Por Álvaro Guerrero
El comienzo de ¿Y dónde está el policía? en su versión 2025, recordando que no se trata de un remake sino de una verdadera continuación, despeja toda duda que creo razonable en estos tiempos no muy proclives a la comedia, respecto a la capacidad de escribir un guion estructurado en base a un chiste tras otro, un gag seguido de otro, al igual que la noción de lanzarse a la posibilidad de que ocurra en pantalla cualquier tipo de desafío a la lógica de este mundo.
Frank Drebin jr (Liam Neeson) es, al igual que su padre, un policía aproblemado tras esa fachada de rudeza muy necesaria. La impasibilidad en la interpretación que Neeson desarrolla, mientras a su alrededor todas las reglas del sentido común se exageran al nivel necesario para que el humor absurdo funcione, está en la misma línea que el trabajo que Leslie Nielsen hizo para transformarse en el verdadero rostro emblemático de este estilo de comedia, en particular en la saga original de ¿Y dónde está el policía?, donde interpretaba a Frank Drebin padre.
Esta vez el cineasta Akiva Schaffer presenta una estética en la línea del policial turbulento y sensorial, una visualidad más oscura, en las antípodas de los tonos pastel y la iluminación aguda de las entregas originales. El resultado, sin embargo, funciona muy bien en su cruce con los gags de humor absurdo en los que se sustentan, no solo el interés del espectador sino todo el universo contenido de la ficción de la película. Una hilera de chistes que a cada momento disuelven aquello de basar una historia en su argumento, y de los que cabe esperar un esfuerzo y talento extremos a la hora de poder sostener tal ritmo de jocosidad durante todo el largometraje. Si la película original lo lograba de principio a fin, casi un milagro podría decirse, ahora es interesante observar la lista interminable de guionistas, incluyendo a los Zucker y Abrahams, que fueron aportando ingenio y locuras por doquier.
El argumento, a modo de anécdota, podría resumirse en la investigación que Drebin Jr sigue torpemente, luego del supuesto suicidio que un hombre cometió al lanzarse con su automóvil desde la altura de una colina. Los indicios lo llevan directamente a las empresas de Richard Cane (Danny Huston), un millonario tecnológico cuyos secretos planes son los de convertir a la raza humana en animales salvajes que se maten entre sí, mientras él y su pequeña cohorte de ricos se esconden en un bunker, para posteriormente reconstruir el mundo a su antojo. Respecto a este grupo se desarrolla una sátira, ya que es el principal blanco de burla de la película. Aquellos sujetos en particular entendidos por hombres blancos de media edad, falsamente auto percibidos como “rudos”, y dominados por discursos anti “woke”.
En el camino aparecerá también la infaltable “mujer fatal”, Beth Davenport (Pamela Anderson), hermana del supuesto suicida, e interpretada por una Pamela Anderson en plan de resurrección de su carrera. La reunión entre los clichés tras la seriedad de un agente con dramas personales, y esto es novedoso, fragilidades inesperadas en la masculinidad de un policía (muerte de la esposa, traumas infantiles, inseguridades ridículas), y la seducción de la dama misteriosa y “cautivante”, también funciona muy bien en su química humorística. Si la película dura una hora y media, estos primeros 30 ó 40 minutos son desternillantes, prácticamente no hay forma de parar de reír. Pero tras esa primera parte, la película decae un poco en su capacidad de hacer de cada chiste un jolgorio. Digamos que si al principio el 90% o 95% de las ocurrencias son muy buenas, luego el porcentaje baja a la mitad cuando la película se instala en una meseta, y toma piloto automático. Risas hay siempre y aseguradas, pero ya no de forma tan asombrosa.
Hacia el final ¿Y dónde está el policía? vuelve a retomar un ritmo hilarante y frenético. Lo mejor de todo es que uno a esas alturas ya ha olvidado la razonable duda previa de si este humor tan irreverente, a veces grosero o reñido con las buenas costumbres, podría desarrollarse hoy en día, en tiempos de corrección política y cancelaciones habituales. El giro que subvierte los objetos de los que reírse, y que como señalé anteriormente, apuntan ahora a los sujetos asociados a la extrema derecha y el trumpismo, y por otra parte a una masculinidad en crisis y/o proceso de deconstrucción, no ha disminuido la capacidad de irreverencia, ya que los primeros representan al grupo asociado al poder, y los segundos a una fragilidad escondida, de la que parece mejor que nunca desenterrar con los elementos de un tipo de humor de real desvergüenza, y por ello carente de auténtica crueldad. Recordemos que la primera película de 1989 hacía mofa de todo, incluyendo a una reina Isabel de Inglaterra que termina acostada sobre una larga mesa de banquete, con el teniente Frank Drebin sobre ella, ambos mirado a una cámara paparazzi y siendo inmortalizados en la portada de algún pasquín.
Finalmente también es destacable la forma en la que ¿Y dónde está el policía? hace sátira a la vez que reconfigura las carreras de Neeson y Anderson, proyectándolas en el umbral de su vejez, por qué no, hacia el humor absurdo, la capacidad de reír y seguir riendo desde el lugar mismo de la risa. No es para nada una mala reinvención, sino más bien muy digna y para celebrar, en un mundo como el de esta década.
Ficha Técnica
Título original: The Naked Gun
Dirección: Akiva Schaffer
Guion: Jim Abrahams, Dan Gregor, Mark Hentemann, Doug Mand, Akiva Schaffer, Alec Sulkin, David Zucker, Jerry Zucker, Seth MacFarlane
Reparto: Liam Neeson, Pamela Anderson, Paul Walter Hauser, Danny Huston, CCH Pounder, Kevin Durand
Fotografía: Brandon Trost
Duración: 85 minutos
Género: Comedia, humor absurdo, policial
País: Estados Unidos
Estreno: 14 de agosto
Distribuidora: Andes Films