Crítica de danza “El Arrebato”: Movimiento y voz

Por Romina Burbano Pabst

Antes de que se apague la luz en el teatro, ya hay cuerpos en movimiento. Bailaores y cantaores habitan el escenario desde antes del inicio oficial de la obra, calentando, afinando el cuerpo, abriendo la intimidad al ojo del espectador. Este gesto, aparentemente simple, nos invita a observar no sólo la obra terminada, sino el proceso mismo del estar, del prepararse, de la vulnerabilidad del oficio.

El Arrebato, obra de la Compañía La Típica, compuesta por bailaores, cantaores y músicos conjuga danza, cante, teatro y biografía en una puesta en escena con fuerza y honestidad, revelando la vida íntima de quienes la interpretan. Dirigida por Natalia García-Huidobro y con la dramaturgia y dirección escénica de Rodrigo Bazáes, el montaje lleva al espectador a un viaje emocional que no transcurre en un solo plano, sino que se despliega como una espiral donde la voz, el cuerpo y el recuerdo se entrelazan. No busca narrar una sola historia, sino abrir un espacio para que múltiples relatos – marcados por el desarraigo, la migración y el deseo de libertad – emerjan desde la corporalidad, el canto y la narración colectiva. Es un trabajo que se siente vivo, a ratos desgarrado, a ratos silencioso, a ratos estridente, que no teme mostrarse ni exponerse desde la verdad de sus intérpretes.

En el centro, un gran círculo de madera con aplicaciones de bronce, rojo y dorado, funciona como núcleo sonoro y dancístico: cada voz se despliega, cada golpe de tacón se amplifica, se expande y reverbera en el aire, convirtiendo el suelo en un instrumento vivo. A partir de ahí, se desarrolla una propuesta que cruza los bordes entre la danza y el teatro, entre el flamenco y la danza contemporánea, entre el adentro y el afuera. No sólo se baila sino, también, se cuenta. A través de relatos personales, pequeñas confesiones y anécdotas biográficas, los y las intérpretes dejan entrever los caminos que los trajeron hasta ahí, marcados por la necesidad de seguir sus sueños y expresarse libremente.

El cante profundamente arraigado en la tradición flamenca, aparece con potencia narrando historias. La voz no aparece simplemente como acompañante, sino que atraviesa, provoca y sostiene la trama narrativa. En las voces de Lydia Martín, Francisco Delgado y Tomás Aguilera, se alojan ecos de despedidas, exilios y resistencias, desplegando un espectro emocional que va desde la pena honda hasta la liberación. El cante flamenco en esta obra, es una expresión musical vibrante y emotiva que refleja no sólo la técnica, sino también la historia, cultura y sentimiento de su arte distintivo.

El vestuario, abundante y siempre a la vista, se convierte en otro cuerpo en escena. Prendas colgadas, extendidas o cambiadas frente al público agregan capas visuales y simbólicas al relato. Cada cambio de ropa marca también un cambio de estado, un pasaje entre memorias, un modo de habitar la escena desde distintos matices en continuidad. El vestuario, en este sentido, no es mera decoración; decora, dialoga, transforma, carga el espacio de textura y movimiento, como si la historia de cada intérprete viviera en las telas que acarician y abandonan.

“Cuando abra los ojos, cuando toque la tierra”. Esta frase marca el umbral de la obra: una promesa de despertar, no sólo colectivo, sino profundamente individual. Son ellos quienes están en escena estableciendo un contacto esencial consigo mismos; el público asiste como testigo a esa apertura íntima, a esa necesidad vital de decir con el cuerpo, con la voz y los instrumentos. En ese gesto de retorno a su esencia, comienza a desplegarse el lenguaje de la danza, donde el flamenco y lo contemporáneo se encuentran y tensionan, como fuerzas que surgen desde lo más profundo para hacerse movimiento. Sus bailaores Natalia García Huidobro, Francisco Delgado, Elizabeth Ocaña y Lydia Martín, danzan con profunda emoción.

El Arrebato sostiene un equilibrio delicado entre el flamenco tradicional y la danza contemporánea que, sin duda alguna, me dejó boquiabierta. El primero, con su fuerza telúrica: manos y brazos muy expresivos, con un uso marcado de las “floreos”, movimientos circulares de dedos que acompañan la emoción. Así mismo los brazos elevados en posiciones fuertes o curvilíneas comunicando pasión, orgullo o dolor. En su técnica fundamental, taconeo, su cuerpo se convierte en un instrumento de percusión. Hay control, precisión y ritmo, por momentos suave y de pronto explosivo, marcando estados emocionales intensos e hipnotizantes.

Por otro lado, la danza contemporánea trae a escena lo etéreo, permeable, los desplazamientos y el goce de la amplitud en gestos. El cuerpo se encuentra menos codificado, más libre. No se busca una postura erguida, centrada y con tensión contenida, sino más bien, se busca la fluidez del movimiento, caída y peso, adentrándose a la exploración sensorial del cuerpo y el movimiento. En este sentido, la danza contemporánea explora el desequilibrio, lo orgánico, la improvisación; deja que el cuerpo fluya y se mueva en todas direcciones, sin la rigidez o codificación formal del flamenco.

Juntos, el flamenco y la danza contemporánea generan una tensión hermosa: la raíz y el vuelo, la tierra y el aire. No se trata de un collage, sino de una fusión honesta que respeta el carácter de cada lenguaje y encuentra puntos de cruce que potencian lo escénico. La potencia emocional del flamenco y la evocación desde la vivencia física de lo contemporáneo, hacen de El Arrebato una obra singular.

El Arrebato no impone fronteras entre estilos ni disciplinas, los deja convivir, rozarse y expandirse. No se diluye el uno en el otro, sino que se tensan y se potencian, generando una escena donde la identidad no es fija, sino pulsante, móvil, siempre en devenir.

Ficha Técnica

Título: El Arrebato

País: Chile-España

Producción: CEINA

Compañía La Típica

Dirección: Natalia García-Huidobro

Dramaturgia y Dirección Escénica: Rodrigo Bazáes

Diseño Integral: Cristián Reyes

Dirección Coral y Musical: Francisco Delgado y Cristopher Ayala

Espacio Sonoro y Sonido: Gonzalo Rodríguez

Elenco Baile: Natalia García-Huidobro, Francisco Delgado, Elizabeth Ocaña, Lydia Martín

Elenco Canto: Lydia Martín, Francisco Delgado, Tomás Aguilera

Guitarra Acústica y Eléctrica: Juan Pablo Cofre

Batería y Percusión: Felipe Candia

Vestuario: Gabriela Santibáñez

Coproducción: Espacio Checoslovaquia

Coordenadas

Única función 30 de abril 2025

Aula Magna – Centro Cultural CEINA

Arturo Prat 33, Metro U. de Chile

Loading

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *