Por Coté Álvarez Franco
Sleep: El mal no duerme arranca en negro, mientras escuchamos el fino ronquido de una persona. Pronto aprendemos que esa persona es Hyun-su (el recientemente fallecido Lee Sun-kyun), mitad de un joven matrimonio que completa Soo-jin (Jung Yu-mi). Es el medio de la noche y en su departamento, de pronto, se oyen ruidos sospechosos que a cualquiera le congelan la sangre. Asustada pero valiente, la mujer se levanta a ver qué sucede, y digamos que la situación no mejora cuando el hombre, todavía dormido, se sienta, balbucea que “hay alguien adentro” y se vuelve a recostar. Al final, resulta que era el perrito del hogar. Pero la tensión ya se ha sembrado.
Con el simple hecho de enfrentarte a una escena inicial así, la película establece una diferencia refrescante dentro de su tipo. Esto ya que, en vez de seguir la estructura convencional donde primero se despista al espectador con un planteamiento sano y salvo para después sacudirlo de amenaza, aquí no se pierde el tiempo: apenas te has acomodado en el asiento cuando el asunto se vuelve color de hormiga.
No obstante, su escritor y director Jason Yu sabe lo que está haciendo. De este modo, a continuación navegamos la rutina de esta adorable pequeña familia, que espera la llegada de un bebé, con detalles lúdicos y cotidianos que cumplen la doble función de encariñarnos con los personajes y aumentar la ansiedad ante la caída de una nueva noche. Porque de entrada ya captamos cuando surge el problema y quién lo porta. Lo que nos surge averiguar es de qué se trata.
Transcurrida, en gran parte, dentro del departamento y enfocada en la carismática pareja, la cinta envuelve con una sensación tanto de intimidad como de claustro, lo que alimenta un suspenso que, a la vez, comprende un terrible drama familiar. Hablamos de la desesperación ante una maldad que no tiene forma de elemento externo y que, por tanto, supondría algo de control sobre el hallazgo de la salida. En cambio, los protagonistas lidian con un fenómeno tan misterioso, impredecible y escurridizo como es el sonambulismo de Hyun-su. Cual hombre lobo, él se transforma contra su voluntad durante las horas más vulnerables del ser humano, espanto que recoge el estómago al constatar que los desórdenes del sueño no son una fantasía.
Entre el suspenso y drama familiar, y acertados guiños cómicos que alivian el ambiente, el motor de la historia es la lucha del matrimonio por mantenerse junto. No por nada la máxima “Juntos podemos superar cualquier cosa”, literalmente pende de la pared de la vivienda. Es Soo-jin la que se afana por ser fiel a esta promesa, en lo que al comienzo parece ser un rol de apoyo que progresivamente crece en influencia hasta quedar a la par con su contraparte, si no superarlo. Ella, muy afectada y obstinada por encontrar una solución que no requiera separarse, a ratos difumina los límites entre víctima y victimario, giro que revierte las expectativas, retiene la atención y humaniza aún más un conflicto que pudo reducirse al factor terror.
Lee Sun-kyun y Jung Yu-mi componen un equipo impecable: son naturales, despiertan empatía y sincronizan. Todo el peso de la película recae en ellos, tanto por su cuenta y como dúo, y sus interpretaciones los muestra sosteniendo hábilmente esa responsabilidad, conformando junto al debutante director un trío colaborativo que hace de Sleep: El mal no duerme un panorama que mantendrá al espectador bien despierto durante su visionado y, quizás, dándole vueltas a las insospechadas incidencias del sueño, también durante la noche.
Ficha Técnica
Título original: Jam
Director: Jason Yu
Guion: Jason Yu
Reparto: Lee Sun-kyun, Jung Yu-mi
País de Origen: Corea del Sur
Duración: 95 min.
Distribuye: BF Distribution
Fecha de estreno en Chile: 1 de febrero