FESTIVAL SERET Crítica de cine “Un novio para mi boda”: El amor como acto revolucionario

Por Paula Frederick

¿Qué es lo que define una historia de amor? ¿Cuáles son los ingredientes esenciales para construir un cuento de hadas? Sin duda, con el tiempo las características de la fábula romántica han cambiado, así como la fisonomía de los príncipes azules y las brujas malvadas, la voz, el carácter y los derechos de las princesas, y por sobre todo la moraleja y los finales felices. Por estos días, el contar una historia de amor en la pantalla grande en clave película de Disney es un acto de valentía, mucho más osado que cualquier otro tipo de narración. Simplemente, porque la idea de creer en el amor de fábula está casi obsoleta. O al menos, pocos se atreven a reconocer que aún les parece plausible. 

Toda esta introducción no busca hacer un postulado sobre el amor ni menos dejar un sabor amargo en el lector…simplemente, es la reflexión espontánea que deja tras de sí la película Un novio para mi boda (2016), tercer largometraje de la directora y guionista israelí Rama Burshtein, selección oficial del Festival Seret Chile 2020. La protagonista, Michal (Noe Koler), judía ortodoxa, es una verdadera revolucionaria. A sus 32 años, contra viento y marea, está convencida de que ha llegado la hora de casarse. No solo por motivos religiosos o morales, sino porque siente que se lo merece, que no quiere pasar ni un día más sola, que quiere vivir su propia historia de amor, ser feliz y comer perdiz, hasta que la muerte los separe. Y además, porque Dios así lo quiere para ella. Michal tiene la voluntad, la energía, el apoyo de su familia y amigos, los recursos e incluso el lugar dónde quiere realizar la boda de sus sueños. Solo le falta un detalle: el novio.

Además, Michal tiene una decepción a cuestas: un exnovio que se arrepintió ad portas de casarse con ella. Sin embargo, eso no hace más que darle fuerzas y convicción para seguir adelante con su quimera. La potencia de Michal es imparable, llena la pantalla y el fuera de campo, cada encuadre, cada primer plano. Lo que más convence y emociona es la paradoja que trae consigo: una mujer de apariencia frágil, de tez pálida y delicada, que no muestra más de la cuenta, que jamás sube la voz, que cita continuamente la voluntad de Dios, es reacia al conflicto e intenta pasar desapercibida, que siempre se mueve de forma sigilosa. Pero al mismo tiempo es inquebrantable en su mirada y su pensar, con tal nivel de obstinación que nadie osa frenar su más grande locura: encontrar al hombre de su vida en dos semanas, alguien que la acepte tal cuál es, la ame y además quiera casarse con ella. El día y la hora que ella ya determinó.

Y sí, parece el clásico argumento de un cuento de hadas. Solo falta que Michal se quede dormida en lo alto de la torre esperando el beso que la despertará y aliviará sus penas e inseguridades. Toda la narración se construye alrededor de esta ilusión, con un filtro blanco, desenfocado y borroso, como de ensueño, con una luz saturada que sugiere un relato fantasioso, un cuento que en cualquier momento va a ser invadido por la crudeza de la realidad. Ese fragmento de racionalidad inminente, aunque siempre amenaza con materializarse, parece diluirse en la potencia de la fábula, como si toda la película fuera una reivindicación a la creencia popular en un cierto ideal perdido, y que es al final es el acto más revolucionario de todos. El creer en un poder superior, llámese dios, fe, amor colectivo o incluso en el amor propio. Sea o no ficción, sea o no viable. Porque en el cine, todo se convierte en posibilidad.

Título original: Laavor et hakir
Dirección: Rama Burshtein
Guion: Rama Burshtein
Música: Roy Edri
Fotografía: Amit Yasur
Reparto: Dafi Alferon, Noa Kooler, Oded Leopold, Ronny Merhavi, Udi Persi, Jonathan Rozen, Irit Sheleg, Amos Tamam, Oz Zehavi
Año: 2016
Duración: 110 minutos

 

 

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