Crítica de cine “Sin aire”: una nueva fobia desbloqueada

Por Javiera Hojman

Sin aire es de esos filmes que contiene dos conflictos paralelos, que van tomando turnos para ser el principal: la lucha entre el ser humano y la naturaleza, y la fragilidad de las relaciones humanas en situaciones de crisis. Es una película clara y simple, con pocos excesos -excepto por una o dos pequeñas exageraciones-, con pocos personajes, y con una atmósfera auténticamente terrorífica. Es una obra que, sin elementos sobrenaturales ni recursos trillados como el jumpscare, nos mantiene al borde del asiento, incluso en algunos momentos con ganas de discutirle a la pantalla y darles instrucciones a las protagonistas.

La película nos cuenta la historia de May y Drew, dos hermanas con una relación complicada que van a bucear a un sector poco conocido. Nos dan pistas de que May ya no vive con Drew y su madre, que la relación es cada vez más lejana, y que el contacto entre ellas es casual, casi restringido a los paseos anuales en que se dedican a bucear juntas. May es fría y seria, Drew es animada, entusiasta y cariñosa, y es evidente que lo único que tienen en común es el amor que sienten una por el otra, los lindos recuerdos de su infancia y la pasión por bucear. En un derrumbe en la zona en que están buceando, May queda atrapada bajo una roca en el fondo del agua, y Drew tendrá que empezar una carrera contra el tiempo para intentar liberarla, conseguir ayuda y reponer los tanques de oxígenos con los que cuentan, que son claramente insuficientes.

La película funciona con el mantra “mientras más calmada estés, menos aire vas a consumir”, y tiene muchísimo sentido, pero se vuelve desesperante cuando las hermanas están evidentemente en pánico, en situaciones que justifican todo el pánico del mundo, y tienen que pelear contra la naturaleza y además contra sus propias emociones para no gastar más oxígeno del necesario. Hay solamente dos personajes y muy pocos diálogos, porque desde el inicio del conflicto principal la misión es ocupar la menor cantidad de aire posible. Es asfixiante, pero especialmente frustrante.

Un recurso utilizado maravillosamente para dirigir la atención del espectador a los lugares correctos es la música, específicamente la ausencia de la misma. En las primeras escenas hay una canción en la radio que escuchan las hermanas, que genera algo de tensión. Después de eso, son los sonidos de lo cotidiano los que destacan. Como no tenemos música forzada en el fondo, podemos escuchar con claridad cómo se abren los cierres de los bolsos, cómo los tanques de oxígeno chocan entre sí, podemos escuchar el ritmo de la respiración, la tensión, la forma en que caen las rocas, y todo eso tiene un efecto muy positivo cuando se trata de involucrarnos en la película.

Nunca he ido a bucear, y después de haber visto esta película, no pretendo hacerlo. La película tiene algunas exageraciones, una versión opuesta del Deus ex machina en que todo lo que puede salir mal sale mal, al punto de cuestionarnos si tanta coincidencia es posible, y hay algunas instancias un poco milagrosas que rompen un poco el pacto de verosimilitud, pero son detalles que pueden pasar desapercibidos si concentras tu atención en el miedo de las hermanas, y si logras empatizar con las emociones que están viviendo. Sin aire es una película entretenida, potente, asfixiante, con la que oficialmente declaro una nueva fobia desbloqueada en mi vida.

Ficha técnica

Título original: The dive

Director: Maximilian Erlewein

Duración: 91 minutos

Elenco: Louisa Krause, Sophie Lowe

País: Alemania

Distribuidora: BF Distribution

 

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