Por Álvaro Guerrero
Cuando uno se sienta en la butaca a ver Volver al futuro 40 Aniversario tal como reza su título, cuarenta años después de su estreno, y en mi caso personal por primera vez en un cine, uno está listo para recibir nuevamente una dosis concentrada de bullente imaginería freak de los ochenta y de buen cine, de un realizador como Robert Zemeckis, que sabe muy bien dónde recortar cada encuadre, su continuidad, o simplemente cómo componer una escena magistral que justamente sintetiza ambos espectros que acabo de citar, en una sola secuencia: la repentina aparición de Marty McFly (Michael J. Fox) en la plaza de Hill Valley, solo que habiendo sido transportado de 1985 a 1955 a bordo de un absurdo, adorable auto, mezcla de chatarra, futurismo y máquina del tiempo, el emblemático Delorean.
En el aire suena la canción Mr sandman, y McFly como en un sueño ve alrededor suyo cómo el mundo de mediados de los cincuenta aparece por todos lados: los vestidos de la era, las calcetas, peinados, los autos, y en la esquina la cafetería donde se va a encontrar por accidente con su propio padre, un sujeto ahora de su misma edad y tan pusilánime como en el futuro. En el camino McFly tendrá que asegurar que ese hombre, en este instante un adolescente, se atreva a invitar a salir a su madre, una joven que tras un accidente protagonizado por los dos McFly, va a quedar “embobada” con el que, sin saberlo, es su propio hijo. No sé si se pueda imaginar un argumento más delirante, donde el complejo de Edipo, enamorarse de la madre, asesinar al padre, sirve como idea de base a no desarrollar obviamente, en el entramado de una comedia de ciencia ficción que matemáticamente aprovecha todos sus materiales posibles para divertir, con gags, y sobre todo situaciones jocosas y a veces al límite del rubor, como los acercamientos y miradas de Lorraine adolescente, la madre, a Marty.
Si la película comienza con una serie de planos breves de relojes dispuestos en los muros de la casa del excéntrico y payasesco doctor Brown (Christopher Lloyd), objetos que hablan del tiempo, también el guion es prueba de maestría temporal y mecánica, con un dominio brillante en el manejo de los conflictos que se entrelazan muchas veces a través de equivocaciones o accidentes, pero también por decisiones llevadas a cabo con un humor ingenioso y sobre todo preciso en el trabajo de capturar los tipos de identidad de los personajes, y lo absurdo de la situación en sí que los envuelve.
La escena en la mesa familiar durante el segundo encuentro entre McFly y su futura madre, los corajes a punto del arrepentimiento que el protagonista va a mostrar ante el matón, la forma en que se va dando la relación de amistad entre los McFly padre e hijo, muestran que Zemeckis ha jugado con varios elementos comunes, torciéndolos y dándolos vuelta en un puzzle de velocidad constante, directo a su blanco, eficaz hasta casi la perfección.
El western es un género muy popular y caro. Viendo esta versión remasterizada en 4K del clásico, uno repara en un cierto grado de influencia de ese género sobre el que también Volver al Futuro descansa en clave de fantasía: el vaquero “jovencito” y aun inexperto, que sin embargo le dará una lección definitiva de vida a un padre que con su misma edad, no se siente capaz de enfrentar al viejo matón, terrorista, de turno. Este último una versión pop y juvenil del Liberty Valance, interpretado por Lee Marvin en la obra maestra de John Ford, El hombre que mató a Liberty Balance (1962). Por otra parte el Delorean, cubriéndose de rayos a 140 kilómetros por hora, es el caballo furioso que cruza la escena, allí donde la acción es libertad.
Todo parece ingeniosamente elegido y planificado en Volver al futuro: la comedia. Edipo en previa y consciente situación de absurdo, el Sci-Fi al estilo pulp esperpéntico de otra película muy inferior de la época como es Los cazafantasmas, la música rock y rock and roll uniendo generaciones, los miedos caros a la adolescencia, los chistes familiares, la bella y divertida amistad entre McFly y el viejo profesor chiflado, el western como estructura entremezclada con lo juvenil ochentero, y una máquina del tiempo para regresar a 1985. Que todo eso funcionara al nivel de una obra maestra de la entretención pura se debe a algunos factores que podemos enumerar rápidamente: la inspiración de un Robert Zemeckis, que, junto a sus protagonistas Michael J. Fox y Christopher Lloyd, se encontraba en su “prime”, la increíble imaginación fantástico-humorística de la década de los ochenta y el coguionista Bob Gale, y finalmente un desparpajo dominado por buenas intenciones.
Si dentro de miles de años alienígenas descubrieran esta película entre las ruinas de una extinta civilización humana, apostaría a que se dirían a sí mismos que los que la hicieron, intentado ganar dinero con un artefacto pleno de encanto limpio, hecho para causar felicidad por casi dos horas tras hacer explotar el cráneo de creatividad en la confección del guion y su puesta en escena, no pueden haber sido malas personas. Se tiene que haber tratado de “buenos muchachos”.
Ficha Técnica
Título original: Back to the future 40th Anniversary
Dirección: Robert Zemeckis
Guion: Bob Gale, Robert Zemeckis
Reparto: Michael J. Fox, Christopher Lloyd, Lea Thomson, Crispin Glover, Claudia Wells, Thomas F. Wilson, James Tolkan, Billy Zane
Música: Alan Silvestri
Fotografía: Dean Cundey
Duración: 116 minutos
Género: comedia, ciencia ficción
País: Estados Unidos
Estreno: 6 de octubre
Distribuidora: Andes films
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