Por Paula Frederick
Céline (Anne Hathaway) y Alice (Jessica Chastain) son vecinas y amigas. Viven en un barrio de clase alta en los años 50, donde sus vidas se centran en criar a sus respectivos hijos únicos, complacer a sus maridos, mantener la casa impecable y verse siempre perfectas. Ambas cargan con frustraciones, sueños inconclusos y dolores relacionados con la maternidad, pero a pesar de las diferencias, su amistad parece a prueba de fuego. Hasta que un accidente doméstico de consecuencias trágicas destruirá todas sus certezas y confianzas, además de despertar el lado más oscuro de cada una.
La ópera prima del director francés Benoît Delhomme está basada en el libro Derrière la haine, de Barbara Abel. Además, es un remake de la aplaudida película homónima del 2018, dirigida por el belga Olivier Masset-Depasse. Así, llega a la cartelera con el éxito de sus antecesores y la inevitable carga de las expectativas, lo que siempre es un arma de doble filo. Al menos durante la primera mitad, la película sale bastante airosa de las posibles comparaciones, creando una atmósfera plausible de suspenso, facturación impecable y actuaciones a la altura. Una propuesta cinematográfica correcta, con una dirección fluida y calibrada que no sorprende, pero se mantiene fiel al género.
Sus primeros pasos homenajean deliberadamente a los maestros, en especial a Hitchcock y su inigualable forma de manejar los tiempos del suspense. A ratos, la propuesta recuerda incluso a Ingmar Bergman y películas como Persona o Gritos y Susurros, sobre todo en la dinámica de espejo entre las dos protagonistas femeninas. Antes y después del punto de inflexión, en ambas se desarrollan reacciones confusas, que crean una dimensión ambigua donde no sabemos si estamos ante realidad, percepción o pérdida de cordura. Todas estas fricciones tiran de las hebras más sutiles del thriller puro y clásico, en un marco fotográfico de tonos pasteles estáticos, que colabora con la atmósfera de falsa quietud.
La acción transcurre casi completamente dentro de las dos casas aledañas, sus jardines y pasadizos, lo que agudiza aún más la sensación de agobio. Como si en esa ausencia de movilidad, el director quisiera subrayar el mundo pequeño de las protagonistas y la suerte de “jaula de oro” en la que se encuentran. Esas cuatro paredes donde dan vueltas sin rumbo, espiando la vida de la otra desde la ventana. Incluso, se acentúa la falacia tras la idea de “sueño americano”, al estilo de Revolutionary road de Sam Mendes, donde las relaciones familiares de apariencia perfecta esconden las angustias y rencores más brutales. La inestabilidad, siempre al acecho, solo se muestra través de la cámara en mano y un desenfoque ocasional de la nitidez de la imagen.
Si hay algo que puede traicionar a Instinto materno es precisamente su apego al manual del thriller. Desde el inicio, la quietud del entorno, atmósfera bucólica y la perfección de sus protagonistas, anuncian de manera deliberada que algo va a romper ese status quo. Cada paso, recurso estilístico y gesto de las protagonistas, anticipa alguna consecuencia que probablemente veremos en pantalla. Esto se acentúa a medida que avanza el relato, restándole potencia y credibilidad al desenlace.
Lo anterior, hace surgir una duda primordial: ¿Es una película predecible, necesariamente una mala película? ¿El factor sorpresa es esencial en un filme, o quizás está sobrevalorado? La respuesta instintiva es un no. Al menos, no necesariamente. Los géneros clásicos se caracterizan por apegarse a los cánones de manera casi ortodoxa, para dar a la audiencia lo que busca al elegir un determinado tipo de cine. En el caso de Instinto materno, los principios del suspenso clásico abundan y, además, están hechos con elegancia y pulcritud. Pero cuando se trata de cine, la ejecución es una cosa y el alma otra. Y es ahí cuando la calidad de la película comienza a tambalear. Cuando una primera parte fluida y promisoria da paso a una serie de acciones mecánicas que parecen atropellarse entre sí. Cuando sus protagonistas empiezan a transformase en seres casi desalmados, cuya evolución y motivaciones pierde profundidad hasta hacerse casi imperceptibles. Si se pierde el alma, se pierde la conexión vital. Por eso es tan importante no descuidarla.
Al final, la sensación que queda es la de haber visto una película bien hecha, que entretiene, emociona con sus actuaciones y logra mantener la tensión. Que no supera a su antecesora ni, probablemente, pasará a los anales del suspense. Pero que cumple con la promesa de un thriller de manual.
Ficha técnica
Título original: Mothers’ Instinct
Dirección: Benoît Delhomme
Guion: Sarah Conradt-Kroehler.
Elenco: Jessica Chastain, Anne Hathaway, Anders Danielsen Lie, Josh Charles
Año: 2024
Duración: 93 min.
País: Estados Unidos
Distribuidora: Cinecolor Films
Disponible en cines