Crítica de Danza “Fronteriza”: Más allá del límite

Por Romina Burbano Pabst

Fronteriza es una maravillosa obra de danza contemporánea creada por dos talentosas bailarinas y coreógrafas de distintas generaciones, Nuri Gutés y Daniella Santibáñez. En el escenario del Centro GAM, ambas artistas reflexionan sobre la compleja noción de frontera a través de la danza y la performance. Integrando en escena a la compositora y pianista Carolina Holzapfel, su diseño sonoro desafía las fronteras auditivas y emocionales llevando a las intérpretes y al espectador a corporalizar la música. El diseñador lumínico Nicolás Jofré, redefine las fronteras visuales mediante patrones de luz y sombra, donde la escasez y la abundancia de luz añade una dimensión cautivante y transformadora. El artefacto escenográfico, diseñado por Ignacio González, el cual interactúa con los cuerpos redefiniendo el espacio físico y simbólico. Juntos, crean un ambiente donde las fronteras se observan, se quiebran, se mueven y se reconstruyen hacia distintos sitios afectivos.

Esta colaboración multidisciplinaria que integra la danza, el sonido y la arquitectura, enriquece la experiencia escénica, permitiendo una inmersión profunda en su narrativa. Fronteriza, trae consigo una puesta en escena coreográfica que busca ampliar nuestras perspectivas y reflexiones sobre los límites, las corporalidades y la percepción del tiempo, revelando poco a poco un presente efímero, caótico y frágil.

«En un solo paso, cruzo el puente; hacia la eternidad» -Matsuo Bashô 

Las fronteras han si comúnmente entendidas como límites físicos que delimitan, separan y alejan. A lo largo de la historia, los seres humanos hemos creado y nos hemos rodeado de diversos tipos de fronteras, trascendiendo los límites geográficos. Sin embargo, esta noción también abarca los aspectos culturales, sociales y personales de la existencia; representando tanto lo interno como lo externo; lo que nos divide, pero, a la vez, nos conecta.

Nuestro cuerpo, en sí es una frontera, una composición de límites sensitivos que nos permiten experimentar el mundo externo, ajeno y el mundo interno, propio. Asimismo, nuestros sentidos se fronterizan a lo que podemos oír, ver, tocar, gustar y oler. No podemos ver más allá del espectro visible de luz ni oír frecuencias fuera de nuestro rango auditivo.

En Fronteriza ocurre algo interesante, estas fronteras se difuminan, ensanchan y empequeñecen, son permeables, se pierden y se encuentran con total naturalidad. A través del cuerpo, las coreógrafas logran explorar los límites del espacio y el tiempo, cuestionando y redefiniendo los caminos conocidos, con movimientos que por momentos recorren todo su cuerpo con un tacto delicado y fluido, profundizando en un porvenir constante.

El uso del espacio en el escenario es crucial para representar las fronteras. Las bailarinas se mueven dentro y fuera de áreas delimitadas por luces, sombras y objetos, creando un contraste entre lo interno y lo externo. Este juego de luces y sombras resalta la idea de que las fronteras no son fijas, sino dinámicas y cambiantes. Las bailarinas no solo cruzan las fronteras físicas en el escenario, sino también, traspasan las fronteras internas, desafiando sus propios límites y transformándose con cada movimiento. Cada gesto, cada paso, cada giro, es una transición, una conversación, un puente que conecta y transforma. El límite se convierte en una posibilidad.

Nuri Gutés, artista escénica, coreógrafa y docente, ha dirigido más de 35 montajes grupales, donde el cuerpo en su estado gestual y expresivo es el eje central de su creación en danza contemporánea desde 1985. Nuri es conocida porque, durante más de tres décadas de trabajo, verla en escena ha sido una experiencia única e irrepetible ya que nunca ha repetido una de sus obras. La bailarina posee una danza firme que se interpreta como una posibilidad de poner atención en las potencialidades de su cuerpo, en un espacio cargado de lenguaje, expresión, atención y significado. Muchas veces desde los movimientos más pequeños, internos y delicados que surgían de sus dedos, de sus manos, de sus golpes mano-talón; sus movimientos se manifiestan en la atención al detalle. Su danza era fiel a su creencia de que la danza puede ser efímera, donde cada instancia es una experiencia inolvidable y singular.

Daniella Santibáñez, es una artista escénica, performer, coreógrafa y pedagoga, creadora de la práctica corporal de danza e improvisación Bomba Solar. Quien se centra en la vinculación del cuerpo, la energía y el movimiento orgánico en relación al espacio, estableciendo una conexión profunda entre la naturaleza y el movimiento humano. Su danza es una fusión energética y dinámica, se traslada por el espacio con una versatilidad y fluidez única que hace casi imposible despegar los ojos de ella. Se desplaza por el espacio con determinación, sus movimientos son grandes y aireados que nacen de su cuerpo y transitan como una estela de luz en el espacio. Esta expansión del movimiento hacia el entorno escénico que refleja su danza no está confinada a un espacio limitado, sino que interactúa constantemente con el ambiente.

