Por Paula Frederick
En algún pueblo perdido de Italia (cuyo nombre no es necesario acordarse), un grupo de ancianos conversan animadamente en una taberna. El fervor por hacerse escuchar hace que se atropellen, o quizás simplemente ya no se oyen entre ellos. Mientras corren vasos de “grappa” y desentonados cantos populares, reconstruyen a viva voz la triste historia de Luciano, un joven errático y alcohólico que vivía en la región de Tuscia a fines del 1800. Luego de una tragedia personal, Luciano habría sido desterrado a Tierra del Fuego, conocida también como “el fin del mundo”, donde bajo una nueva identidad, debe lidiar con la hostilidad del entorno sobrevivir, la ambición y la fiebre del oro. El relato es parte de la tradición oral que construye la idiosincrasia del lugar, así como define no solo el pasado, sino también el presente de sus habitantes y su forma de entender la vida. Entonces, la narración se vuelve real para el espectador, se hace cuerpo cinematográfico y se desarrolla en mitad de camino entre un hecho histórico, una ficción y una fábula efímera.
Estrenada mundialmente en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cine de Cannes 2021, The Tale of King Crab es el primer largometraje de ficción de los documentalistas italianos Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis. El hecho de que ambos provengan del mundo documental dice mucho sobre la manufactura de su ópera prima, un cine profundamente apegado a la realidad, que sigue el pulso del tiempo, se detiene en un momento y no lo deja ir. Que se ensaña con lo real hasta el punto de volverlo incómodo, demasiado vívido como para no existir. Pero que, al mismo tiempo, tiñe todo con un velo de ensueño, como si se tratara de una fábula cuya razón de ser es hablarnos sobre la vida misma de manera brutal. En la propuesta de Rigo de Righi y Zoppis también hay una fuerte vocación ecléctica, que mezcla distintas tradiciones literarias y cinematográficas como el western, el género épico, la tragedia griega y el realismo mágico. Una suerte de “Teorema” o “Los cuentos de Canterbury” de Pasolini que se encuentra con la esencia del relato latinoamericano, y que despliega todos sus matices sin temor a abarcar demasiado en el intento.
Asimismo, siguiendo la tradición “pasolineana” y felliniana, la narración se divide en dos capítulos: Il fattaccio di Sant’Orsio (el crimen de Sant’Orsio), que cuenta los hechos fatídicos protagonizados por Luciano (Gabriele Silli), su amada Emma y los nobles del pueblo, antagonistas históricos del amor puro y desinteresado. Una tierra de pasado etrusco que vive entre ruinas, tesoros arqueológicos, precariedad y desconfianza. La segunda parte, titulada literalmente El culo del mundo, cuenta las desventuras de Luciano una vez desterrado en Argentina, en busca de un tesoro escondido y acompañado de un grupo de marineros, convencido de que un cangrejo guiará su camino hacia la tierra prometida. En este segundo fragmento, se desarrolla la idea que dio inspiración a los directores, luego de que escucharan sobre las aventuras vividas por los emigrantes italianos en Argentina a finales del siglo XIX.
Aunque ambos pedazos a ratos pueden parecer inconexos, la bisagra que los une es la potencia de su personaje principal, Luciano. Un cuerpo cinematográfico que encarna la materialización del mito, el protagonista de uno y de todos los relatos populares, la personificación del viaje del héroe que puede cambiar su brújula, pero nunca perder el norte.
El fin del mundo se transforma entonces en el paraje perfecto para contar una historia sobre el ocaso de la vida, y el renacer de una nueva existencia. La hostilidad, la inmensidad y el abandono como terreno fértil para empezar otra vez, dejando enterrados todos los vestigios del pasado. El futuro construido como una tabula rasa, que debe renacer del sufrimiento más profundo para conquistar lo desconocido y crear un nuevo presente. Todo esto acompañado de una fotografía conmovedora, que hace alusión a lo inabarcable del espacio y a la contradicción que genera la belleza en su estado más natural, prosaico y amenazador.
La búsqueda del tesoro, desde los hallazgos de vestigios etruscos hasta el frenesí por lograr apropiarse del oro, es la piedra angular que mueve la narración de la película. Ese motor que no solo se trata de encontrar un objeto codiciado y hacerlo propio, sino la carrera por descubrir algo antes que “el otro”, ser pionero en el reconocer una verdad, desenterrar un mito o, en cierta forma, tocar con las manos aquello que pertenece a otra dimensión temporal. Entender, en definitiva, que no se trata de lo que encontramos, sino más bien de lo que este hallazgo significa. Sea una pieza arqueológica, una pepa de oro, un pueblo abandonado. O a veces, una película.
Título original: Re Granchio
Dirección: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis
Guion: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis. Historia: Alessio Rigo de Righi, Matteo Zoppis, Tommaso Bertani, Carlo Lavagna
Música: Vittorio Giampietro
Fotografía: Simone D’Arcangelo
Reparto: Maria Alexandra Lungu, Darío Levy, Mariano Arce, Jorge Prado, Severino Sperandio, Gabriele Silli, Daniel Tur, Bruno di Giovanni, Ercole Colnago
Productora: Coproducción Italia-Francia-Argentina; Ring Film, Shellac Sud, Volpe Films, Wanka Cine
Año: 2021
Duración: 100 min.
País: Italia