Crítica de Teatro
“Hija de Tigre”: «Un montaje que cautiva por su
sensibilidad y delicadeza».
Por Jorge Letelier
La expresión “hijo de tigre” se refiere a las capacidades o cualidades que un hijo hereda de su progenitor, detalles que en el habla popular son sinónimo de orgullo y de pertenencia, y que simbólicamente se refiere a la descendencia masculina. Haciendo una sutil inversión de sentido, la perspectiva que subyace tras el montaje “Hija de tigre” no es un asunto de reivindicación de la mirada de género sino que instala la reflexión en el rescate y aceptación de cierta paternidad para entender la propia historia.

Dirigido por Ronderos y cuya segunda temporada comenzó el pasado fin de semana en el GAM, el montaje explora la figura paterna desde la perspectiva de tres actrices (Daniela Jofré, Ebana Garín y Carolina Díaz) quienes exponen a los asistentes sus propias historias familiares como un espacio marcado por la ausencia, la contradicción y la búsqueda de libertad. Las costuras de la puesta en escena apuntan a un espacio emotivo testimonial e íntimo, donde la exposición de un relato tan privado genera un efecto conmovedor al ser historias cuestionadas desde la interrogación a la figura del padre dentro de la familia convencional y el rol tradicional asignado, pero que nunca adquieren un velo crítico sino que es un intento honesto de entender las razones que estos tomaron al alejarse de sus hijas y de sus familias.

El tono de los relatos y la voz en off de la directora que desde una visión casi antropológica de la imagen fotográfica instala luego preguntas básicas en torno a esta paternidad difusa y contradictoria, genera un clima envolvente y emotivo, de una cercanía por momentos dolorosa al conectar con sentimientos que en algún momento de la niñez o juventud hemos experimentado como hijos, como la admiración sin límites hacia el padre, la necesidad de protección o el sentimiento de culpa.
La puesta en escena tiene en el uso del video el recurso central para exponer este complejo entramado de recuerdos familiares a través de collages, maquetas y fotos, las que son hábilmente manipuladas por las propias actrices y expuestas en un circuito cerrado de TV. Al presentar estas fotografías y documentos a través de una cámara que las proyecta en vivo, mientras las protagonistas van testimoniando y reflexionando desde el presente, se produce el curioso efecto de estar contemplando recuerdos cuyo significado está en proceso de dejar de serlo, que han perdido su potencia como tal porque la historia que las contiene se ha movilizado hacia un nuevo territorio emotivo.
De forma admirable, estos recursos logran un soporte poderosamente dramático cuando estas historias son escenificadas de una manera casi naif. En esta confluencia entre testimonio documental y recursos propiamente teatrales están algunos de los momentos más bellos de este montaje que cautiva por su sensibilidad y delicadeza.

La sostenida consolidación de su apuesta estética hace de La Laura Palmer una de las compañías más sólidas y rigurosas de la escena local, combinando con admirable claridad conceptual la búsqueda de un soporte emotivo y la utilización de dispositivos teatrales que pueden parecer simples pero que responden a una sensibilidad poco común para acercarse a materiales biográficos y documentales. En esa línea, tanto “Límites”, estrenada en 2015 y que trata sobre el casi conflicto bélico entre Chile y Argentina visto por actores de ambos países, y los dos montajes presentados en el 2016, “Los que vinieron antes” y esta magnífica “Hija de tigre”, sitúan al colectivo en un primerísimo nivel de la escena teatral local.
Hija de tigre
Compañía La Laura Palmer
Directora: Pilar Ronderos Mackenna
Dramaturgia: Pilar Ronderos e Ítalo Gallardo
Intérpretes: Ebana Garín, Daniela Jofré y Carolina Díaz
Diseño de iluminación y escenografía: Rodrigo Ruiz
GAM, Sala N1. Del 20 al 30 de abril
$5.000 general y $3.000 estudiantes y tercera edad.