenida, una furia soterrada y una transparencia emocional que reafirma su talento. Tras haber sido injustamente relegada en temporadas de premios anteriores por la obra anterior de Trier La peor persona del mundo, aquí obtiene el reconocimiento merecido, pese a una competencia femenina especialmente exigente. Stellan Skarsgård, por su parte, encarna con gran complejidad a Gustav Borg: un cineasta egocéntrico, emocionalmente ausente, que intenta reconectar con sus hijas a través del arte. Su personaje, cargado de ambigüedad y microagresiones, representa a una generación de autores que confunde sensibilidad artística con autoridad moral. Una escena particularmente reveladora en la que regala a su nieto de 9 años películas extremas del cine europeo contemporáneo, como La pianista e Irreversible bajo la excusa de “educarlo” combina humor e incomodidad para exponer su profunda desconexión emocional. Elle Fanning e Inga Ibsdotter Lilleaas completan un reparto sólido y preciso, reforzando el peso actoral de la obra.
Trier utiliza el proceso de creación cinematográfica como una vía de autorreflexión, explorando la naturaleza del arte y su impacto ético. A diferencia de clásicos del “cine dentro del cine” como 8½ de Fellini o La noche americana de Truffaut, centrados en el caos de la producción, Sentimental Value se enfoca en el caos vital del creador. La película plantea una pregunta incómoda pero necesaria: ¿es ético que un padre transforme el dolor de sus hijas en material artístico? Más que una celebración del cine, el film funciona como una disección de sus implicancias morales, como posible acto de expiación o de violencia simbólica hacia la memoria familiar.
En definitiva, Sentimental Value se erige como una joya del cine contemporáneo y confirma a Joachim Trier como uno de los grandes autores europeos del siglo XXI. Su sensibilidad narrativa, en estrecha colaboración con Eskil Vogt, demuestra una madurez artística notable y una alta capacidad de conexión emocional. Como el propio director ha señalado: “La ternura es el nuevo punk”.
Ficha técnica
Título original: Affeksjonsverdi
Dirección: Joachim Trier
Guion: Joachim Trier y Eskil Vogt
Reparto: Renate Reinsve, Stellan Skarsgård, Inga Ibsdotter Lilleaas, Elle Fanning
Fotografía: Kasper Tuxen
Música: Hania Rani
Duración: 135 min
País: Noruega
Año: 2025
Distribuidora: Mubi
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