Por Paula Frederick
A sus 89 años, la energía de Woody Allen sigue siendo inagotable. Su flujo creativo parece no decaer con el tiempo, al igual que la productividad de su prolífica carrera. La calidad de las películas no ha sido constante, dirán algunos. Y claro, qué más se le puede pedir a un hombre que hace 5 décadas, prácticamente hace una película por año. Pero a pesar del ineludible paso del tiempo, las obsesiones del gran Woody no han cambiado. La dimensión “alleniana” se rige por las mismas pulsiones de siempre, que siguen una lógica circular, se van, vuelven y se retroalimentan en una suerte de endogamia creativa: el amor, la muerte y el destino. Un micro universo donde se suele contraponer la tragedia griega con la comedia clásica, el humor urbano y cotidiano con el espíritu de Dostoievski, como ocurre en Love&Death, Melinda & Melinda, Crímenes y pecados, Match point y otras joyas del director norteamericano.
En Un golpe de suerte en París, Woody se vuelca de lleno a homenajear a la capital francesa, que podríamos llamar su “Nueva York europea”. La propuesta no tiene la fantasía chispeante de Todos dicen te amo, la intriga de Alice, los fuegos artificiales de la gran Manhattan o la nostalgia por tiempos pasados de Medianoche en París. Sin embargo, se percibe una suerte de simplicidad que recuerda los inicios neoyorkinos de Allen, donde los conflictos se despliegan a pleno sol, entre diálogos frenéticos y actos cotidianos.
La película presenta a Fanny, una bella joven francesa que, camino a su trabajo, se encuentra fortuitamente con Alain, a quien conoció en Nueva York mientras estudiaban juntos literatura, y que le recuerda la chica idealista y bohemia que alguna vez fue. Ahora, Fanny está casada en segundas nupcias con Jean, un hombre rico, posesivo y controlador, con quien vive en la zona más exclusiva de París. Cuando la amistad de Fanny y Alain se transforma en algo más, el marido comienza a sospechar y mover los hilos para cobrar venganza.
Un golpe de suerte en París es un film refrescante e inspirado, sobre todo al retratar las luces y sombras de sus personajes, así como los pequeños detalles de la existencia cotidiana: desde los fines de semana en el campo, repletos de actividades frívolas que se vuelven eternos, hasta las caminatas por los parques parisinos y las pausas de almuerzo comiendo un sándwich en un banco. La sucesión de estos momentos rutinarios se desarrolla con una cadencia natural, donde priman las escenas exteriores, los colores de otoño y una iluminación (gracias a la fotografía de Vittorio Storaro) que recuerda a la luz del ocaso, esa última hora del día antes de que se avecine la oscuridad inevitable. Y, precisamente, todo parece desenvolverse en una pacífica ebullición, donde algunas señales de tensión y violencia contenida anuncian la ruptura intempestiva de esta paz aparente. Así, se despierta a fuego lento la certeza de que, de un minuto a otro, las cosas se saldrán de control.
Los caminos de Fanny y Jean, están destinados a la divergencia: él es un hombre oscuro, cuya motivación es trabajar, ganar terreno y controlar todo a su alrededor. Ella, un “alma libre” que disfruta con culpa las bondades de la vida burguesa, y no reconoce en sí misma ni una pizca de quien alguna vez fue. Pero más allá de lo evidente, y de las vidas que se separan o confluyen entre sí como una fuerza centrífuga, quien toma las riendas de Un golpe de suerte es, precisamente, la suerte. Esa energía invisible que mueve los hilos y determina relaciones, momentos y destinos. Una suerte de “ruleta rusa” que se ha transformado en una gran aliada de Woody Allen, quien ha puesto la fortuna en el centro de sus películas más notables, como un gatillo peligroso impredecible, absolutamente fuera de nuestro control.
Más que reinventarse o sorprendernos con una vuelta de tuerca, el cine de Woody Allen cautiva precisamente por su obstinación. Por retornar a sus propios lugares comunes, con majadería y virtuosismo, sin dejar atrás sus ataques de ansiedad (tanto dentro como fuera de la pantalla), esos diálogos neuróticos interminables y la obsesión por transformar cada toma en un acto de amor y honra a las ciudades de sus afectos. Bajo estos cánones, Un golpe de suerte se vuelve un cine que recuerda los tiempos más Allen de Woody. Y que nos deja esperando con ansías su película número 51.
Ficha técnica
Título: Un golpe de suerte en Paris
Título Original: Coup de Chance
Director: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Elenco: Lou de Laâge, Niels Schneider, Melvil Poupaud, Valerie Lemercier
Fotografía: Vittorio Storaro
Edición: Alisa Lepselter
Distribución: BF Distribution
Año:2023
Duración: 90 minutos
En salas de cine