Crítica de cine “Visión nocturna”: Cuando sanar es político

Por Valentina Gilabert

Pocas cosas son tan claras como el hecho de que ante una situación de abuso sexual nunca sabremos cómo reaccionar. El estado de shock puede paralizarnos, movilizarnos desde la rabia, hacernos llorar de pena, querer escapar, quedarse quieta, fingir una sonrisa, incluso responder un beso para evitar problemas, decir que sí a todo por miedo a lo que pueda significar hacer otra cosa. “No sé por qué dije eso” es una frase recurrente como justificación ante esa reacción que muchos podrían no entender. “¿Por qué no te fuiste?”, “¿Estás segura de que tú no lo provocaste?”, “¿No sugeriste nada?” son algunas de las preguntas que generan tanto dolor y que se repiten una y otra vez. Quienes las pronuncian pueden estar tan lejos emocionalmente de la persona abusada como los fiscales a cargo de la causa, pero también es posible escuchar estas palabras de la familia o mejores amigos de la víctima. Nadie está exento de ese error. Nadie está libre de esa falta de empatía, porque realmente nadie sabe lo que es hasta que se vive.

Fue violada en un viaje a la playa.

Fue violada en un viaje a la playa. Repito estas palabras porque no parecen reales. Una joven estudiante de cine va a la playa con sus amigos. Luego de un rato se separa del grupo para conocer gente nueva, le hace una broma a un chico que lleva una camiseta de un equipo de fútbol que siempre sale segundo, ella se va porque quiere comer papas fritas, llega corriendo el tipo de la camiseta y la invita a fumar marihuana, van a comprar y entonces, entre bosques, la viola. Que una joven vaya a la playa con unos amigos y que la violen no debería ni siquiera ser parte de una ficción, mucho menos de un trabajo documental. Visión nocturna es una historia real, la historia de violación de su directora, Carolina Moscoso Briceño.

Este es su primer documental y es mucho más que un trabajo de denuncia. Es un viaje donde acompañamos a su protagonista en el doloroso ejercicio de recordar, un desplazamiento emocional repleto de claroscuros. “Esta historia tiene tres luces, una que encandila, una oscura que no deja ver y otra en penumbra” anuncia la película en su comienzo. Algunas de las imágenes documentadas ocurren en la oscuridad, otras a plena luz del día. En ningún caso lo que vemos es la realidad, como si esta nunca fuera tal. A veces en la oscuridad existen destellos de luz que nos permiten ver y, en ocasiones, en la luz ocurren momentos de oscuridad que nos pueden hundir en algún tipo de abismo del que parece imposible salir. Pero no es imposible, o no debería serlo.

¿Qué pasa cuando una persona abusada o violada no es comprendida por la sociedad? ¿Qué ocurre cuando no cuenta con el acompañamiento legal que necesita para sobrellevar el proceso de denuncia? Desde el momento en que Carolina denunció a su violador fue expuesta a responder preguntas innecesarias. “¿Estás segura de no haber provocado a Gary?”, le dijeron. También la citaron en varias ocasiones a la fiscalía de la ciudad donde había sido violada. Tras negarse a responder una serie de llamadas, Carolina desistió de la causa. ¿Quién querría exponerse a eso? “Mucho trabajo invertido, sin resultado”, le dijo el abogado con el que intentó reabrir el caso ocho años después de ocurrido el hecho. La frase resuena cual amenaza. Una especie de “más te vale que estés segura porque esto es sin llorar”, como si fuera tan fácil, como si de la noche a la mañana una se pudiera poner de pie y gritarle al mundo su violación. Con un relato crudo y honesto, el documental de Moscoso deja en evidencia la revictimización que sufren las víctimas y el poco trato humano al que, en términos judiciales, se expone la mujer violada o abusada sexualmente.

Fue violada en un viaje a la playa.

No debemos olvidar esa frase, ese hecho, porque pasó, porque ocurre con mayor frecuencia de la que imaginamos. Es doloroso cerrar los ojos y pensar en nuestras hermanas, madres, tías, abuelas, amigas y compañeras. Pensar en las mujeres de nuestra vida significa volver al recuerdo de alguna situación de abuso y violación. Están ahí, presentes, como historias cotidianas, como momentos que nadie pensaba que iba a vivir. En un mes en que conmemoramos nuestra lucha contra la violencia patriarcal es importante recordar a lo que estamos expuestas, a lo que esta sociedad nos ha expuesto. “Fue violada en un viaje a la playa” duele en el alma porque, aunque le ocurrió a Carolina, no está lejos de ocurrirle a cualquiera. Si tocan a una nos tocan a todas no es solo una consigna, es una realidad.

Visión nocturna es un documental que está lleno de claves de lectura muy personales, como si la directora abriera su diario de vida y lo pusiera a disposición de este momento. Relata cómo le contó a su familia y amigos, del proceso judicial tras la denuncia, de su reencuentro con el lugar de la violación. Juega con el silencio, con aquellas imágenes de registro casero que hablan por sí solas, juega con el arte y la poesía. Entrelaza un testimonio a partir de elementos y relatos que, en conjunto, cobran sentido. Moscoso es valiente al contar su historia y transforma esa sanación, o al menos lo que pareciera ser un intento de ella, en algo político. Como dice Yolanda Aguilar, antropóloga y terapeuta feminista guatemalteca: “Sanar es también un empeño para que no exista impunidad”, para que el día de mañana paguen los que tengan que pagar. Un paso necesario que ninguna mujer en el mundo debería dar sola, que requiere un apoyo indispensable del Estado y la sociedad. Lo necesitamos, para que todos los violadores y abusadores paguen. Para que ese proceso de sanación tenga resultados y  que no haya más Carolinas, para que ninguna otra mujer sea violada en un viaje a la playa, nunca más.

Título: Visión nocturna
Directora: Carolina Moscoso Briceño
Guion: Carolina Moscoso Briceño, María Paz González.
Producción: Macarena Aguiló
Montaje: Juan Eduardo Murillo
Sonido: Mercedes Gaviria
Música: Camila Moreno
Duración: 75 min
Año: 2019
País: Chile

Plataforma:  Centroartealameda.tv

 

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