La sala está a oscuras, y lo primero que llamó la atención fue un artefacto grande que cuelga del techo, la poca luminosidad me dejaba ver que aquel elemento escenográfico es una gran malla metálica con forma indefinida, diseñada por Ignacio González. Aquel artefacto se presenta como un enredo armónico ante mis ojos. Parece estar flotando y con ligereza se presenta ante el público. La malla metálica que construyó con sus propias manos no solo contribuye a la estética visual de la obra, sino que también, juega un papel crucial en la narrativa y la exploración de la noción de frontera. Por ejemplo, cuando las intérpretes se colocan parte del artefacto en la cabeza, o la transportan por el espacio con total delicadeza, nos llevan a pensar en las posibilidades de las fronteras, distintas aristas en las que se expresa; ya sean fronteras internas (aquellas que son invisibles para los ojos pero, todos llevamos dentro) o externas (en el uso del espacio, el artefacto escenográfico y el contacto corporal).

El elemento oblicuo, con su capacidad de ser separado de sí mismo e integrarse a la danza, lleva a las bailarinas a crear su danza distinta dado que sus movimientos son limitados, pero invita a realizar otro tipo de movimientos, más lentos y conscientes, sin tanto desplazamiento. El objeto simboliza la flexibilidad de las fronteras, su forma indefinida refuerza constantemente la idea de que las fronteras no son completamente rígidas ni fijas, sino que están en un movimiento continuo que redefine el espacio y las interacciones.

Nuri Gutés y Daniella Santibáñez, cada una desde su danza, desde su contexto y desde sus capacidades, hacen del espacio un lugar de encuentro. Ambas poseen movimientos altamente expresivos, y un tacto delicado con el otro cuerpo, utilizando gestos y posturas que transmiten una gama de emociones y narrativas complejas conforme avanza la trama, que impacta continuamente en el público. Esto se puede observar en la precisión y el control en los movimientos de ambas bailarinas, especialmente en las secuencias de contacto improvisado. Poseen una fluidez con la que conectan y desconectan, reflejando una alta capacidad de técnica y confianza mutua, con una profunda comprensión del espacio y de la corporalidad de la otra bailarina.

La capacidad que poseen para moverse y danzar queda a la par de un elemento importante, el diseño sonoro de Carolina Holzapfel, que añade una dimensión íntima y dramática a la performance. A través de una amalgama musical y sonoridades orgánicas, la música acompaña y realzando los movimientos de las bailarinas, y creando nuevas capas fronterizas. Carolina Holzapfel es una performance en si misma, sus dedos ágiles se mueven de un lado al otro del teclado, se despegan por momentos y su forma de tocar es una danza en sí misma. Así, mientras las bailarinas se mueven con agilidad y equilibrio por el escenario, adaptándose a los cambios de la música; la compositora crea un espacio directamente relacionado con el nacimiento de la sonoridad. Esta sinergia entre la danza y el sonido permite una flexibilidad en la interpretación de la danza que se adopta por cada intérprete, aportando una profundidad significativa a la comunicación artística.

Fronteriza es un diálogo constante entre los cuerpos y el entorno físico, sonoro e imaginario, envolviendo a los espectadores en una experiencia multisensorial. La coreografía de Nuri Gutés y Daniella Santibáñez muestra una creatividad notable fusionando sus experiencias generacionales, desde y hacia sus corporalidades. Sus movimientos son cautivadores y evolucionan orgánicamente, reflejando que sus fronteras se desdibujan en sus propios límites; dado que el fin de un movimiento da inicio a nuevos caminos en un espacio de constante cambio.

El montaje está impregnado de momentos culminantes, donde los movimientos que se desprenden de los cuerpos al espacio escénico y la complicidad entre las bailarinas, abordan la noción de frontera desde la experiencia corporal, el cambio y la identidad. La danza se convierte en un medio de comunicación y transformación.

El enfoque innovador y emocional de la obra, y la habilidad del elenco, hacen de Fronteriza una experiencia única e inolvidable, donde el movimiento corporal, lírico y de improvisación crea una narrativa visual que es tanto impactante como emocionalmente resonante. 

Ficha Técnica

Título: Fronteriza

País: Chile

Codirección, coreografía e interpretación: Nuri Gutés y Daniella Santibáñez

Composición musical y performance: Carolina Holzapfel

Diseño lumínico: Nicolás Jofré

Diseño y realización de artefacto escenográfico: Ignacio González

Registro audiovisual y fotográfico: Hurto Visual

Producción: Daniella Santibáñez

Masterización sonora: Paolo Parachen

Colaboración: Centro NAVE, Centro Cultural Estación Mapocho, Fundación Cuerpo Sur

Agradecimientos: Departamento de Danza de la Universidad de Chile; y a todxs quienes integraron y apoyaron los procesos creativos anteriores: Claudio Puebla, David Deflores, Vicente Palma, Juana Díaz, Vicente Yañez

Duración: 45 min

Edad recomendada: +10

El montaje presenta música estridente

Coordenadas

Del 19 de Julio al 4 de Agosto

Jueves a domingo a las 19:00hrs

En GAM, Sala N1 (Edificio B, piso 2)

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