Por Victoria Bustos Arancibia
La última entrega del director Paul W.S. Anderson, junto a su esposa Milla Jovovich, Tierras perdidas, es una adaptación de un cuento de George R.R. Martin, autor conocido por los best sellers que inspiraron las series de televisión Juego de tronos (2011-2019) y La casa del dragón (2022-). Con esta cinta su realizador regresa a varios de sus viejos hábitos, con la promesa de un fascinante cruce entre la fantasía oscura, las películas de vaqueros y mercenarios, y un drama postapocalíptico.
Con mucha libertad creativa para cambiar, y sobre todo agregar detalles a su material de origen, nos transportan a un futuro distópico donde la tierra ha caído en la barbarie y la ruina. Gray Alyss (Jovovich), una bruja perseguida por la ley y la religión, se embarca en una misión peligrosa para satisfacer el deseo secreto de la ambiciosa reina al mando, quien anhela transformarse en una criatura “cambiaformas”. Para lograrlo, Alyss busca la guía y compañía de Boyce (Dave Bautista), quien le ayudará a moverse fuera de la ciudad hacia los terrenos inhabitados por los humanos. Lo que sigue es una sucesión de persecuciones, traiciones, rituales oscuros y batallas increíbles… al menos en teoría.
La premisa, aunque intrigante y fantasiosa como es el estilo de su autor literario, se diluye rápidamente en la ejecución al adaptarla a la pantalla grande, entregando un producto atrapado en un guion que carece de profundidad. Porque en la prácticaTierras perdidas parece una superproducción de bajo costo: abusa de los efectos visuales al punto en el que el espacio se percibe demasiado artificial y unidimensional; las escenas de acción tienen potencial de ser emocionantes, con uno que otro gag divertido, pero no terminan por demostrar creatividad o destreza en su coreografía e ideación; y la dirección de los actores es poca a nula, derivando en que opten por interpretar a los personajes basándose en bosquejos de trabajos anteriores, como si buscaran algún tipo de referencia con el cual conducirse en este universo.
A pesar de los esfuerzos de Bautista por dar vida a su personaje, su actuación a menudo se ve forzada y poco convencida, lo cual no es del todo sorprendente ya que el actor al momento de filmar la cinta se encontraba en medio de una transición profesional, este debía ser uno de sus últimos trabajos más superficiales, vacíos y con una carga corporal muy específica, para luego comenzar a buscar papeles donde no requiera mantener el físico de un luchador. Mientras que Jovovich no puede salvar un guion que la limita en su desarrollo, por muy enigmática y atractiva que se muestre. Hace lo que puede con las dotes que ya ha puesto a prueba, pero finalmente no tiene mucho con qué trabajar al ser relegada al estereotipo de “mujer mágica con pasado trágico”.
El mayor pecado de Tierras perdidas es su incapacidad para mostrar en vez de contar, lo cual repercute en el desarrollo de todos sus personajes. A la relación entre Gray Alyss y Boyce le falta la química necesaria para que su conexión emocional resuene con la audiencia, oscilando entre la camaradería y la tensión romántica más leve posible, sin concretar un lazo genuino. Podría haber sido más adecuado incluso dejarlos como muy buenos amigos, colegas, compañeros, o hasta hermanos perdidos. Pero también nos topamos con un abanico de otros individuos que figuran cada uno con una variedad de motivaciones y personalidades muy rica, sin embargo, nuevamente todo eso queda flotando en lo textual, se dibuja una tesis de una realidad fascinante en la cual ellos existen sin que se nos demuestre alguna multidimensionalidad en el balance final.
A medida que avanza la historia, hay unos giros narrativos espectaculares pero que se incluyen en el gran esquema del largometraje sin mucha expectación, de forma paradójica se manifiestan abruptos y a la vez predecibles. El ritmo en general une todos los ingredientes en una línea errática de sentido que permite dilucidar algo de coherencia en un mar de fallos.
Y luego está el problema más evidente: Anderson no ha evolucionado como director. Su filmografía sigue las mismas pautas que hace veinte años. Hoy puede que no se encuentre con el público que lo tomó en serio en el pasado. Mientras una parte importante de los espectadores van a considerar esta cinta una parodia de sí misma, la ambición de Paul W.S. Anderson de crear una fantasía neowestern apunta a un exclusivo tipo de audiencia que se enganchó con películas como Priest (2011), Constantine (2005), Jonah Hex (2010), Van Helsing (2004) o Hansel & Gretel: Witch Hunters (2013).
Tierras perdidas se siente como una oportunidad descuidada. Con un director que quizás debería quedarse en el reino de las adaptaciones de videojuegos más que en las ficciones literarias, esta particular película se convierte en un esfuerzo sin testigos, un ejercicio que no constata el cuidado detrás de cámaras que su equipo creativo prometió. Aun así, y con la evidencia pasada de lo bien que se pueden producir las cautivadoras historias de R. R. Martin, hay indicios de varias ideas interesantes, las cuales, al igual que esta versión del planeta Tierra, se extraviaron en el camino.
Ficha técnica
Título original: “In the Lost Lands”
Director: Paul W. S. Anderson
Guion: Constantin Werner. Basado en un cuento de George R. R. Martin
Fotografía: Glen MacPherson
Reparto: Milla Jovovich, Dave Bautista, Arly Jover, Amara Okereke
Duración: 101 min
Año: 2025
Género: Fantasía; Distópico
País de Origen: Estados Unidos, Alemania, Polonia
Distribución: Diamond Films
Estreno en salas: 10 de abril de 2025