Critica de ópera “El caballero de la rosa”: La exquisita nueva producción de Richard Strauss

 

Por Cecilia Carvallo

Richard Strauss luego de componer sus óperas Salomé (1905) y Elektra (1909), donde se llega a la atonalidad y el paroxismo expresionista, con textos dramáticos influidos por el vocabulario freudiano de las pasiones humanas, junto a Hugo von Hofmannsthal, su libretista, gran autor teatral y escritor vienes, dan un giro radical y dirigen los ojos hacia la Viena del siglo XVIII. Buscando hacer una ópera distinta, más ligera, y humorística al estilo mozartiano de las Bodas de Fígaro. El caballero de la rosa ha sido la ópera más unánimemente valorada y la más representada mundialmente del compositor. En este nuevo estilo se crea El caballero de la rosa con libreto original, que no está basada en obras literarias existentes, diseñada en tres actos. La historia transcurre en Viena en el siglo XVIII, los temas son ambientados en este siglo, pero enfocados desde las ideas del siglo XX.

En torno al personaje de la Mariscala, mujer madura de la alta aristocracia vienesa y su joven amante Octavian, conde de Rofrano (de 17 años), van apareciendo los otros personajes de esta trama. Su arruinado primo, barón Ochs, viene a pedirle que interceda para lograr su compromiso con la joven Sophie, hija del nuevo rico Faninal. La Mariscala envía a Octavian a tan importante misión, portando una rosa de plata como símbolo de amor a la prometida Sophie. En el encuentro los jóvenes se enamoran de inmediato. Para zafarse del barón Octavian le tiende una trampa que lo va envolviendo y ridiculizando hasta dar por terminadas sus pretensiones matrimoniales. La Mariscala, desde una profunda reflexión sobre el inexorable paso del tiempo y, con él, la perdida de la juventud, deja libre a su amante, haciéndose posible el encuentro de este nuevo amor entre Octavian y Sophie.

Es importantísimo destacar el trío entre la Mariscala, Octavian y Sophie en el tercer acto, considerado musicalmente lo más bello de toda la producción straussiana. Este trío de sopranos fue cantado en el funeral del compositor en 1949 dirigido por Georg Solti. Se observa un contrapunto entre los roles de la Mariscala y el barón Ochs, este último un personaje burdo, lujurioso y pedante, mientras la Mariscala representa el pensamiento moderno, refinado e inteligente. El joven Octavian es un personaje travestido interpretado por una mezzosoprano, homenaje al Cherubino de Le Nozze di Figaro de Mozart.

Muy bien lograda está la nueva producción del Caballero de la rosa en el Municipal de Santiago, con un alto nivel artístico y parejo de todos los intérpretes; esta ópera es difícil de montar, con tantos personajes y sobre todo por lo complejo de su partitura. El director chileno Maximiano Valdés ha demostrado gran dominio frente a la Orquesta Filarmónica del Municipal, manejando con maestría y control el despliegue de todo el caudal musical grandilocuente, lleno de contrastes en esta gran masa orquestal (106 músicos más cantantes), como en el comienzo del preludio, con el toque enérgico del corno francés, en el tema de Octavian apasionado, y en el final del acto con el monólogo de la Mariscala, momento muy íntimo y sensible, que conduce este fin de acto hasta el pianissimo, un logro musical excepcional. La orquesta va haciendo de protagonista caracterizando a los distintos personajes con sus leitmotiv. Los valses ligados al personaje del barón Ochs, en sus asedios amorosos, son la expresión de la Viena decadente de la época. En el tercer acto, en la posada, en los finales de la primera escena entre el barón Ochs y Mariandel, se va desatando un clima de caos, la orquesta va in crescendo en tono de agitación, de persecución y luego aparecen los distintos personajes disfrazados a la “caza del barón Ochs”, donde se llega a un clímax musical y escénico.

Excelente propuesta de la escenografía (Sergio Loro) reggie, (Alejandro Chacón) y vestuario (Adán Martinez) situada en la época original del siglo XVIII. En el primer acto se presenta el dormitorio de la Mariscala, elegante, con empapelado de diseño asemejando un bosque otoñal, situación del otoño de la Mariscala. Hay un balcón que refleja la luz del día o la oscuridad de la noche. Octavian dice “que no quiere el día, sino más bien la noche, para amar a su Mariscala”. En el primer acto también aparece el tenor italiano, este personaje que no tiene nombre y es presentado con un traje recargado, ridículo incluso; y esto es así dado que a Strauss le cargaba lo “operático italiano”. Luego, en el segundo acto, se muestra el palacio de Faninal con ornamentación recargada, muchos candelabros y con palmeras en las paredes, gusto de nuevo rico. Tanto en la escenografía, la reggie y el vestuario se van expresando, tal como lo especifica el libreto, las divisiones de clase y el contraste entre la nobleza decadente, los nuevos ricos y los pobres.

El tercer acto es una cantina pobretona, presentada con los mínimos elementos para realizar el tema. Para la última escena se despoja de las paredes para quedar solo el piso en la soledad de la noche (buen efecto escenográfico y reggie), donde se canta el sublime trío de las sopranos y luego el dúo del nuevo amor, y para terminar, viene el niño con el farol, que da una media vuelta de despedida, simbólicamente queriendo decir como la Mariscala: “todo ha sido una gran mascarada vienesa”.

La Mariscala princesa von Werdenberg Furstin, interpretada por la soprano Celine Byrne, tiene un muy buen registro y bello color de soprano, expresiva y musical en su rol tan dramático, vocalmente acertada, con una fina interpretación en su expresión escénica, emociona con su monólogo Da geht er him. Octavian Conde de Rofrano, amante de la Mariscala, interpretado por la mezzosoprano Sophie Koch, entrega una muy buena interpretación, su registro dramático es muy apropiado a su personaje, excelente en su expresión e intención del texto y manejo escénico, vocalmente muy bien, aunque mostró alguna dificultad hacia los agudos por la exigente partitura. Barón Ochs von Lerchenau, primo de la Mariscala, interpretado por el bajo Jürgen Linn, con un timbre interesante de bajo, su voz no fluía de forma adecuada, pero bien compenetrado en su rol y dotes histriónicos, logró un convincente personaje. Sophie, hija de Faninal, interpretada por la soprano Elbenita Kajtazi está estupenda en su registro de soprano, voz fresca con buenos agudos y centro, expresiva y graciosa, muy bien en su personaje, hermosos sus dúos con Octavian (en el segundo y tercer acto). Herr von Faninal, nuevo rico, interpretado por el barítono chileno Patricio Sabaté, da una muy buena interpretación, muy buen registro, excelente vocal y escénicamente. Un cantante italiano interpretado por el tenor David Junghoon Kim, en su interpretación del aria Di rigori armato il seno es excelente, buen timbre de tenor expresivo, musical con matices y buenos agudos. El coro del Teatro Municipal, dirigido por su director Jorge Klastornick, y el coro de niños, dirigido por Cecilia Barrientos, se lucieron con su gran musicalidad y muy buena escena.

En el extenso reparto destacaron también, vocal y escénicamente los cantantes: Paul Kaufmann (Valzacchi), Marcela González (Marianne), María Luisa Merino (Annina), Pedro Espinoza (Mayordomo de la Mariscala), Jaime Mondaca (Comisario), Claudio Cerda (Mayordomo de Faninal), Francisco Salgado (Notario) y Gonzalo Araya (Tabernero).

Título: El caballero de la rosa (título original Der Rosenkavalier, Op. 59)
Compositor: Richard Strauss
Duración: 3 horas con 50 minutos
Dirección Musical: Maximiano Valdés / Pedro Pablo Prudencio
Reggie: Alejandro Chacón
Escenografía: Sergio Loro
Vestuario: Adán Martínez

El caballero de la rosa es el segundo título de la temporada lírica 2019 del Municipal de Santiago y es una coproducción con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Do    mingo, de Colombia.

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