Crítica de cine “Terror en Shelby Oaks”: Termina gustando

Por Álvaro Guerrero 

He aquí el proyecto cinematográfico desarrollado por un crítico de cine norteamericano, Chris Stuckmann, que ha llegado a ser un famoso youtuber, y que ahora entrega una película del género totalmente en boga en nuestros días; el terror, planteada desde un presupuesto modesto e independencia suficiente, no para hacer de esto una prueba de excesos, sino un ejercicio de sub géneros y finalmente una película convencional de terror que es cuando, paradojalmente, alcanza sus mejores momentos.

Shelby Oaks es un pequeño pueblo que a principios de los ochenta quedó abandonado por razones obviamente desconocidas. La película parte con un estilo de documental falso, en el formato de tele periodismo. Un grupo de famosos youtubers dedicados a la investigación y divulgación de eventos paranormales ha desaparecido en la citada localidad de Ohio. Es una zona boscosa que vuelve al tópico de la ecuación entre terror, árboles espigados y casas alejadas de centros urbanos. Lo de que sean casas y aisladas se puede entender perfectamente dentro del género, pero en cuanto a la prevalencia de los árboles y lo fantasmagórico y terrorífico, a primeras solo se puede trazar una relación entre naturaleza abrupta y riesgos impensados, pero aun así puede haber algo más allí. Por ahora solo diremos que para el caso de Terror en Shelby Oaks los árboles representan el camino de vuelta a casa: los recuerdos de Mia (Camille Sullivan), hermana de la mujer que hace años desapareció junto a ese grupo de buscadores de lo sobrenatural, la llevan a la infancia cuando su madre marcaba sobre la corteza de madera señales para que sus dos hijas pudieran regresar si se perdían en el bosque. Ambas vivieron siempre por esos territorios.

El cuerpo de Riley (Sarah Durn), a diferencia de sus compañeros hombres, nunca fue encontrado. Años después Mia continúa sin poder resignarse, y emprende la búsqueda. Sus primeros intentos dentro del relato general van del reportaje de medios de comunicación a la intimidad con su esposo, de la objetividad completa, a nivel de perspectiva cinematográfica, no de contenidos de esas “noticias” claro está, a lo que este hombre cree percibir como locura en su esposa, en particular cuando ella comienza a elucubrar una teoría que de algún modo conecta la desaparición de la hermana con otros eventos que cree, están relacionados con el súbito abandono masivo del pueblo. Tras ese primer acto de distanciamiento noticioso se desarrolla la investigación que Mia llevará hasta las últimas consecuencias para reencontrarse con una hermana que cree aún vive. En este tramo la película se ralentiza y el ritmo se ve un poco afectado. Es fácil desconcentrarse, no porque no pueda haber algún interés en lo que vemos, sino porque Stuckmann estira mucho las pausas entre acción y sorpresas. El misterio persiste, pero no tan atrapantemente como debería, aun cuando destaca como uno de los pilares del filme el tesón inoxidable de Mia, a un punto que recuerda a la idea de sororidad en el amor incondicional que guía su silenciosa cruzada.

Cuando Terror en Shelby Oaks sufre la tendencia de volverse lenta, no abandona su vocación de frenesí narrativo sino que parece querer jugar a dos velocidades distintas, al mismo tiempo, en lo que acecha en el pasado y el futuro a su protagonista. El efecto es un poco raro, como si estuviera algo “frenada” entre el ritmo de las noticias y el de la intimidad de la protagonista. La estética de toda la película sigue recordando a un estilo de cine independiente: la fotografía, cierta contención en las explosiones de sangre, los encuadres sugerentes, elementos que se mezclan a ratos con la entregada interpretación de Camille Sullivan. El esfuerzo general es de altibajos, sin duda, ya que no siempre la acumulación de misterios y sustos son igualmente efectivos para volver a encender la mecha de manera elegante, algo que de todas maneras hace, a ratos. La violencia va a explotar más en el tercer acto, el mejor de todos.

El último bloque ya es terror puro y seductor, concentrado en un espacio cerrado donde las elecciones creativas para recrear una atmósfera de degradación, que logre hacer probar algo del sabor del infierno en la tierra, son acertadas, en un ambiente que consigue atrapar la atención de forma potente. El aire está contaminado con algo de morbosidad para el destino de Riley, hay una presencia demoníaca que ha estado desde la infancia de las hermanas ahí, y la sorpresa final que a pesar de lo común que pueda sonar, termina por cerrar de forma correcta algo que viene caminando cada vez con pasos más seguros. La sensación final es la de haber asistido a un producto ajeno a los grandes estudios, que subsiste gracias a las enormes ganas puestas en él. Es una película a la que puede parecer que le falta “la chaucha para el peso” en cuanto a un terror que hable de algo más que su propio misterio, pero que a la vez roza lo infernal, y concluye en un juego de potestades demoníacas, tan caprichosas y obsesivas como las humanas. No es poco para una pequeña buena película de horror.

Ficha Técnica 

Título original: Shelby Oaks 

Dirección: Chris Stuckmann

Guion: Chris Stuckmann, Sam Liz

Reparto: Camille Sullivan, Brenna Sherman, Brendan Sexton III, Michael Beach, Sarah Durn

Fotografía: Andrew Scott Baird

Música: Aaron J. Morton

Duración: 99 minutos

Género: Terror

País: Estados Unidos

Estreno: 20 de noviembre

Distribuidora: Diamond Films

 

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